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viernes, 25 de diciembre de 2015

Perico Vidal, "el hombre que todos conocían"

Por Juan Vallejo

Perico Vidal, París, 1926 - Madrid, 2010.

No podía faltar en este recorrido por mis grandes amigos, el gran Perico Vidal, " el hombre que todos conocían", como titulaba el crítico de cine del diario El País el pasado 14 de noviembre de 2014, a raíz del libro de Marcos Ordóñez, Big Time: la gran vida de Perico Vidal.
Frank Sinatra, ahora 100 años de su nacimiento, le presentaba así: " My friend Pedro, The man who sabed my lifestyle in Spain" ( " Mi amigo Pedro, el tipo que me salvó la vida en España" ). 

David Lean le consideraba casi un hijo y le regaló 50.000 dólares tras su trabajo en Doctor Zhivago. Íntimo de Orson Welles que le pidió ser su asistente en Mr. Arkadin en España, de Sofía Loren. 
Ayudante de Joseph L. Mankiewicz, Carol Read, Terence Young, Sídney Lumet y Nicholas Ray y de un interminable número de directores.
Centenares de horas compartidas con Perico después y mientras se liberaba del alcoholismo. Murió sobrio después de más de veinte años de abstinencia. Él, el gran seductor, el pionero de aquellos excepcionales técnicos españoles que levantaron las grandes producciones hollywoodienses. 

Amante del jazz, de la fiesta ( conocidas eran sus bacanales en su casa de General Mola donde acudían en los años cincuenta Ava Gardner y Frank Sinatra entre otras celebridades.
Su lucha y contumacia, hizo que el alcoholismo no le matara. Juntos compartimos miles de horas en sobriedad. Él me enseñó en su Hostal Vidal, como le bautizó Christian Marquand, su  ático de Príncipe de Vergara, en donde se reunían los más  grandes de la cinematográfica americana, que vivir es saber parar. 

En sus visitas a mi estudio de Andrés Mellado por los años noventa, cuando todavía podía sujetar el pitillo con sus dedos alargados, asurados, amarillentos, hilados por la perlesía, repasaba mis cuadros con sus consejos, su sabiduría; un ánimo que compartíamos durante interminables horas en las que no se dejaba llevar por la amargura, por la acritud, por los ajustes de cuentas con el pasado. 
Por tantas traiciones en su caída en las garras del alcoholismo al que venció con la ayuda de todos los que le amábamos. Sujetaba mis dibujos mientras les criticaba, y me decía: "Juan: pintar es saber parar". Con qué humildad y serenidad prolongaba las frases, haciendo de la palabra la espera, como si aguardará el futuro previéndole.

Sus frases eran retratos de la gran vida que le tocó llevar, la que casi le destruye. Vivía como un noble arruinado entre los fragmentos que el alcohol respetó de su inteligencia. Su tiempo era el de la voz, el de la palabra que transportaba escenas sin rodar. Hablaba como si rodase. Un privilegio que teníamos muy pocos ese de "ver" las partes de una gran película aún por filmar. No queríamos que llegase el The End.

Alrededor de su voz dormitaba un profundo silencio; un sueño cuajado de visiones que nos deslumbraba. Fueron los años mas felices de mi vida, aquellos que compartí con Perico Vidal.
Entre el rostro de Clint Eastwood y Gregory Peck, su belleza podía muy bien seducir a cualquiera de los grandes actores, directores, actrices y gente de ese mundo tan complicado del cine. Su voz temblorosa, cuarteada y ronca, vertía escenas, sucesos, palabras cuajadas de experiencias, de pequeñas historias tan grandes, que los que teníamos el placer de gozar de su amistad nos llevábamos guardadas en el corazón para repasarlas con los nuestros. Este fascinante ser, dejó en mis sienes la manera de tejer el tapiz de mi vida. 
La biografía de Perico Vidal, la pueden ustedes encontrar en Libros del Asteroide, editada el pasado año. Escrita por Marcos Ordóñez como he dicho.
Hasta el cáncer final seguía trabajando con ochenta años . Su elegancia y simpatía, alegraba nuestras tertulias, las cuales trufaba de experiencias y secretos hasta el punto de tener que hacer virguerías para que las reuniones no fueran masivas, lo cual nos llevó a refugiarnos en un lugar secreto para la mayoría de los que le conocimos. Íntimo de Adolfo Marsillac, su hija Blanca estuvo a su lado en los últimos años, hasta su muerte sedada y digna. 
Fue el responsable de que Julie Christie actuará en Doctor Zhivago. Fumaba coyote con Robert Mitchum. Vivió en Harlem, Los Ángeles, Río de Janeiro, Cuernavaca, Miami, Barcelona...y Madrid donde le conocí . 

