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domingo, 13 de septiembre de 2015

Entrevista a Conchi Unanue

Por Eduardo Nabal 

Conchi Unanue Cuesta- nació en un pueblo de León. Diplomada en Trabajo Social-UNILEON, Graduada en Sociología-UNED, Licenciada en Antropología Social y Cultural-UNED. Máster en Coaching para los procesos de Cambio y Motivación Social. Doctoranda en Antropología. Investigadora: LGTB+ y Queer. Género y exclusión social. Activista feminista-queer y lgtb+. Redactora en MAGLES (revista para mujeres lesbianas). Profesora de Derechos Humanos en UNILEON. Profesora de los Grados de Sociología y Trabajo Social en la UNED. 

"Desde los feminismos debemos cuestionarnos si seguimos asumiendo la heteronormatividad y la categoría mujer en ciertos aspectos, con todas las exclusiones que conllevan y fomentan, cuestionamiento básico para reaccionar y no dejar fuera a mujeres que ahora mismo no están incluidas en la legislación de violencia de género y que también la padecen".

Hola Conchi: ¿Qué tal? ¿Cómo ves el feminismo o los feminismos desde una perspectiva intergeneracional? ¿Y desde una perspectiva intercultural o de particularidades geográficas? ¿Y desde la economía y la situación de precarización?

Conchi Unanue: Hola Eduardo, buenos días. Bien, aquí sigo resistiendo. Desde una perspectiva intergeneracional, en líneas generales, veo que a pesar de que hay cierta continuidad, percibo algunas fracturas importantes , en algunos casos hay cierto hermetismo-limitante . 
Un hermetismo que personalmente no entiendo y no comparto, en el acceso de las más jóvenes a los feminismos. 
Hay quienes se piensan que debido a todos los años de activismo, el /los feminismos son de su propiedad, agradezco la lucha y el trabajo realizado, todo el legado, pero los feminismos como todo movimiento social están vivos, cambian y se adaptan a la realidad en la que están inmersos y, por tanto, necesitan nuevas ideas, nuevos puntos de vista, nuevas fuerzas y alianzas, relevo generacional, autocrítica y construcción de redes de trabajo, activismo, reflexión, etc.

He sido testigo de comentarios del tipo: “no son suficientemente feministas” refiriéndose a grupos de mujeres rurales que empiezan a organizarse, a trabajar y luchar por sus derechos y su espacio vital, como si desde una posición de supuesta superioridad teórica, se pudiera permitir o denegar el acceso a los feminismos a otras mujeres. 

También cómo para realizar algunas acciones de reivindicación en las calles, acciones más novedosas, impactantes y transgresoras, se informa al grupo feminista más antiguo de la ciudad y se espera su opinión y aprobación para continuar. Son algunos ejemplos de lo que me parecen prácticas y estructuras patriarcales que se reproducen inconscientemente.
Cosas así hacen inoperativos y estáticos a los feminismos, los sacan de la realidad y de las calles y desde luego reflejan una especie de clasismo que crea jerarquías y estructuras contra las que precisamente se debería luchar, y sobre todo alejamos y sacamos fuera a mujeres, algo que me parece insólito y demencial. 

En las ciudades pequeñas el control social también tiene lugar dentro de los feminismos y esa es mi realidad más próxima, afortunadamente en ciudades más grandes la continua retroalimentación entre diferentes generaciones, entre la parte más reflexiva y teórica y la más activista de calle, entre diferentes perspectivas, etc. está dando unos resultados diferentes y que, al menos a mí, me atraen mucho y me parecen estimulantes, interesantes y necesarios. 

Y por otra parte creo que cuestiones que pensábamos ya asimiladas y superadas, están haciendo mucho daño a las más jóvenes como por ejemplo todo lo relativo al “amor romántico”; creo que debimos congelar a Walt Disney mucho antes de lo que se hizo para evitar esos daños colaterales que desde la infancia se intentan grabar a fuego en nosotrxs.
En cuanto a la cuestión intercultural / geográfica, pienso que a menos que abandonemos el discurso que se inicia con “la mujer…” y “el feminismo…” estaremos dejando fuera y sin voz a muchas mujeres, a todas aquellas que no cumplimos con las características de la mujer-norma: no hay un estereotipo-norma que encierra a todas las mujeres existentes y por tanto el discurso/los discursos deben modernizarse y abrirse urgentemente si pretenden ser representativos e inclusivos. 

