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viernes, 7 de agosto de 2015

Entrevista a Antonio García Rubio

Por Eduardo Nabal


Antonio García Rubio es un veterano militante del PCE e IU. Concejal de IU en Torrecillas de la Tiesa, un pueblo de Extremadura.  Es coordinador de la Asamblea Local.

"El programa político debe prevalecer sobre los personalismos"



Hola Antonio. La ilusión que hemos percibido con el triunfo de Manuela Carmena en Madrid y Ada Colau en Barcelona no se ha reproducido en otros lugares, o no de la misma forma. Todo el panorama social y político del estado español, derechas e izquierdas, se encuentra algo revuelto. ¿Qué ha pasado con IU en Extremadura?

 Antonio García: Ya, pero no podemos comparar a los partidos que afortunadamente han desbancado a la derecha en Madrid o en Barcelona con otras regiones. Aquí había ocasión de gobernar con el PSOE o abstenerse y el resultado por mayoría ha sido la abstención, para nada pactar con el PP como se ha llegado a pensar y a decir. No se debe caer en personalismos. Aquí presentamos en varios sitios una candidatura única como Ganemos en las principales capitales de Extremadura pero algunos militantes de Podemos y también de mi formación política han mostrado que su experiencia universitaria no implica experiencia política ni necesariamente coherencia ideológica. No debemos caer en protagonismos sino procurar que la gente vote a un programa y que nos atengamos a él y a su verdadero contenido. A mí la experiencia, algo que debe apreciarse,  me ha enseñado que ni el oportunismo ni el ansia de poder son nada sólido en el tiempo. Gente sin trayectoria política dando lecciones no puede dar buen resultado, no porque sean jóvenes, ya que hay una cantera juvenil muy importante que no aparece en los shows de la tele. Hemos de acercarnos a la gente.

Aleas-IU (Área Afectivo Sexual de Izquierda Unida) se ha formado sin problemas en Andalucía, Canarias, Madrid, Extremadura, incluso en Castilla-La Mancha, aunque sin gran soporte. No ha ocurrido lo mismo en Castilla y León. ¿Cómo ves tú el tema del exilio a las grandes ciudades siendo concejal de un pueblo hace muchos años?

Antonio García: Yo nunca he ocultado que soy gay y no podemos desligarlo de otras luchas. Afortunadamente sí percibo como tú has comentado una juventud más abierta dentro de las formaciones de izquierda con el tema LGTB y el feminismo, aunque quede mucho camino por recorrer. Muchos, yo incluido, hemos tenido que viajar para poder respirar un aire de libertad que luego aquí al menos sí han recogido los y las jóvenes militantes, independientemente de su orientación sexual. Una ruptura con modelos que favorece el aislamiento en pequeñas localidades que no favorecen el asociacionismo frente a un tejido social fragmentario. Debemos estar cerca de la gente.

-Se ha aprobado la Renta Básica en Extremadura. Un logro notable.

A.G: Sí, se ha aprobado y sin el voto del PSOE, lo que es una lástima. Ya lo están disfrutando cientos de familias. Creo que el bien común es un tema prioritario, en estos tiempos por encima de personalismos e incluso de siglas. Lo que ocurre es que Extremadura es una región muy rural y esperamos que las demandas de las gentes de los pueblos lleguen a quienes toman decisiones. Uno de los grandes fallos de la izquierda española, al contrario que por ejemplo la portuguesa, es la falta de unidad, lo que ha favorecido a los de siempre.

Hablando de diversidad. Muchas mujeres feministas y gente LGTB al menos en el Centro y Norte de España se han alejado de los grupos de izquierda porque no recogían sus demandas o no de la manera esperada.   ¿Esto ha ido cambiando?