Su boda en las Vegas con Jane Fonda y Roger Vadim de padrinos, caviar en el hotel con el mejor champán. Hasta el amanecer del día siguiente; luego el mar.
En aquella España franquista, Vidal y sus amigos vivían en islas, fuera del tiempo y del lugar, confiesa en su biografía. Sus últimos días, su agonía, les seguí a través de Blanca Marsillac que le acompañó hasta el final. Yo estaba fuera de España y jamás me perdonaré no haber podido estar a su lado.
El Escorial de los años cincuenta, se transformó gracias a Perico Vidal en un Hollywood más. 

Era un documento permanente que escribía y describía cuando hablaba. Narraba cuanto decía. Era el hombre que todo el mundo quería conocer. Su lema, del cual aprendí lo poco que soy, era: "estar metido en algo plenamente, hasta el fondo". Pese a las apariencias, su vida individual era un espeso silencio con respuestas demasiado íntimas. Invocaba el pasado como si nunca hubiera existido, y la materia con la que le impregnaba, eran jirones de su propia vida. "Sé feliz todavía", se decía a sí mismo. 
Tantos secretos guardaba, que a veces utilizábamos las vivencias que nos había contado para intentar ahondar en lo que escondía. Discreto, profundamente solidario, jamás criticó a ningún compañero, ni hizo uso de las perversidades que conocía de muchos de ellos. 

El jazz al que amaba, el mejor alcohol del que salíó derrotado, la sabiduría que con Juan Belmonte compartía, y las confidencias del Sinatra más golfo, le llevaron a ser un imprescindible en cualquier foro en donde hubiera cine o se hablase de cine. 
Su abuela Margaret, nació en Filadeldía , tocaba el arpa prodigiosamente desde los doce años y el piano desde los tres, estimulada por su padrastro, Samuel Zimbalist. 
Tocó a las órdenes de Toscanini, Stokowski y Bernstein. Colaboró con Liza Minelli, con Tony Bennet, con Bárbara Streisand, con Miles Davis, James Brown, Aretha Franklin, incluso con los Beatles que tanto amo. 
Durante muchos años se ganó la vida en las grandes cadenas de radio y televisión, especialmente en la BBC. Llegó a tocar como solista en la Casa Blanca para el presidente Eisenhower. 
Cuando Perico hablaba de su abuela Margaret Ros, a todos nos parecía verla enredada entre un arpa celestial.
Su hija Alana, prepara un libro sobre este maravilloso e irrepetible ser. Estaremos a la espera. La vida del ayudante de dirección más importante, más universal que ha tenido España, su enigmaática figura legendaria de hombre perdido en el pasado, su profunda sabiduría, hace que uno se sienta acompañado para el resto de este irrepetible ser que supo parar, no tomar el primer trago. Solo por hoy.

1 comentario:

  1. Hola. Encantado de leerte como siempre. No conocía a este personaje. Pero su curriculum me parece un poco ecléctico, supongo que acorde con la época. Esta bien destrozar a sillazos el retrato de Franco pero suponer que es una genialidad cantar para Eishenower o ser el mejor amigo de Fran Sinatra, suena a personaje tipico de una epoca de divismo. No se de su talento pero esa forma de hablar de las estrellas (mujeres como objetos) y de los actores (hombres) como compañeros de juergas debería empezar a pasar de moda, como ha pasado de moda Garci y compañia. Una vida sin duda ecléctica y llena de momentos apas de momentos apasionantes pero de convivencia con una España que no era más que un decorado de lujo para una vida miserable.

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