No podemos ni debemos caer en divisiones como la de “nosotras frente a las otras”, no debemos reclamar legitimidad al precio de usurpársela a “las otras”. 
Creo que eso está en la base de algunas actitudes paternalistas/maternalistas de supuesta protección con respecto a mujeres a las que apenas se escucha, pero se decide lo que mejor será para ellas en un intento por liberarlas, x ej. musulmanas, gitanas, rurales, etc. 
Tanto en cuestiones intergeneracionales, como interculturales y de particularidades geográficas, pienso que el cuestionamiento continuo nos aportará vida, espacios de crecimiento y diálogo muy interesantes, de igual modo que el permitir que diferentes disciplinas compartan, convivan y nutran nuevas perspectivas y formas de abordar y analizar las realidades. 


-¿Cómo ves el tema de la violencia de género y las diferentes estrategias de respuesta? Personalmente no me gustan demasiado los presupuestos en que se basan las campañas institucionales. No digo que no sean necesarias, al revés, digo que deberían enfocarse de otra forma. Pero supongo que dentro del feminismo habrá diferentes formas de abordarlo. 

Conchi Unanue: La violencia de género es algo espeluznante, atroz, terrible, este verano lamentablemente asistimos a unos asesinatos que parecen retroalimentarse, ante la pasividad de quienes deben activar y garantizar la seguridad de la ciudadanía, y creo que en parte esa es una de las cuestiones del problema ¿quién es ciudadanía y quién no lo es?, ¿quién merece urgencia en las medidas y quién no?, ¿qué dolor importa y qué dolor no?, ¿qué cuerpos importan y qué cuerpos no?, ¿qué es prioritario y qué no lo es a la hora de aplicar recortes?... 

Deberíamos analizarlo desde la desigual distribución de la vulnerabilidad, de la atención mediática y del duelo. Creo que el resultado sería muy clarificador, ¿por qué los asesinatos machistas, que son más de 750 en la última década (según cifras “oficiales”), no tienen la atención mediática, los espacios en los medios de comunicación que tendrían otros asesinatos u otro terrorismo?, ¿por qué ese desajuste entre el cómputo oficial y el de la sociedad civil?... 

Estas serían algunas de las cuestiones a plantearnos, el hecho de que es algo cultural lo sabemos, como sabemos que el seguir transmitiendo y perpetuando determinadas actitudes, referencias, valores y silencios desde la sociedad, los medios de comunicación, las familias y las instituciones educativas principalmente, aseguran el “no cambio” de la situación, la continuidad de las desigualdades, todo eso lo sabemos y conocemos, como también conocemos que la confesión del asesinato machista sigue considerándose atenuante, a pesar de que el 74% se entrega voluntariamente y el 16% se suicida tras el asesinato, lo que implica que son plenamente conscientes del asesinato que han cometido y por tanto no es entendible, y mucho menos permisible, que esa entrega facilite o reduzca la condena. 

Si continuamos planteando leyes desde el punto de vista coloquial-opiniones, en vez de profesional y operativo, estamos posicionándonos claramente en un “no querer cambiar” en no ceder privilegios, no es entendible que la respuesta que se obtenga en los juzgados desde el punto de vista de medición de riesgos y respuesta ante los mismos, sea la misma respuesta que podría dar a una víctima cualquier persona de su vecindario. 
Eso lleva implícito un mensaje bastante claro de que lo secundario no requiere la contundencia ni los medios de lo que es urgente y prioritario, es un claro “esperad que solucionemos lo importante y después, ya si eso, nos ocupamos de lo vuestro, no es nada personal, es cultural y claro… cuesta demasiado cambiarlo, nosotros también somos víctimas de ello”. 

A nivel social, me llama poderosamente la atención que el argumento de las denuncias falsas se sostenga frente a las cifras de asesinadas. He buscado y no encuentro ningún tipo más de delito de esta magnitud, en el que frente a la petición de medidas, implicación, justicia y soluciones respecto a los asesinatos, la respuesta de cierto sector sea “hay denuncias falsas”. Y estoy segura de que en ningún otro caso se permitiría utilizar ese argumento, que no deja de ser un ataque más. 
Y desde los feminismos debemos cuestionarnos si seguimos asumiendo la heteronormatividad y la categoría mujer en ciertos aspectos, con todas las exclusiones que conllevan y fomentan, cuestionamiento básico para reaccionar y no dejar fuera a mujeres que ahora mismo no están incluidas en la legislación de violencia de género y que la padecen.

-¿Cómo ves el futuro del movimiento? ¿Y la resistencia del feminismo a lo queer o el lesbianismo visible, si es que existen realmente esas resistencias? 

Conchi Unanue: Espero que la autocrítica y el cuestionamiento desde dentro generen nuevos espacios, en los que superemos definitivamente los binarismos de género y sexuales y el heterocentrismo que se sigue arrastrando, y que ocultan o niegan la existencia de mujeres diversas, con realidades y vivencias múltiples, diversas y diferentes. 

Esa resistencia me llama la atención, porque cuando he escuchado críticas a lo queer, incluso con desprecio a ciertas autoras, temas y libros, he preguntado las razones de esa crítica y en no pocos casos la crítica era infundada, era una crítica “porque sí” y no era un cuestionamiento de ideas o de posicionamientos; era un cuestionamiento a personas, en especial a Butler y en algunos casos a Beatriz Suárez Briones, a las que sigo y me parecen muy lúcidas, certeras y necesarias (casi imprescindibles). 

Creo que en el fondo es una cuestión de resistencia a los cambios y al esfuerzo de apertura y aprendizaje que implica todo cambio, cierta pereza ante nuevas ideas que desconozco y pueden conocer otras personas. 
El pensar, equivocadamente, que si deconstruimos la identidad también deconstruimos la política; desde ese error parece que surge la catástrofe de la desaparición del “ente mujer”, pero no somos conscientes de que ese “ente mujer” asfixia a la diversidad de realidades mujeres y las/nos excluye (resistencia lesbiana entre otras).
Creo que la intersección de variables en el análisis nos dará nuevas perspectivas desde las que tendremos en cuenta multitud de identidades, de prácticas y en el que no fomentaremos la existencia de “fugitivas”, ni “proscritas”. 

-¿Crees que se han creado redes de solidaridad suficientes o que estamos en un momento socioeconómico muy delicado para los avances? ¿Percibes, como yo, una juventud con ideas nuevas en un momento socioeconómico complejo? 

Conchi Unanue: Movimientos como el 15M son esperanzadores, toda la renovación y cambio que suponen son imprescindibles y se ha visto que los que despectivamente eran “lxs notas de siempre”, “cuatro perrxflautas” han terminado por hacer temblar la comodidad de un sistema desgastado, poco o nada representativo de la realidad social, e incapacitado para la empatía con la ciudadanía y su sufrimiento. 

La solidaridad social, crear redes, poner en valor todo y a todxs aquellxs que han sido desposeidxs incluso de su propia legitimidad debido a su éxodo de lo normativo, es vital, para un posicionamiento político de resistencia en la calle y en las instituciones, reapropiarse de lo que es de la ciudanía e incluir en esa lucha y resistencia a todxs es esencial, si pretendemos cambiar un sistema caníbal y depredador, por uno que conlleve la calidad y calidez humana suficiente como para poner en el centro a las personas. 
En este sentido creo que se ha visto cómo las distintas acciones han configurado las distintas identidades y no al revés como se pensaba tradicionalmente, lo que confirma el dinamismo y la diversidad de las identidades y no su permanencia estática e inmutable. 

Los movimientos sociales de calle deberían ser algo permanente, algo que recuerde en todo momento a quien gobierne que su legitimidad, su autoridad, proviene de la ciudadanía, sin olvidar que todo sistema de liderazgo más o menos injusto, requiere no sólo nuestra sumisión física, sino también nuestro consentimiento y cooperación. Por ello es vital el cuestionamiento que los grupos sociales de resistencia hacen en la deslegitimación de la ideología utilizada para gobernar y aplicar medidas abusivas como puede ser ahora mismo la “ley mordaza”, la reforma del aborto, políticas de miedo, sometimiento y desposesión que crean precariedad de vidas y violencia. 

-El término transfeminismo o feminismos queer son, de entrada, muy interesantes y me gustaría que entiendes tú por todo ello, dentro y, sobre todo, fuera de la academia. La gente joven tiene ahora mucha información pero no saben como empezar. A lo mejor porque dentro de su entorno, núcleo de amigos/as o formación política, no se propicia el surgimiento de voces nuevas o jóvenes. 

Conchi Unanue: Dentro de la academia también hay muchas voces críticas a lo queer, y otras voces que “no saben si defienden o atacan” pero que, ante la duda, ya se sabe que la mejor defensa es un buen ataque. 
Como ya he comentado, esto también se da en ciertos grupos feministas. 

La academia y los movimientos sociales están compuestos por personas y dentro de esos grupos hay personas de todo tipo, afortunadamente cada vez dentro de la academia hay más voces disidentes, que como no podía ser de otra forma terminamos por encontrarnos y formar una especie de resistencia periférica, personalmente me siento más atraída por esta periferia y por las personas que me encuentro en ella, que por la estabilidad en ciertos aspectos que hay en los lugares centrales y quienes allí viven, es estimulante sentirte dentro de las incesantes corrientes de ideas que te obligan a aprender y desaprender continuamente, a construir y deconstruir, aunque reconozco que el precio a pagar por ello es en ocasiones alto y no siempre visible. 