A.G: Yo aquí sí percibo ese cambio, aunque no ha sido fácil. Muchos jóvenes hicieron pegatinas diciendo que con mi ejemplo les había ayudado a salir del armario. Ocurre lo mismo con los derechos de las mujeres; aunque claro, hay más modelos presentes y más rodaje. Yo planteo que de cara al futuro planteemos un orgullo del mundo rural al margen del jolgorio de las grandes capitales. No nos importa tirar de las carrozas con tractores. La visibilidad es un paso más.

viernes, 31 de julio de 2015

Entrevista a Jorge Luis Peralta sobre el libro colectivo "Masculinidades en la transición" (jorge L.Peralta y Rafael Mérida eds) Editorial EGALES; Punto G:

Por Eduardo Nabal

Jorge Luis Peralta es becario postdoctoral de CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) en la Universidad de La Plata (Argentina) y miembro del proyecto “Representaciones culturales de las minorías sexuales en España (1970-1995)”, dirigido por Rafael M. Mérida Jiménez, en el marco del cual se ha gestado Las masculinidades en la Transición. Próximamente, además, se publicará en Argentina otro volumen editado por Rafael Mérida y por mí mismo: Memorias, identidades y experiencias trans. (In)visibilidades entre Argentina y España.

-Hola: "Masculinidades en la transición" es una apuesta valiente por parte de una editorial y un país que no vive buenos momentos para la cultura, la lectura, el pensamiento sea o no LGTB. Como superasteis el temor a dirigiros a un público  todavía limitado.


-Con este libro se inicia una nueva colección de estudios universitarios LGTB en editorial Egales, que ojalá vaya incorporando nuevos títulos. Es cierto que es un momento complicado para la cultura en general, pero aspiramos a llegar al público que esté interesado en estos temas con una propuesta que, esperamos, resulte atractiva, por su enfoque y por la variedad de las diferentes contribuciones de los y las autores/as. 

-Masculinidades y transición, dos cosas muy interesantes de unir pero ambas han sido vistas (al menos desde algunos frentes) como ficciones o incluso fraudes. ¿Es vuestra intención entrar en el campo de la paradoja o dar una visión interdisciplinar?

-No hay intención de polemizar sino, como bien señalas, de ofrecer una visión interdisciplinar y lo más variada posible. “Masculinidades en la Transición”, como explica Dieter Ingenschay en las páginas introductorias, alude tanto a ese periodo histórico concreto de la historia española (más allá de los debates en torno a su delimitación exacta, o sus puntos débiles), como al hecho de que las identidades de género, en este caso las “masculinidades”, están en un proceso continuo de transformación continua: sería imposible fijarlas a un significado estable, definitivo. Y se habla de “masculinidades” así, en plural, para enfatizar que no hay un patrón unívoco o que funcione de la misma manera para todas las personas. 

-Gracia Trujillo que habla de lo todavía mal conocida "Masculinidad femenina".  Volvemos a encontrar análisis de las obras de Lucia Extebarria, Isabel Franc, y sobre el libro "La insensata geografía del amor". Parece que la cultura lésbica y trans se todavía encuentre algo más limitada o invisibilizada, dependiendo del espacio geopolítico.  Lo que plantea desafíos teóricos y prácticos que llevan a terrenos interesantes pero pantanosos. ¿Como os planteasteis la colaboración?

-Una de las propuestas del volumen es rechazar la interpretación unívoca del concepto “masculinidad” (asociado solo a hombres biológicos) y ampliarlo a lesbianas y trans, según queda patente en diversos capítulos, implícita y explícitamente. El libro es fruto de un grupo de investigación financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad entre 2012 y 2014, en el que participaron investigadorxs españolxs y de otros países; cada unx aportó desde su campo específico y creo que ese intercambio enriquece las propuestas y trabajos que presentamos conjuntamente. A finales de este año aparecerá en Argentina otro libro que hemos preparado y que reúne, precisamente, estudios trans. 

-En el prólogo se habla del movimiento LGTB español como ligado a la izquierda revolucionaria, lo que llevó a cosas positivas (que hoy se están rescatando) pero también a una negación de lo identitario que parecía disolvernos en otras luchas, siendo "los últimos de la fila" ¿Cómo lo veis vosotros?

La discusión académica sobre este tema, desde una perspectiva histórica o sociológica, está empezando a ofrecer nuevas respuestas, de la mano de investigaciones recientes como las firmadas por Dieter Ingenschay, Geoffroy Huard y Kerman Calvo, de la USAL. Lo más importante es que durante las décadas de los 70 y 80 convivieron muy diversas realidades, que todas ellas no han sido igualmente analizadas y que este volumen arroja nuevas luces sobre aquellas luchas e identidades.

-Algunos trabajos de la Transición son muy interesantes porque reflejan obras o artistas que hoy no podrían o querrían expresar lo mismo ni de la misma forma. No obstante, en eso se nos han adelantado hispanistas en el mundo anglosajón. como Paul Julian Smith ¿Qué ocurre ahora en las universidades españolas y qué puede ocurrir?

