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lunes, 31 de agosto de 2015

Vuelta al cole (y a los libros de texto)

Por Burgos Dijital


Se acerca septiembre, y como cada nuevo curso, miles de familias se afanan de un lado para otro ultimando detalles: que los retoños del hogar tengan todo preparado para el primer día de clase.

Como cada año, de nuevo el desembolso económico es enorme. Cada libro de texto de los pequeños ronda los 30 euros. 
Algunas áreas precisan también de cuadernillos, que oscilan entre 10 y 20 euros aproximadamente. Así, nos plantamos en que tenemos una media de 30 a 50 euros por asignatura en la que se pida libro de texto. Haciendo un cálculo rápido, una alumna de primaria puede necesitar un presupuesto que puede ir desde los 300 a los 500 euros (calculando a la baja): matemáticas, lengua, inglés, naturales, sociales (recordemos que la LOMCE ha dividido en dos la asignatura de conocimiento del medio), plástica, música, otro idioma extranjero, valores o religión (sí, también en estas asignaturas hay libros...) Multipliquemos por varios hijos, y la suma da vértigo.

Gracias a los bancos de intercambio o préstamo de libros -propuestos la mayoría de las veces, y no si dificultades, por las AMPAS - o las ayudas y/o becas de las comunidades autónomas (que no son iguales en cada una de ellas), la factura agobia un poco menos. Pero...a veces esto no sirve. 

Este año muchos centros se ven "obligados" a cambiar los libros con la nueva ley. Nueva ley, nuevos contenidos: nuevos textos. Las editoriales se frotan las manos. Entre este curso y el siguiente, si todo va como esperan, el grueso de libros de texto de los centros de todo el país debería ser sustituido. Una suculenta bicoca para ellos. Pero bien decimos "obligados", entre comillas. Lo explicamos un poco más adelante. Algunas editoriales, para dar la sensación de que velan por aliviar las facturas a las familias, y en pro de las Nuevas Tecnologías (esas ángeles salvadoras y todopoderosas que nos hacen creer que harán que nuestras niñas y niños dejen de ser los últimos en los informes PISA; esas maravillosas herramientas que harán que nuestras pequeñas criaturas sean requeteinteligentesycompetentesysupermultidisciplinares; esos magníficos soportes que nuestros gobernantes se empeñan en meternos hasta en la sopa), están a toda prisa tratando de introducir las licencias digitales. 

Libros digitales y plataformas interactivas a través de Internet, cuyo precio es muuuucho más barato: unos 12 a 15 euros. Sí. Por año. Ah. El libro valía para poderlo intercambiar, o para el hermanito pequeño que venía detrás.  Las licencias digitales expiran a final de curso. Por eso, si compramos el libro físico (es decir, si pagamos los 30 euros) nos las regalan. Eso, aparte de que "es muchísimo mejor pasar del viejo libro de papel a un soporte digital". Por eso, tenemos que comprar tablets a los peques. Para que se manejen en el apasionante mundo digital, desde bien chiquitines, pero usando como soporte el mismo libro que si lo tuvieran en papel (bueno, con unos enlaces a unos vídeos y la posibilidad de enviar unos ejercicios on line al profe, vale).  El mundo de las editoriales + empresas de tecnología + responsables de educación ofertando ayudas para adquisición de dispositivos merecería otro artículo.

Cuando decíamos más arriba que los centros se veían "obligados" a cambiar los libros es porque parece que fuera obligatorio usar libros de texto. Pero la realidad es que no lo es. No es obligatorio. Pero es una industria muy pero que muy potente. Por eso, incluso, hay leyendas que hablan de sobres sobre ciertas mesas. 

La excusa de que las nuevas tecnologías son imprescindibles para el desarrollo de los niños, en este caso no nos sirve. Continuar apoyando la educación sobre textos elaborados en despachos (sean de papel o sean en pantallitas) no significa innovación. Si de verdad se quiere ser valientes y se quiere apostar por la innovación, por favor, que se innove con prácticas pedagógicas de verdad interesantes, con papel y con pantallas, pero dejemos de sangrar los bolsillos de las familias.

jueves, 21 de mayo de 2015

Pruebas, pruebas, pruebas... el informe PISA

Por Matilde Tilde


"Este examen es clave para ayudar a mejorar la calidad, equidad y eficiencia de nuestros sistemas educativos", señala el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), dependiente del Ministerio de Educación.  El Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes o Informe PISA (por sus siglas en inglés: Programme for International Student Assessment) se basa en el análisis del rendimiento de estudiantes a partir de unos exámenes que se realizan cada tres años en varios países con el fin de determinar la valoración internacional de los alumnos. Este informe es llevado a cabo por la OCDE, que se encarga de la realización de pruebas estandarizadas a estudiantes de 15 años. Aunque es considerado como un sistema "objetivo" de comparación, su formulación está sujeta a muchas críticas, por cuanto es un análisis meramente cuantitativo. En el informe realizado en el 2009 participaron 35 países de Europa, 12 de Asia, 11 de América, dos de Oceanía y uno de África, siendo un total de 61 países, en cada uno de los cuales fueron examinados entre 4500 y 10.000 estudiantes.