En parte este espacio del que hablo podría ser a lo que Judith Butler se refiere como el encuentro de lxs rarxs y la certeza de que no hace falta ser o pretender ser normales para tener legitimidad. Una vez que cae la obsesión por ser aceptadxs, por ser normales, solamente quedan potencialidades: la de ser nosotrxs mismxs, la de poder cambiar cuantas veces necesitemos, la de no poner límites a las posibilidades, de hacer alianzas que transciendan lo individual y lo grupal, vale estamos en la periferia, en los límites, pues muy bien vamos a trabajar y a crear vidas y espacios vivibles que merezcan la alegría, porque la pena y lo no vivible ya lo teníamos en el centro.
Creo que se terminará por ver la oportunidad y libertad que suponen la destrucción del binarismo sexual y de género, la ruptura de la norma heterosexual, la asunción como natural e inamovible de cuestiones que solamente son construcciones culturales y por tanto pueden y deben ser cambiadas. 

En ese sentido como tu denominas el transfeminismo o los feminsimos queer han puesto sobre la mesa la necesidad de incluir a sujetos diversos que hasta ese momento no estaban en “el orden del día de la agenda feminista” o no lo estaban suficientemente, a pesar de que algunas de esas personas habían trabajado muchísimo en la lucha feminista, como es el caso de las lesbianas. 

Como he comentado ya anteriormente, el desterrar “la mujer” y “el discurso”, es el primer paso para poder incluir la diversidad y con ello ser conscientes de las diferentes variables y realidades que atraviesan a cada mujer, y analizar si están relacionados y cómo nos afectan a cada una. 

Todo sin perder el contacto, el intercambio, la puesta en común, que es lo que genera un potencial imparable. No solamente me refiero a espacios de diálogo, espacios en los que poder hablar La clave también estaría en la aparición de espacios en los que escuchar otras voces y otras realidades. Pero todo ello dejando abierta la posibilidad de ser, es decir una identidad que no es acumulativa , es abierta y desde esa identidad abierta aparecen interacciones , alianzas y espacios sumamente interesantes. 

martes, 7 de julio de 2015

Entrevista a Lara Hernández, de ALEAS-IU Madrid



Por Eduardo Nabal

"Los feminismos son cristales nuevos para ver el mundo"
-Aleas-IU estuvo a punto de formarse en Burgos pero no llegó a suceder. Mi experiencia personal es que suelen ser  las lesbianas las que tiran de este carro. Claro que cada ciudad tiene sus peculiaridades, divergencias y limitaciones. ¿Como ves el tema del exilio rural de la gente LGTB a las grandes capitales? ¿Y el futuro del feminismo y las luchas LGTB en los partidos de izquierdas?

Lara Hernández : Veo que se paga un doble precio con el exilio. Una juventud nueva pero que todavía busca espacios de libertad, encuentro y anonimato.  Y no solo el exilio rural sino también el exilio hacia el extranjero por motivos laborales. El tema es que no debería ser así. En cada lugar tendría que haber su lucha. Las lesbianas sufren una doble discriminación. Yo misma, como mujer, me he sentido menos relevante que la palabra de los hombres dentro de mi formación política. Eso se traduce en que, como ha ocurrido en Grecia, se piense que las cuestiones de género son secundarias, no transversales. El feminismo es una forma nueva de ver el mundo. Percibes, como a través de unos cristales nuevos, que "otro mundo es posible", pero también en el que las mujeres no solo intervengan sino que conquisten espacios de los que han sido alejadas.

-¿La llamada "crisis" ha alejado a  la academia, la universidad de  la calle o, por el contrario, la ha acercado? Sin caer en victimismos como explicar que los recortes se llenan de ideología.

L. H: Es arriesgado generalizar pero ni siquiera la academia se ha librado de estos recortes llenos de ideología. Creo que sí se están empezando a articular cosas muy interesantes, también desde la Universidad, pero todo el mundo quiere garantizar su estabilidad o continuidad. En ocasiones hay endogamia y amiguismo pero eso se va superando al igual que se van reciclando algunos dinosaurios de la docencia tradicional. 

-Las leyes del PSOE no suelen ser muy completas. Pero hay temas que en una ciudad como Burgos no se han conseguido. ¿Crees que hay partidos que solo se acuerdan de nosotros y nosotras, o de las personas discapacitadas o los inmigrantes, cuando llegan las elecciones?