-La universidad española ha sido una de las más renuentes a la incorporación de perspectivas LGTB. Si bien él número de publicaciones ha ido aumentando con los años, todavía queda un largo camino por recorrer. Actualmente son pocos los espacios académicos destinados a estas investigaciones –por ejemplo, el Centre Dona i Literatura de la UB o el grupo Cuerpo y textualidad de la UAB. Es significativo que muchxs de los investigadorxs que se ocupan de estos temas residan, de hecho, en otros países, como ocurre con varixs de lxs autorxs de nuestro volumen. Lo que puede ocurrir, no lo sabemos, porque es un momento de incertidumbre para las Humanidades en general. Es importante que los espacios que ya existen se conserven; sería deseable, además, que surjan otros nuevos. 

-¿Creéis que si algunos de los escritores/as o artistas/cineastas de los que habláis hubieran visto el presente en el estado español se hubieran echado a llorar o se hubieran llenado de gozo?

-Es imposible saber cuál hubiera sido la reacción de esxs escritorxs y artistas. Vivieron en una época muy diferente, en la que hubieran resultado inconcebibles muchos de los logros que se han alcanzado, por ejemplo, en materia de derechos para las minorías sexuales. Las comparaciones entre épocas siempre resultan enojosas; se puede caer  también en la tentación de “romantizar” o idealizar el pasado. Por otra parte, algunos de los creadores analizados en el volumen están vivos (caso de Ventura Pons, por ejemplo) y sabemos cuáles son sus apuestas en torno a los derechos civiles.

-Aún hoy hay que explicar que hablar de la sexualidad de los creadores en una sociedad  y una academia heterocentrada es todo menos frívolo o banal. He leído estudios feministas rabiosamente anti-queer y también discursos académicos sobre las masculinidades con cierto tufillo heterocentrado o rabiosamente anti-queer ¿Como situáis vuestro libro dentro y fuera de esas tensiones?

-Nuestro libro reúne colaboraciones de diversxs autorxs y como tal, ofrece miradas muy heterogéneas, de allí, como decía antes, que se haya insistido en el plural: “masculinidades”. No se trata, creo, de situarse contra o a favor de lo “queer”, sino, en el caso concreto de este libro, de abordar la problemática de la masculinidad a través de sus diferentes representaciones en un contexto histórico y sociocultural específico. La teoría queer aporta importantes herramientas teóricas y metodológicas, que se combinan con otras si es necesario, o que incluso se debaten y cuestionan, pero que sin duda resultan imprescindibles si queremos pensar las identidades, los géneros y las sexualidades más allá de los binarismos y de la lógica heteronormativa.

-La historia se escribe y reescribe de continuo. Unos libros pueden contradecirse con otros. En el estado español ha sido muy complejo y lo sigue siendo. Algunos personajes ya míticos que mencionáis como Nazario, Ocaña, Eloy de la Iglesia, Jesús Garay etc. fueron muy reales, y también muy contradictorios y controvertidos. ¿Creéis que la consciencia de estar haciendo algo de mayor o menor valor es siempre posterior?

-Es difícil responder por otras personas. ¿Sabía Ocaña que lo que estaba haciendo iba a tener la trascendencia que llegó a tener? Muy probablemente no. Vivió su época, hizo lo que en ese momento quiso y pudo hacer y hoy, retrospectivamente, le asignamos a su persona y a su obra una significación que deriva de importantes avances sociales y también en el ámbito de los movimientos y estudios LGTB. 

- A algunos la experiencia, la trayectoria (además del enchufismo oportunista) nos ha alejado de la Universidad, o al revés, vemos en algunos estudios algo de repetitivo o, en ocasiones,  elitista. Aunque vuestro libro es bastante accesible ¿Hay campos que os hubiera gustado tocar que no habéis podido o sabido hacer del todo?