La OCDE es la sucesora de la Organización Europea para la Cooperación Económica (OECE), resultado del Plan Marshall y de la Conferencia de los Dieciséis (Conferencia de Cooperación Económica Europea), que existió entre 1948. Su objetivo era el establecimiento de una organización permanente encargada, en primer lugar, de garantizar la puesta en marcha de un programa de recuperación conjunta (el Plan Marshall) y, en particular, de supervisar la distribución de la ayuda. La organización nació cuando veinte países, tanto de América del Norte como de Europa, se adhirieron a la «Convención de la OCDE» llevada a cabo en París el 14 de diciembre de 1960. Actualmente, la OCDE se ha constituido en uno de los foros mundiales más influyentes, en el que se analizan y se establecen orientaciones sobre temas de relevancia internacional como economía, educación y medio ambiente. Los países miembros se comprometen a aplicar los principios de liberalización, no discriminación, trato nacional y trato equivalente. El principal requisito para ser país miembro de la OCDE es liberalizar progresivamente los movimientos de capitales y de servicios.2

En esta edición, a través de las pruebas, pretenden medir las habilidades asociadas al carácter y a la forma de ser del estudiante -"Competencias socioemocionales", las llama Andreas Schleicher, el padre de Pisa- y analizar su capacidad de trabajar en equipo, de expresar sus ideas y de tener un espíritu crítico. Además de la Resolución de Problemas Colaborativos, Pisa 2015 examinará sobre las competencias que han estado presentes en otras ediciones de esta prueba trienal en la que en 2012 participaron 70 países (9 más que en 2009). Habrá preguntas de Matemáticas, de  Comprensión Lectora  y de  Competencias Financieras, pero las Ciencias serán las protagonistas en esta ocasión. 

Las pruebas del informe Pisa de este año contienen una novedad: se realizarán íntegramente por ordenador. El INEE ha colgado ya en su web algunos modelos de preguntas y los criterios para corregirlas para el examen que 35.000 alumnas/os de 15 años repartidos por 900 centros de todas las comunidades autónomas españolas realizarán a partir del  lunes día 20 y hasta el 30 de mayo. Durante dos horas, estarán a merced del estudio comparativo sobre educación más famoso y más citado del mundo. En otro momento podemos entrar a debatir sobre el tipo de preguntas en cuestión y en el hecho de que se hagan íntegramente por ordenador y se pretenda que nos dé una información “amplísima-completísima-y-superfiable” de las competencias académicas y socioemocionales de nuestros estudiantes.

Lo que llama la atención de las pruebas de este tipo es la tendencia a la homogeneización que nos invade en todo, pero que aquí resulta de lo más llamativo; ¿por qué habría que pasar el mismo examen a alumnos de 70 países diferentes y esperar que los resultados fueran similares? ¿Acaso son similares los países mismos? ¿Son similares sus niveles de renta, sus políticas, sus habitantes, su nivel de inversión real en Educación? La explicación de por qué se realizan estos exámenes es la voluntad de mejorar los sistemas educativos de los distintos países participantes, de aumentar su equidad y su eficiencia. ¿Me puede decir alguien entonces por qué en nuestro sistema educativo cada vez hay menos recursos, sobre todo humanos? Además, no hay adaptaciones para los alumnos con necesidades educativas especiales. ¿Es eso mejorar la equidad?

Lo que está claro es que basar en un examen puesto desde un organismo como la OCDE  las supuestas mejoras en la calidad de un sistema educativo es bastante peregrino. Os aseguro que con preguntar a los profesores y profesoras que trabajan a diario en nuestros centros educativos obtendríamos perfectamente las claves para mejorar: recuperar recursos que han sido eliminados (educación compensatoria, profesorado de apoyo, etc.), dar la posibilidad de hacer grupos flexibles, detección (y solución) de problemas de diferente índole a edades tempranas, correcta e inmediata sustitución de las bajas del profesorado,  y un larguísimo etcétera.  No sé a vosotros, pero a mí, en realidad,  me queda la esperanza de que el hecho de que nuestro alumnado no salga muy bien parado en el Informe “de la ciudad de la torre inclinada” signifique que aún no nos tienen tan agarrados por la pechera como les gustaría a algunos (es decir, que nuestros alumnos no piensan como se supone desde determinados sectores que tienen que pensar).

Para leer más: