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lunes, 28 de mayo de 2012

Sí, yo también fui una niña socialista...


Y yo también fui una niña socialista...

Recuerdo que mientras mi madre me estiraba los imposibles bucles de un pelo negro y rizado desde la misma raíz, en aquella cocina de azulejos de reluciente Blanco España, me entretenía mirando el calendario del Monte de Piedad de la Caja de Ahorros de B. y una foto de mi padre con pelo, barbudo y abrazando al mismísimo Nicolás Redondo. Mi padre, asfixiado en la aldea e hijo de un alcalde afín al régimen, agarró una maleta atada con cuerdas y se largó a la France, allí además de hacerse tornero, conoció a mi madre, originaria de una aldea similar de la irredenta Segovia, y de paso se afilió a la UGT.

Supongo que, cuando la dichosa foto amarillenta de la cocina, en el famoso congreso de Suresnes, de agosto de 1972, del PSOE, al que mi padre acudió de rebote y como un impulsivo joven, lleno de fuerza e idealismo, él no se imaginaba el sendero por donde habían de hacerle transitar....

Y es que recuerdo vívidamente en los míticos ochenta, oír a mi padre con un compañero del tajo en el polígono de Villalonquéjar, decirle: “este tío no es trigo limpio, está muy pagado de sí mismo...”, la desconfianza que mi padre sentía por Felipe González fue proverbial y obviamente fue en aumento en la década de los 90, con reformas con un íntimo tufillo neoliberal. La traición por la taimada entrada en la OTAN supuso el primer revés importante. Aún así, y a pesar de ejercer la militancia socialista desde una crítica constante con la laxitud de sus líderes frente a la ideología neoliberal, y su flexilenguaje, amalgamado en un aguachirle de tercera vía, su fidelidad y educación autoritaria le impidieron romper en todo momento con el Partido Socialista.

En el fondo me alegro que mi padre no haya tenido que soportar la humillación de ver a su querido partido desnortado, con una dirigencia cobarde, pero sobre todo perdida por su propia connivencia con las oligarquías locales y mundiales, participando torpemente en la tarta del enriquecimiento, justificando a los suyos medidas . Un cáncer se lo llevó en plena orgía zapateril, tras recuperar la senda de la paz y abandonar la locura iraquí, en su primer gobierno.

Hace un par de meses, tragándome varios sapos, acudí a la manifestación convocada por los sindicatos, y me encontré con algunos miembros históricos de la dirigencia socialista burgalesa en las primeras líneas de la misma, me conocieron y me saludaron. Me preguntaba como habría actuado mi padre, socialista convencido, me pregunto si les hubiera escupido a la cara por traición o sencillamente dolido les hubiera retirado hasta la mirada, para que no le vieran las lágrimas... Hay políticos que utilizan a los que se toman las ideas en serio, estos trepas/traidores profesionales son los peores de todos... No padre, lo siento, yo no me siento atado a la misma fidelidad que la tuya, no puedo apoyar a una organización política que sólo es de izquierdas en la oposición. Personas que sólo hace unos meses defendían lo que ahora juzgan un atropello sin precedentes, y esto sin tan siquiera despeinarse. ¿Qué podríamos esperar de ellos y de sus lobeznos en el futuro?.

                    Esperanza Abril (transcrito de lo relatado por la protagonista, basado en hechos reales)

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