-La tensión entre la “universidad” y la “calle” resulta, en cierta forma, inevitable. Pero no son ámbitos incompatibles y, de hecho, muchxs académicos desarrollan también una importante labor en el activismo, es el caso, por ejemplo, de Gracia Trujillo, que colabora en nuestro libro. Por supuesto que es importante seguir acortando las distancias. Las masculinidades en la Transición es obra de un esfuerzo conjunto en el que cada autor/a ha hecho un aporte desde el campo en el que se desempeña, ya sean la sociología, los estudios literarios o los estudios sobre cine. Nos hubiera gustado, quizá, una mayor presencia de estudios sobre masculinidades femeninas o trans, pero este volumen solo pretende ofrecer una primera aproximación que, seguramente, abrirá las puertas a futuros trabajos.

- Algunos dicen que falta un espacio creativo (como un laboratorio cerrado y a la vez abierto) y sobra teoría pero hay teoría que puede ser muy creativa según se desarrolle ¿Como veis 
vosotros/as esa brecha?

No creo en la idea de la teoría por un lado y lo “creativo” por otro. Hay una necesaria retroalimentación entre los dos campos. Teoría, etimológicamente, significa “contemplar”, “especular”, y esa contemplación o especulación, cuanto más lúdica y creativa sea, mejor. Por otro lado, las creaciones artísticas también contienen sus propias “teorías”, como ha señalado Didier Eribon respecto de la literatura: vale la pena, por lo tanto, indagar cómo se imbrican, complementan o discuten entre sí las teorías “puras” y las teorías “artísticas”: un diálogo que sin duda tiene que ser muy fructífero. 

miércoles, 15 de julio de 2015

Entrevista a Pablo Peinado compilador de trans




Por Eduardo Nabal

- Hola Pablo. No eres nuevo en el tema. ¿Qué te lleva y como ha sido tu trayectoria en el universo trans y en el festival Visible? 

Bueno realmente sí soy nuevo en el tema trans. Llevo años colaborando con el colectivo Transexualia organizando exposiciones para ellos y llegó un momento en que quería saber más. Por eso decidí editar un libro sobre el tema, una mirada pluridisciplinar sobre la transexualidad y el transgénero. 
Ahora va a salir otro con el título de Vidas Trans que es un libro que recoge quince entrevistas con hombres y mujeres trans de muy diferentes edades, orígenes, niveles culturales… creo que aportará una nueva mirada hacia este colectivo. 

 -Vivimos un momento difícil para publicar. Supongo que esto ha influido un poco en la forma o el concepto que hay detrás del libro. 

Bueno en este caso no me ha resultado difícil porque es un libro editado por Transexualia con una subvención. La tirada es pequeña y el coste ha sido mínimo. Confío en que mucha gente me pida el pdf para enviárselo y que el libro se mueva mucho por todo el mundo. Y tenga una larga y fructífera vida. 

-Gays y lesbianas hablando de transexualidad. Uno se siente algo incómodo así de entrada, como ha dicho José Luis Serrano, porque siente que le unen muchas cosas y separan otras. ¿Crees que esta distinción es necesaria o algo a superar a la larga con las nuevas ideas sobre los géneros y los cuerpos? 

Creo que todos somos diferentes, incluso dentro de un mismo colectivo. Yo comparto muchas cosas con otras gays y otras no me gustan en absoluto y viceversa. 

Trabajé en Zero y sufrí discriminación por no ser un gay como los demás, como los demás que trabajaban allí quiero decir. Por eso yo siempre defiendo que cada uno sea como sea y que viva la diversidad. 
Yo me metí en un territorio que no es cien por cien mío pero que me resulta cercano y que tiene que ver con no ser como los demás, con no sentirse aceptado ni respetado, con cuestionarme mi propio género y mi orientación sexual… por eso creo que mi actitud es adecuada para enfrentar un proyecto de este tipo. 

-Estos días se habla mucho de mercantilización, y no sin razón. No obstante, si vives en un pueblo o en una ciudad pequeña el poder desplazarte a una gran capital sigue siendo algo que anima, oxigena, aunque el precio sea más o menos alto. ¿Ves esto aumentado o acentuado en el caso de las personas trans? 

No sé si te refieres a venir a Madrid a la manifestación del Orgullo o venir a vivir a Madrid. Si es a lo primero pues sí, hay mercantilización, pero hay que separar lo que hay de negocio y enriquecimiento por parte de algunos y lo que hay de espíritu reivindicativo, de apertura de una ciudad. 
No me molesta que algunos ganen dinero con el orgullo mientras haya transparencia en estos negocios y no sean propiedad exclusiva de unos pocos, de una mafia. El negocio es inevitable cuando se reúnen cientos de miles de personas, pero lo importante es reunirse y reivindicar... 