L.H. En Aleas IU creemos que no se ha legislado contra la homofobia y poco contra el machismo. Aún así las leyes solas no solucionan casi nada. Nosotros creemos que ante la violencia homofóbica y lesbofóbica, hacia todo el colectivo LGTB y a las mujeres, es necesario primero Denunciar, luego Visibilizar y definitivamente Educar. La visibilidad es importante, especialmente si hablamos de mujeres y además lesbianas. No es victimismo, es que hay que partir de dos luchas comunes.

-Existen muchas chicas jóvenes que no se sienten representadas por el feminismo tradicional y menos por el que llegó al poder, el institucional. ¿Qué opinas del término transfeminista?   


-Sí siento ese alejamiento de las feministas jóvenes del feminismo tradicional. Sin olvidar la importancia de  su herencia la realidad actual demanda nuevos sujetos mujeres en plural  dispuestos a estar en todos los campos de la sociedad, empezando por la política. Entiendo que nuevos feminismos busquen entrar donde el feminismo institucional nunca ha llegado, y a gente a la que nunca se han acercado o lo han hecho con bastantes prejuicios.

lunes, 30 de marzo de 2015

Entrevista a Blanca Gutiérrez Valdivia: Urbanista feminista



Por Burgos Dijital

Blanca Gutiérrez Valdivia es Urbanista Feminista, residente en Barcelona, forma parte de Col-lectiu Punt6,  agrupación de profesionales de diferentes áreas preocupadas e interesadas en repensar las ciudades, los barrios y las arquitecturas para favorecer una vida sin discriminaciones de ningún tipo. 

Durante la entrevista explica qué es "Col-lectiu Punt6", cómo llega su iniciativa a la sociedad y a las instituciones, quiénes demandan estas perspectivas urbanísticas, su colaboración con colectivos ecologistas, y si es más importante "denunciar" lo que está funcionando mal o hacer propuestas nuevas.....




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viernes, 27 de marzo de 2015

Entrevista a Josué González Pérez

Por Eduardo Nabal

“Muchas nos hemos visto obligadas a invertir nuestras fuerzas en la construcción de otros espacios, para lograr, en efecto, procesos de convergencia que no se agotan en las elecciones de mayo”.

Tras su salida de Izquierda Unida, el joven activista feminista LGTBI,  Josué González (@unvirusqueer), nos transmite su visión de la política madrileña y nacional, además de sus razones para participar activamente en la plataforma impulsada por Tania Sánchez, Convocatoria por Madrid.

Eres un canario asentado en Madrid. ¿La región ha recortado tu pluma o sabes cómo sortear ese tipo de recortes? ¿Qué te da más quebraderos de cabeza, la universidad o tu militancia política y activista? ¿Y más alegrías?

Me gusta eso de “ha recortado tu pluma”. Sí, es la idea de que, en estos momentos, las personas LGTBI (Lesbianas, Gays, Trans, Bisexuales e Intersex) ocupamos posiciones de vulnerabilidad frente a los recortes ejecutados, más que por la “región”, por aquellos que velan por los intereses de los que mandan, de los que ganan sin presentarse a las elecciones. Por aquellos a los que Esperanza Aguirre les parece una tía “cojonuda”. Esa señora ha activado la fuerza de la gente, desde el momento en el que decide encargarse de expoliar todo lo público. Incluida esa universidad que tan disputada se encuentra hoy por miles de estudiantes que se movilizan contra el 3 más 2, que no es sino otra vuelta de tuerca más a la idea que manejan algunos de que la educación universitaria debe ser otro nicho de mercado y con ello destrozar los sueños de todas aquellas que pretendemos continuar nuestros estudios. ¿Alegrías? La más grande: que somos capaces de señalar a los culpables de esta situación. Si así no fuese, sí que tendría, como mínimo, muchos quebraderos de cabeza.

-Has anunciado tu decisión de formar parte de Convocatoria por Madrid, ¿qué opinas de esta plataforma (Convocatoria por Madrid) impulsada por Tania Sánchez en Madrid, ya fuera de IU, para lograr la convergencia?

