Por Carolina R. Tenaz
En Burgos hay una gran mentira que se repite día a día desde hace
demasiado tiempo. Es una mentira que
pasa desapercibida como el papel con el que se decoran las paredes de un
museo. En Burgos se ve en los quioscos,
en los mostradores de los bares, en las bibliotecas, en las salas de profesores
de colegios que ya no tienen dinero para libros. Se mimetiza de verdad incuestionable en
porterías, y hogares de la tercera
edad. Se esconde como el buen
veneno. A veces se intuye bajo el brazo
de padres y madres que lo llevan a sus casas.
Se induce a su manipulación en colegios en el nombre de la libertad de expresión, entendida como licencia para mentir a sueldo. Esa mentira es el texto de la
cabecera de uno de los periódicos de la ciudad:
“Diario de Burgos”.
La preposición de tiene muchas significados. En el caso que nos ocupa debería denotar
el origen, al igual que lo utilizamos para identificar la proveniencia de una
persona, “Paquito de Soria”. Así
debió ser al principio pero, con el paso
de los años, han conseguido que la mayoría de la gente entienda ese de como posesión, y que en
consecuencia muchos burgaleses y burgalesas crean que ese Diario “pertenezca”
a Burgos y en consecuencia que ése sea “su” diario. De esta forma, en el
imaginario de muchos burgaleses Diario de Burgos forma parte de uno de los
activos de la ciudad, como los monumentos, la gastronomía o las tradiciones; algo que se venera y no se cuestiona. Esta mentira suele ser aderezada y reforzada con
la utilización del artículo determinado “El” que al contrario que en otros casos no aparece en la
cabecera. Probablemente esa utilización empezó a
gestarse en uno de los periodos en los que Diario de Burgos era el único rotativo de la ciudad, pero se sigue utilizando ahora que no lo es. Diario de Burgos es conocido como “El Diario
de Burgos” equiparándose así completamente a otros símbolos unívocos con los que muchos
burgaleses se identifican, como la morcilla de Burgos, o la misma Catedral. DE Burgos.
Esa gran mentira nos ha costado caro. Evidentemente, Diario de Burgos
no es el diario de la ciudadanía de Burgos, esa es la gran mentira que acaban
de revelar los vecinos cuando se manifestaban frente a la sede de
PROMECAL. Lo que ha quedado en evidencia es que Diario de Burgos es, en realidad, el Diario de Méndez Pozo, de
su familia, de su casta de clase extractiva, y de los políticos que para ella
trabajan. Es un instrumento de poder
para supeditar siempre el supuesto servicio público a los intereses contantes y
sonantes de sus dueños. No dudan en insultar
con el objeto de destruir partes y colectivos de la ciudad a la que dicen
representar y servir, si los intereses particulares así lo
exigen. Esa es la gran mentira de Burgos
en los últimos 120 años: El diario
no ha sido de Burgos, sino Burgos del Diario y, a través de él, de los dueños del
mismo. Un sector importante de la ciudad
ha gritado ¡Basta Ya! Nunca antes tantos vecinos se habían opuesto a que los profesionales de la mentira les cantaran
las bienaventuranzas y les explicaran lo
que pasa en SU ciudad. Las consecuencias
se verán en los años venideros.
Los vecinos de Gamonal frente a la sede PROMECAL editora de Diario de Burgos