-La transfobia viene de lejos pero uno de los elementos más difíciles de sortear sin espinas es el terreno médico. ¿Cómo ves el paso adelante a la medicalización o crees que cada persona transexual tiene su trayectoria y sus aspiraciones?

Creo que España es un país avanzado en todo lo que tiene que ver con el tratamiento a personas trans, otra cosa es que esto sea mejorable y criticable, que lo es. Creo que hay que avanzar en el respeto a las personas trans, en no obligarles a hacer cosas que no les gustan o dar pasos que no desean dar. 
Creo que hay que avanzar en el respeto a sus procesos y en parte desmedicalizar todo lo relacionado con sus vidas y sus cuerpos y dejar la parte médica lo más escueta y ajustada posible. 
Una persona trans, como cualquier persona, tiene capacidad para decidir por sí misma y saber lo que quiere hacer con su cuerpo o hasta dónde quiere llegar. Sólo necesita información objetiva y clara para poder tomar sus propias decisiones, pero sin quererles vender ninguna moto. 

-El libro es bastante completo y heterogéneo. Has conseguido puntos de vista muy diferentes y hasta opuestos. ¿Ha sido deliberado o ha ido surgiendo así? 

Si la democracia tiene sentido es porque cada uno tiene derecho a decir lo que piensa, aunque sea lo contrario de lo que piensa su vecino. Creo que en este libro hay opiniones contrapuestas y quiero pensar que el lector será lo bastante inteligente como para sacar sus propias conclusiones, pero me parecía importante dar voz a todo el mundo. Los que piensan que las cosas están bien como están tienen sus razones: venimos de la nada y hemos alcanzado muchas metas. Los que piensan que las cosas están mal y que tienen que cambiar también tienen las suyas: ellos quieren mejorar lo que hay –que es mucho y bueno- porque todos los sistemas necesitan gente que los cuestione y que los haga avanzar. El equilibrio casi siempre está en el término medio… 

-Yo me ocupo del cine y algo de literatura, donde lesbianas y trans han ido detrás de los gays en visibilidad a pesar de los indiscutibles avances. ¿Cómo ves el futuro del mudo LGTB en un país en plena “recesión” y convulsiones políticas que afectan a todas pero no de la misma forma? 

Creo que el concepto cultura LGTB todavía está por asumirse. 
Que todavía queda mucho por entender, aceptar y respetar. 
Creo que las personas LGTB tenemos que construir cultura, para tener presencia social y cultural, para hacernos visibles. 
Creo que aún está por escribirse la memoria LGTB, nuestra memoria histórica está aún por construirse y cada día que pasa se pierde una memoria individual y la suma de muchas memorias es nuestra memoria colectiva. Sin memoria del pasado no se puede construir un futuro. Por eso reivindico la creación en España de un espacio cultural LGTB que incluya un museo. 
Para ello llevo más de diez años reuniendo una colección de arte –la Colección Visible- que reúne a día de hoy más de mil quinientas obras de arte de creadores de todo el mundo. Una colección de arte LGTB. Y me gustaría encontrar algún día una administración, un ayuntamiento que se interese por crear este espacio y que en él puedan quedar depositadas y bien cuidadas estas obras de arte que con tanto cariño llevo años y años reuniendo para que tengan un futuro. Y desde el futuro ofrezcan una mirada hacia nuestro pasado, ese pasado de falta de derechos, reivindicaciones y lucha. 
Ese pasado de LGTBfobia, pero también de matrimonio igualitario, de igualdad de género, de lucha por el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo, sin que sean otros lo que decidan por nosotros.

martes, 7 de julio de 2015

Entrevista a Lara Hernández, de ALEAS-IU Madrid



Por Eduardo Nabal

"Los feminismos son cristales nuevos para ver el mundo"
-Aleas-IU estuvo a punto de formarse en Burgos pero no llegó a suceder. Mi experiencia personal es que suelen ser  las lesbianas las que tiran de este carro. Claro que cada ciudad tiene sus peculiaridades, divergencias y limitaciones. ¿Como ves el tema del exilio rural de la gente LGTB a las grandes capitales? ¿Y el futuro del feminismo y las luchas LGTB en los partidos de izquierdas?

