Por Eduardo Nabal
Con la llamada crisis proliferan, aumentan y toman forma una
serie de negocios en el limbo legal que, a la sombra de cualquier atisbo de
legalidad, compran libros, películas, ordenadores y otros objetos como si
fueran chorizos o cromos de colección.
Esta barbarie crematística que especula
con el valor de los objetos no es nueva - aunque haya aumentado- lo que ocurre
es que en ciudades como Burgos contienen la tolerancia de las fuerzas
vivas.
Los polizontes siguen protegiendo
a los que hacen su agosto a costa del invierno de los demás. Me acuerdo de la
famosa secuencia en la que el protagonista de "Días sin huella" de
Billy Wilder en la que Don (Ray Milland)
recorre bajo la nieve todo Park Avenue para vender su máquina de
escribir, el único elemento que le une al mundo real, para poder beber unas
copas y ver a sus viejos amigos. Pero ese es un caso extremo. Lo habitual es
que hagan negocio y negocios no solo con
aquello que otros roban (bicicletas, móviles relojes) o con la devaluación de materiales culturales que ellos desechan,
insertos en la ignorancia . Todo muy transformer. Canallitas, chicas macarras,
complicidad policial; lideres fálicos
del postcapitalismo han encontrado un filón en la gente que vende sus
bibliotecas o busca salir de la precariedad cediendo artículos electrónicos o
utensilios caseros. Y se impone la racanería.
Este tipo de negocios, que se gana a su manera los favores de los que
(legalmente) deberían cerrarlos, son un foco de violencia, extorsión y sobre
todo de un aninteectualismo cutre que se ha instalado en nuestro país donde el
no saber de futbol es analfabetismo y no
haber leído un libro en su vida no tiene la menor importancia, hasta da puntos.
Lo que conduce al aumento del racismo, la ignorancia y el desprecio de la
cultura.
Toda esta gentuza que subasta y
revende la felicidad de los demás actúa
en la alegalidad absoluta así que no se te ocurra reclamar, lo más posible es
que intenten hacerte daño o recurran a amigos/as. Regalando móviles con cámara
a los guardianes del orden consiguen impunidad, asustando a la gente se creen
que ganan respetabilidad. Pero cuando alguien acude a vender un libro que ama y
es observado por aves de rapiña, a la
caza del último céntimo se tiene la
sensación de que -como decía Javi Larrauri- estos momentos de estafa económica
y violencia estructural, machismo y codicia, sale a relucir lo mejor y lo peor de las personas. También hacen brotar
a la extrema derecha o los que nunca se
apearon del franquismo favoritista , la pereza mental o el burgalesismo morcillero y atapuerquense aunque los movimientos
sociales de verdad han conseguido parar desahucios, estafas, cargas policiales,
plantar cara al ayuntamiento y hasta detener con sus fuerzas y solidaridad la remodelación cara y oportunista de un
barrio entero, la construcción de un Boulevard para turistas. También crean sus
propios medios de contra-información
Esos si que valen su peso en oro
y el dinero no los puede comprar ni revender. Pongamos que hablo de
Gamonal.
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