Desde el primer momento, he dado mi apoyo a la compañera Tania Sánchez. Como ella, muchas otras hemos considerado que Izquierda Unida-Comunidad de Madrid, en la situación actual y con la presente dirección, ha dejado de ser un instrumento útil para la transformación social. La compañera Tania, al igual que Mauricio Valiente, se presentó a unas primarias donde arrasó, sin lugar a dudas, en una consulta con bastantes trabas impuestas desde la dirección regional. Esas candidaturas no solamente representaban determinados perfiles políticos ilusionantes sino también un proyecto político concreto: la construcción de la unidad popular y la convergencia con otros actores políticos. La dirección regional, desvinculándose de las resoluciones propias de IU federal, hizo todo lo posible por impedir este proceso y aún continúa en esa tarea. Ante esta situación, muchas nos hemos visto obligadas a invertir nuestras fuerzas en la construcción de otros espacios, para lograr, en efecto, procesos de convergencia que no se agotan en las elecciones de mayo ni pueden ser pensados en esos términos. Dicho esto, todo podría haber salido mejor, de otra forma y con menos prisas, pero en política no siempre se eligen las condiciones en las que actuar. Por último, me remito a Monereo (PCE) para recordar que ha sido el Partido “Bankia” el que ha intentado arrollar a Tania Sánchez y contra esa “trama” luchamos todas. Siendo esto último algo indiscutible, también debería serlo que nuestra compañera debe cumplir un importante papel en todo ello – cosa, que por otra parte, ya es una realidad-.

Tras el acuerdo de Convocatoria por Madrid (CxM) con Podemos ¿por qué esa decisión de presentarte a las primarias de este último a la Comunidad de Madrid?

La razón es evidente. Mi deber es aportar un granito de arena a una candidatura ciudadana, de gente decente que mantiene una gran trayectoria de compromiso con la democracia, con los derechos más elementales que ahora son puestos en cuestión por unas élites que, pese a gobernarnos, muchas veces ni le ponemos cara. Además, nos encontramos ante un escenario donde la conflictividad social se sitúa en numerosas relaciones sociales, como en aquellas donde sufrimos diferentes expresiones de violencia por ser maricas, lesbianas, transexuales, bisexuales o por ser mujeres. Es importante que quienes mantenemos un compromiso con la justicia social intentemos participar en la única candidatura que ahora mismo puede representar los anhelos de la ciudadanía, o aún más claro: en la apuesta política de la ciudadanía.

Las que mantenemos luchas también contra el sistema heteropatriarcal y no estamos ahora en ningún partido, nos tememos una experiencia bastante desagradable y ya vivida: que se nos repite que lo nuestro “no es prioritario”. Historias que se repiten, agudizadas por la llamada "crisis".

Este temor lo hemos tenido todas, pero ya el miedo ha cambiado de bando en un sentido estricto. Ante una crisis de régimen como la actual, donde sus cimientos son puestos en cuestión por un amplio sector de la población, no podemos desaprovechar la oportunidad que nos permita disputar que ese sujeto político de ruptura no se muestre opaco ante las luchas feministas y LGTBI. Eso se podrá elaborar desde la forma “partido”, instrumental por ejemplo, o a través de los movimientos sociales porque, en ningún caso, una parte tiene que solapar a la otra cuando se pueden mantener dinámicas políticas, productivamente conflictivas y tensionadas, entre ambas en aras de una radicalización de la democracia.

-El movimiento feminista, o mejor dicho los movimientos feministas, se quedan estupefactos ante el gobierno varonil en Grecia. Claro está esto no es extrapolable aquí, sobre todo cuando en las organizaciones que apuestan por la ruptura democrática se empiezan a trabajar por fin cuestiones de género y sexualidades, con bastantes mujeres. ¿Crees que eso ocurre únicamente gracias a las propias mujeres o gente LGTBI que participa en esos espacios?

Es evidente que sí. La relación entre movimientos feministas y partidos políticos rupturistas siempre ha sido muy parecida a la de un “matrimonio infeliz”. Y quizás es deseable que así siga siendo. Con esto quiero decir que siempre será necesario que los movimientos mantengan una autonomía propia frente a los procesos más institucionales, porque no sería deseable que se suspenda un conflicto político productivo que, a ser posible, no destruya las condiciones políticas para el diálogo y la confluencia, pero igual de indeseable sería un orden donde lo institucional no pinte nada. Esto, por un lado, permite sostener las medidas impulsadas desde la institución, en un terreno complejo, pero, por otro lado, desbloquea la posibilidad de impulsar otras que se encuentren ausentes en las prioridades políticas de los partidos que pretenden representarlos o que se sienten representados en su actividad democrática en el asfalto. Dentro de los partidos como tal, existen grandes resistencias a que lo nuestro no sea relegado a “meras mariconadas” o a “cosas secundarias” pero también es cierto que tenemos a grandes aliadas cuyo trabajo y cuya lucha han agrietado esa falacia desde dentro y redefiniendo la política desde una posición feminista, explícita o no, como es el caso de María Espinosa (CxM), Beatriz Galiana (CxM), Beatriz Gimeno (Podemos), Ada Colau (BcnEnComú), Lara Hernández (IU) o la propia Tania Sánchez, sobre la cual han recaído todo tipo de tópicos machistas, empezando por considerarla una mera “herramienta” de su pareja, como si no tuviera existencia política propia, como si ya no se hubiera construido “esa habitación propia”.