Lara Hernández : Veo que se paga un doble precio con el exilio. Una juventud nueva pero que todavía busca espacios de libertad, encuentro y anonimato.  Y no solo el exilio rural sino también el exilio hacia el extranjero por motivos laborales. El tema es que no debería ser así. En cada lugar tendría que haber su lucha. Las lesbianas sufren una doble discriminación. Yo misma, como mujer, me he sentido menos relevante que la palabra de los hombres dentro de mi formación política. Eso se traduce en que, como ha ocurrido en Grecia, se piense que las cuestiones de género son secundarias, no transversales. El feminismo es una forma nueva de ver el mundo. Percibes, como a través de unos cristales nuevos, que "otro mundo es posible", pero también en el que las mujeres no solo intervengan sino que conquisten espacios de los que han sido alejadas.

-¿La llamada "crisis" ha alejado a  la academia, la universidad de  la calle o, por el contrario, la ha acercado? Sin caer en victimismos como explicar que los recortes se llenan de ideología.

L. H: Es arriesgado generalizar pero ni siquiera la academia se ha librado de estos recortes llenos de ideología. Creo que sí se están empezando a articular cosas muy interesantes, también desde la Universidad, pero todo el mundo quiere garantizar su estabilidad o continuidad. En ocasiones hay endogamia y amiguismo pero eso se va superando al igual que se van reciclando algunos dinosaurios de la docencia tradicional. 

-Las leyes del PSOE no suelen ser muy completas. Pero hay temas que en una ciudad como Burgos no se han conseguido. ¿Crees que hay partidos que solo se acuerdan de nosotros y nosotras, o de las personas discapacitadas o los inmigrantes, cuando llegan las elecciones?

L.H. En Aleas IU creemos que no se ha legislado contra la homofobia y poco contra el machismo. Aún así las leyes solas no solucionan casi nada. Nosotros creemos que ante la violencia homofóbica y lesbofóbica, hacia todo el colectivo LGTB y a las mujeres, es necesario primero Denunciar, luego Visibilizar y definitivamente Educar. La visibilidad es importante, especialmente si hablamos de mujeres y además lesbianas. No es victimismo, es que hay que partir de dos luchas comunes.

-Existen muchas chicas jóvenes que no se sienten representadas por el feminismo tradicional y menos por el que llegó al poder, el institucional. ¿Qué opinas del término transfeminista?   


-Sí siento ese alejamiento de las feministas jóvenes del feminismo tradicional. Sin olvidar la importancia de  su herencia la realidad actual demanda nuevos sujetos mujeres en plural  dispuestos a estar en todos los campos de la sociedad, empezando por la política. Entiendo que nuevos feminismos busquen entrar donde el feminismo institucional nunca ha llegado, y a gente a la que nunca se han acercado o lo han hecho con bastantes prejuicios.

lunes, 25 de mayo de 2015

Entrevista a Raquel (Lucas) Platero

Por Eduardo Nabal

Entrevistamos a Raquel (Lucas Platero) (Madrid, 1970)
AUTOR DEL LIBRO
“TRANS*EXUALIDADES. ACOMPAÑAMIENTO, FACTORES DE SALUD Y RECURSOS EDUCATIVOS” (Editorial Bellaterra, 2014), que ya está en muchas librerías. 
Desde el compromiso y la pedagogía social su ensayo aborda la intervención comunitaria sobre la infancia y juventud que rompe las normas de género y son transexuales, introduciendo el término trans con asterisco, trans*, como herramienta política. También muestra cómo combatir la transfobia, ofreciendo herramientas educativas y de intervención. Platero ha publicado otros libros como: “Intersecciones. Cuerpos y Sexualidades en la encrucijada” (Bellaterra, 2012); “Lesbianas. Discursos y representaciones” (Melusina, 2008) y “Herramientas para combatir el bullyng homofóbico” (Talasa, 2007).

-Hola Lucas. El tema de la despatologización trans está en el candelero pero estamos en un campo de intervención muy nuevo como para abordarlo a la ligera. Tu libro aborda la transfobia que, a mi entender, a pesar de sus indudables conexiones, es algo diferente a la homofobia o la lesbofobia, igual que un tipo de discriminación no es igual a otro, aunque las luchas puedan coincidir. ¿Cómo ves tú estas distinciones?

