Por Víctor Atobas
El pasado 8 de mayo, una nueva convocatoria de huelga
llegaba a las aulas de la ciudad. La denuncia de la mercantilización de una
educación autoritaria, ordenada según las necesidades de la división del
trabajo y no del conocimiento; junto con las dificultades presentadas a miles
de estudiantes, que no pueden pagar las tasas, incrementadas de forma
exponencial durante los últimos años, o que han dejado de recibir becas-recortadas,
se encontraban entre los argumentos de la huelga.
A las 11:30h de la mañana había convocada una
asamblea, que se suspendió debido a la escasa afluencia de manifestantes, que
media hora más tarde salían en manifestación, recorriendo las calles céntricas
de la ciudad.
Ante tal panorama, lo recomendable sería echar la
vista atrás; el movimiento estudiantil de Burgos llegó a convocar, durante 2012
y 2013, manifestaciones con seguimientos de hasta 5.000 estudiantes,
iniciativas de lucha como encierros o campañas contra la vigilancia y el
control en la Facultad de Humanidades.
El proceso de burocratización de las organizaciones
sindicales de los y las estudiantes, vinculadas en la mayoría de ocasiones a
partidos políticos, se tradujo en la desmovilización y la pérdida de iniciativas,
así como de convocatorias que, con el transcurso del tiempo, fueron
“disgregándose”. Una convocatoria era lanzada en todo el Estado, y en Burgos, dependiendo
de qué organización fuera la impulsora de la huelga a nivel estatal, se apoyaba
o no.
Otra de las consecuencias del proceso fue que los
sindicatos perdieron la conexión con el estudiantado, de modo que no había una
militancia de base, y sí una “dirección” de unas poc@s
militantes concienciados, más ocupados en los asunto de partido. Con el
transcurso del tiempo, el movimiento fue fragmentándose en distintas
organizaciones, de modo que incrementaron las dificultades de coordinarse y
construir.
En este
sentido, construir movimiento estudiantil es un trabajo que parte de los
problemas cotidianos y concretos de la estudiante; tomando conciencia,
formándose para contrarrestar la autoridad,
fomentando el pensamiento crítico e independiente del estudiante así
como la labor sindical, en las asambleas de base, junto con l@s compañer@s de clase; es entones cuando se puede movilizar un centro.
En
este caso, las organizaciones actuarían como herramientas de la estudiante;
para organizarse y luchar, compartiendo los problemas y experiencias; dotándose
de herramientas.
En definitiva, la huelga del pasado 8 de mayo supuso la
reafirmación de que hay que construir movimiento estudiantil.
Fotos cedidas por A.C.P.
Me gusta la crónica, y me gusta la conclusión. Solo debatiría una cosa... Los "sindicatos estudiantiles" en Burgos no tienen burocracias como tal, y sin embargo, se comportan de una forma "burocrática". Es una paradoja bastante contradictoria.
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