-Hablemos un poco de Podemos. Lo han atacado por todas partes de las formas más viles posibles, aunque también ha captado mucho descontento. Pero yo lo que me temo es que no puedan cumplir sus promesas, es decir, coacciones desde fuera como los griegos que se traducen en concesiones.

Cuando en un determinado momento, en la sociedad, existen una serie de demandas insatisfechas, que no son reconocidas por las instituciones, nos encontramos ante las condiciones de posibilidad de emergencia de populismos que pretenden construir un sujeto político, denominado “pueblo”, que puede fijarse contra una mafia que nos expropia e insulta o contra los inmigrantes, las feministas, los sindicatos o las personas LGTBI. En Francia ha sucedido esto último con Marie Le Pen, mientras Podemos, en nuestro país, ha logrado que eso no sea así, que ese hueco no lo dispute una fuerza política de “extrema” derecha. Por eso mismo surgen los ataques ya que lo que esperan los de arriba no es que el pueblo cuente en tanto que sujeto político que pide el respeto que estos no están dispuestos a concederle. Lógicamente no es suficiente, de ahí el affaire por la convergencia. Sobre todo porque, como bien dices, en el marco de la Unión Europea no nos lo van a poner sencillo y el primer síntoma de ello es la demonización que ha sufrido Syriza en los medios de comunicación y que sigue presente aunque desde el gobierno griego se hayan impulsado una serie de medidas que han abierto la brecha de la esperanza. Esto último se refleja en las últimas encuestas donde se sigue manteniendo como primera fuerza política y  continúa creciendo.

En mi corta experiencia en un trabajo en una fábrica, la homofobia era tan brutal que si hubiera dicho que era gay -y lo hice- no me hubieran creído. ¿Crees que hay sitios a donde los avances no han llegado y tardarán mucho en llegar o depende de cada caso?

Llevábamos una racha donde lo LGTB se pensaba desconectado de otros ámbitos de la sociedad, como es el caso del trabajo, y eso ha sido un error que vamos paulatinamente subsanando. Me parece positiva la actividad política que numerosas organizaciones LGTBI llevan a cabo con los sindicatos o que existan áreas LGTBI en las fuerzas sindicales mismas, como en CCOO-sindicato al que pertenezco-, porque también la aversión contra nosotras juega un importante papel en las relaciones laborales. Últimamente se están denunciando casos de homofobia en importantes empresas como SuperSol o Burguer King o de acoso sexual como en Mercadona y esos sucesos invitan a reconsiderar la forma en la que la homofobia puede ser un instrumento de domesticación dentro de las empresas para aceptar determinadas condiciones laborales bajo el miedo al despido por “maricón”. En este ámbito, en el mundo del trabajo remunerado, no puede darse una lucha eficaz contra el sexismo y la LGTBfobia (fobia a lesbianas, gays, transexuales y bisexuales) si no se derogan las reformas laborales, impulsadas por el PP y el PSOE, que cierran la puerta a la democracia en las empresas.

Parece que el PSOE está más cerca de pactar con el PP que de permitir que gane Podemos. Eso es triste pero parece cada vez más evidente. Pero ¿cómo enfrentar el reto de ser otro país que no sigue los dictados de la Troika?

Sobre todo es triste para muchas personas simpatizantes del PSOE, que se sienten engañadas porque no comulgan con los pactos que este realiza con el PP, tanto de forma visible como de forma más sibilina -como el caso del TTIP o de la reforma del artículo 135 de la Constitución Española-. Son personas inteligentes y muchas de ellas no han dudado en mostrar, desde aquí, su apoyo a Syriza. Eso demuestra que la política tiene un barniz de laicidad ante las siglas y  que algunas del PSOE, paradójicamente, han aprehendido antes que otras situadas en círculos de una izquierda más clara y rupturista.
Respecto al reto, que lo es, de recuperar la democracia frente a la Troika, lo que hay que tener claro, antes que cualquier otra cosa, es que la economía de mercado no puede estar por encima de la voluntad general. Partiendo de esa posición, que no es otra que la que asumiría cualquier demócrata, nos situamos en un marco donde la negociación es diferente a la que mantiene Rajoy hasta el momento, si es que se puede llamar “negociación” en vez de “sumisión”. El ejercicio de inversión de las relaciones de poder en Europa que ha sido impulsado ya desde el triunfo de Syriza, debe seguir imitado por los paises del sur, en alianza fraternal, sustituyendo unas políticas que no convencen a nadie por otras que numerosos organismos consideran factibles y necesarias: de sentido común.