Raquel (Lucas) Platero: Distinguir diferentes tipos de discriminación tiene el valor de afinar nuestra mirada sobre cómo transformar nuestra realidad social, con un impacto específico sobre las posibilidades reales de vida y de vida digna de las personas, en este caso de las personas trans* y sus familias. La transfobia no es mas que un término que señala toda forma de violencia, rechazo, agresividad y actitudes negativas sobre quienes transgreden o no encajan en las expectativas sociales sobre las normas de género. No se trata de un fenómeno individual, sino que  también incluye formas institucionalizadas de discriminación, patologización y estigmatización. La transfobia sin duda incluye formas concretas de sexismo, de clasismo, de capacitismo, racismo y otras exclusiones que conforman una exclusión múltiple, que podemos señalar como interseccional.

-¿Qué aporta este libro que no tengan otros ya publicados sobre la transexualidad?
R.L.P : “Trans*exualidades” se propone como una herramienta para la transformación social, de manera que no sólo contiene cosas básicas como conceptos y un marco teórico, sino que aporta también cosas novedosas como una atención cuidadosa a la infancia y a las familias. Desde un marco teórico accesible y riguroso, se ofrece un análisis de los factores de salud que impactan en la calidad de vida de las personas trans* y que contribuye a combatir la transfobia social. Además, se muestra un mapeado realizado con entrevistas con menores y adultos trans*, así como de sus familias y profesionales en el ámbito. Finalmente, incluye herramientas prácticas como actividades didácticas, personajes históricos y recursos educativos. Creo que es muy libro completo, que puede ser útil para públicos muy distintos.

-Al abordar personajes históricos ¿no temes que la gente trans que no puede o no quiere pasar a la “historia” se sienta por debajo de las expectativas? Ocurre el mismo con el tema de la excepcionalidad en el caso de personas con diversidad funcional o perteneciente a la etnia gitana. ¿O esto ya lo sabes y la intención y el enfoque es otro?
R.L.P: El libro contiene una vocación muy práctica, y como ya he dicho, incluye actividades para realizar en grupo y también referencias a algunos casos concretos a lo largo de la historia. Estos ejemplos concretos tienen el valor señalar que la transgresión de las normas de género es una constante de la historia desde que la conocemos, que es inherente a la misma idea rígida de la división social entre hombres y mujeres, tan propia de nuestra sociedad. Incluir las actividades prácticas o los ejemplos en la historia no trata de señalar la importancia de “hacer historia” o de la excepcionalidad, sino que persigue provocar un debate sobre el papel de esta organización dicotómica y la necesidad de entender la diversidad de las personas en cualquier momento histórico y lugar geográfico. Por otra parte, presentar algunas historias propias del contexto del Estado español contribuye a generar un imaginario posible más cercano, sin tener que recurrir a ejemplos más lejanos, como pueden ser los anglosajones, que por otra parte, están más documentados y que sobre-representan los estudios LGTB.  

D.P: Conozco casos más o menos cercanos de trans FM o MF que me han llegado a confesar que se operan u hormonan para ser tomados en serio en su entorno más próximo. ¿Es tu libro “Transexualidades” también un arma contra la dictadura médico-quirúrgica?
Raquel L. P: Deseo que Trans*exualidades sea un arma para que las personas trans* de todas las edades, incluyendo los y las menores, puedan vivir mejor y más dignamente, sea cual sea su manera de vivir su transexualidad. La medicalización y la situación actual de derechos en el Estado español sitúa a las personas trans* en un lugar de infantilización, paternalismo y tutela constante por parte de legisladores, expertos y médicos que hace muy difícil tener en cuenta la voz de las propias personas trans* de todas las edades. Esta es una situación insostenible y creo importante que se den pasos para ahondar en la idea de que la transexualidad no es una enfermedad, mientras que la transfobia es y debe ser un delito.