Dicho eso, continuamos hablando de Gamonal y del “si se puede”, pero cuenta un triunfo por veinte derrotas frente al caciquismo neoliberal. Con la Ley Mordaza ya aprobada por el Senado ¿van a conseguir callarnos?
Diría que la llamada “ley mordaza” no es una demanda social. ¿Hemos visto masas enfurecidas de gente solicitando que se multen a quienes ocupan una sucursal bancaria para exigir lo que les ha sido robado? Es evidente que no. Esta ley es una respuesta de las élites a numerosas prácticas políticas, abanderadas sobre todo por el 15M, que han quebrado el violento consenso que alentaba a que todo siguiera igual, que nos invitaba digerir toda una serie de atropellos contra la democracia y contra nuestra dignidad. Sin embargo, la existencia de una compleja red de agentes políticos que han mostrado su oposición a la norma, ya advierte que el silencio no va imperar, que lo que debe ser silenciado son aquellos dictados de una Troika a la que nunca le concedimos el derecho de ejecutar determinadas políticas que nos arruinan una vida que solo se disfruta una vez.
Has dado tus pasos también en el mundo académico. Por mi parte, he visto claros enfrentamientos, o no tan claros, entre gente como Celia Amorós e Itziar Ziga. Parece que hay mucho desencanto y pocas ganas de entendimiento entre lo antiguo y lo nuevo, simplificando. Pero hay un problema generacional real porque lo queer, en estos tiempos, ha dejado de ser solo teoría para convertirse en experiencias nuevas y en ocasiones nada agradables.

Creo que sé a lo que refieres. Es un tema complejo y quizás ahondar en ello convertiría esta entrevista en algo demasiado cerrado, ya que son cuestiones que no son vox populi. A mi juicio, desde un sector del feminismo se mantiene la idea de que existe una jerarquía entre hombres y mujeres y que se conserva a través de prácticas violentas como el feminicidio que nos deja más de sesenta muertas al año en nuestro país. Por otro lado, hay otras voces que, sin negar lo anterior, también cuestionan ese binarismo que nos encasilla, de forma coercitiva, en “hombres” y “mujeres”, siempre heterosexuales, y que eso limita nuestro desarrollo humano. Dicho esto, no necesariamente debe existir un desencuentro entre ambas posturas que cierre cualquier posibilidad de diálogo y traducción, sobre todo cuando seguramente ambas partes aceptan que los principios, de libertad e igualdad, que alientan la emancipación de las mujeres y de todos los seres humanos siguen vigentes porque jamás se han realizado de una forma radical. Digamos, que podría darse una tensión entre ambas partes con un resultado productivo donde podamos aprovechar lo “mejor de cada casa”.

Para Sayak Valencia, escritora mexicana, no solo el capitalismo es gore si no que la izquierda debe abandonar su machismo y su homofobia y una visión tradicionalista del trabajo productivo que invisibiliza por ejemplo a las amas de casa, a las migrantes etc. ¿Qué opinas de la economía feminista en estos tiempos?

No sólo Sayak, a la que conozco poco, sino también muchas otras como Amaia Pérez Orozco, Bibiana Meldialdea, Cristina Carrasco, Yayo Herrero o Justa Montero han puesto su granito de arena para desplazar las fronteras de lo político, situando el trabajo de cuidados, lo que no se ve pero que “mueve el mundo”, en la arena de lo público, exigiendo su reconocimiento y visibilizando su importancia para sostener todo un aparato productivo que desprecia las necesidades de la vida. Los ritmos histéricos de un sistema económico, que no respeta los límites de la naturaleza o que promueve el eslogan de que somos “invulnerables”, sólo son posibles si existe una parte de la población que -de forma gratuita, sin derechos y parece que de forma “natural”-se encarga de ello. Por eso las consignas feministas de “nosotras movemos el mundo” porque nuestra sociedad adjudica a las mujeres el papel de cuidar de todo aquello que es necesario pero que no genera el beneficio inmediato que profesa el neoliberalismo, como el cuidado de las personas mayores. La economía feminista aquí nos invita a pensar la ruptura admitiendo las limitaciones del medio natural pero también aceptando nuestra interdependencia natural, es decir, que todas necesitamos cuidados y que todas somos capaces de ofrecerlos. Esto último implica un desafío  en aras de un modelo desarrollo que apueste por el “buen vivir”, en un sentido amplio y controvertido, en lugar del viejo y agotado “modelo del ladrillo” y de la “espe”-culación que tanto ha llenado las colas del INEM de la Comunidad de Madrid y de toda España.