-Tu libro “Intersecciones” hacía un análisis muy cercano a lo que está pasando aquí y ahora, con respecto a la sexualidad no normativa en el Estado Español. También los textos de Beatriz Preciado sobre las hormonas, el cuerpo  y el poder son muy interesantes, pero son –a mi entender-  más brillantes que prácticos. ¿Das voz a gente que no tiene por qué tener conocimientos exhaustivos o teorías rompedoras?
R.L.P: Este libro tiene 434 páginas, imposibles de escribir sin hablar, pensar y escuchar a muchísimas personas trans*, familias, profesionales e investigadores con posicionamientos bien distintos; he tratado de representar precisamente esa diversidad de opiniones y opciones vitales. No puedo sino admirar a las niñas de 6 años que he conocido, que se atreven a ir al cole con falda y horquillas de colores, en espacios muy hostiles donde les recuerdan que han nacido como niños y que tratan de eludir su responsabilidad frente a su derecho a recibir una educación que no les discrimine. Estas niñas y niños son expertas en el esfuerzo de hacer valer sus derechos, son la fuente de inspiración de este libro. Por otra parte, soy muy consciente de que ser una persona trans* no te hace necesariamente disidente de todos valores dominantes – como ya ha dicho muchas veces Mauro Cabral-. Mi trabajo no consiste en juzgar a las personas, sino en hacer propuestas sobre cómo combatir la transfobia.

-Los casos de discriminación salvaje salen a la luz, normalmente, pero el día a día y sus ofensas (por ejemplo una trans en un equipo de béisbol, en el ejército o en un grupo feminista “de los de antes”) no siempre son tenidos en cuenta. ¿Esto, afortunadamente, va cambiando?
R.L.P:  La discriminación sigue existiendo, a veces en forma de paternalismo que parece bien intencionado, otras veces en forma de diagnóstico médico o de tutela legal, las menos pero más dramáticas, en forma de actos violentos. Al mismo tiempo, cada vez más hay personas trans*, familias y profesionales que se están revelando frente a este futuro fatalista y plantean otras maneras de vivir. Gracias a este libro he conocido historias preciosas de padres que ayudan a sus hijas a presentarse como niñas en el parque frente a otros niños, dándoles la oportunidad de probar si es eso lo que necesitan para ser felices. Este tipo de historias de complicidad y cariño son revolucionarias, posibilitan imaginarse las vidas de las personas trans* más allá de la transfobia y centrarse en otras cosas, como el resto de las niñas y los niños.  Las personas trans* son mucho más que las normas que no cumplen.

-Hace poco dije en una intervención para presentar una película titulada “XXXXXXXXX”, que los dos libros más terribles de la Historia son la Biblia y el Manual de Desórdenes Mentales. ¿Es ir demasiado lejos, ya que mucha gente sigue necesitando atención psicológica o médica? ¿Se habla a veces, un poco a la ligera, queriendo romper el prejuicio o, al revés, sostenerlo?
R.L.P: Nuestra sociedad está gobernada por instituciones que producen documentos con los que nos disciplinan, en un intento de objetivar lo que es un acuerdo social de parte de  esa misma sociedad. La enfermedad mental o las normas religiosas son buenos ejemplos de esos acuerdos sociales sobre lo aceptado o no, que curiosamente, cambia y se transforma a lo largo del tiempo. Ya no le cortamos una mano a quien roba, no consideramos que la esquizofrenia sea un mal divino o se contagie. Como sociedad, nos hace falta una revisión crítica y honesta sobre qué impacto tienen estos regímenes de autoridad, sobre aquellos que sostienen que “la verdad” se refleja en estos textos. No son fuentes neutrales ni objetivas, tienen un impacto importante sobre la vida de las personas, especialmente de quienes más desamparadas están.

-Finalmente, solo quería que me dijeras además cuáles son las principales resistencias que se ha encontrado la despatologización, en los médicos e incluso dentro del propio movimiento?
R.L.P: Afirmar que la transexualidad es un trastorno, o algo moralmente negativo, es interesado, nunca es neutral. Sirve para afirmarse como fuente de autoridad, frente a unas personas que necesitan dar significado a sus vivencias, a menudo, mientras todavía están tratando de entenderse a sí mismas. La buena noticia es que lo que parecía una idea alocada propia sólo de algunos pequeños grupos de activistas, familias y profesionales se está convirtiendo en una noción estable y sensata, las personas trans* no están enfermas, no tienen un trastorno. Sólo requieren de los apoyos de su entorno para poder vivir acorde a cómo se sienten. Para algunos movimientos sociales, partidos políticos o investigadores los derechos trans* no han sido “tan importantes”, han sido relegados a un segundo plano demasiado a menudo, si bien ahora mismo están siendo más visibles que nunca. Es imposible escapar al hecho de que nuestra sociedad es plural y que las personas trans* tienen todo tipo de edades, clases sociales y profesiones.


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