Seguimos en Burgosdijital.net

Seguimos en Burgosdijital.net
Nos hemos trasladado a Burgosdijital.net
Mostrando entradas con la etiqueta LGTB. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta LGTB. Mostrar todas las entradas

sábado, 26 de septiembre de 2015

Entrevista al realizador mexicano Julián Hernández

Por Eduardo Nabal

Julián Hernández (Defeño, 1974). Se dedica al cine (a verlo y a hacerlo) desde hace poco más de veinte años. Con cuatro largometrajes y alrededor de quince cortos en su haber. Ha ganado dos veces el premio Teddy que se entrega cada año en el Festival de Cine de Berlín. También es director de teatro y ópera. Aquí es conocido por el reciente éxito de su largo “El cielo dividido”. Está a punto de estrenar en Europa su último largo “Yo soy la felicidad de este mundo” (2014), su obra mas atrevida que lo ha situado, junto a Dolan, LaBruce u Ozon, entre los nombres mas controvertidos del cine LGTBQ de la actualidad.

“En mis películas, los personajes se expresan fundamentalmente a través del cuerpo. Todo el cuerpo”

. A pesar del éxito de algunos de tus trabajos recientes aquí no se te acaba de conocer bien por problemas de distribución. No obstante  “El cielo dividido”, una historia de amor gay entre dos estudiantes, sorprendió no solo tu atención a los detalles sino también tu dominio del espacio, el movimiento, la fotografía y los silencios. Nos puedes hablar de tu cine, de tus actores. Algunas se han considerado esteticistas pero otras sorprenden porque instalan belleza y romanticismo en un terreno que se ha vuelto algo prosaico.

Julian Hernández: Llegué al cine de manera accidental. Lo que en realidad me atraía era la música. Quería ser cantante de ópera. Me imaginaba sobre el escenario interpretando a Otelo o a Sansón. Nunca había pensado en el cine como posible profesión. El cine era una pasión heredada de mi madre, una gran cinéfila. Por ella conocí multitud de películas de distintos países. Cada sesión de películas iba acompañada de una larga charla en la que me contaba los pormenores de su realización, la vida personal de los actores, su carrera cinematográfica y establecía los nexos entre los directores de unas y otras. Su especialidad era por supuesto el Cine Mexicano pero su conocimiento no desmerecía al hablar del Hollywood de los 40 o del Cine Francés y Español. Cuando mis intenciones de estudiar canto de ópera no fructificaron, apareció entonces el cine como una opción profesional. Era lo segundo que más me gustaba después de la música. Hice el examen para entrar al Centro de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y sorpresivamente me quedé.

Aquellos eran años difíciles en la industria nacional y las oportunidades de realización profesional eran casi nulas. Aún así cursé la carrera de 4 años (1990-1994) aunque no egresé. En 1998 logramos reunir el dinero para filmar MIL NUBES DE PAZ CERCAN EL CIELO, AMOR, JAMÁS ACABARÁS DE SER AMOR, mi primer largometraje en 35mm. La película se estrenó en el Festival de Berlín de 2003 y fue ahí donde en verdad comenzó la historia. Desde mis trabajos escolares la sexualidad estuvo presente. El erotismo, el sexo y el amor, eran el vehículo por el cual los personajes hallaban una explicación para sus tribulaciones. Quizá vi demasiado joven las películas de Antonioni y estaba subyugado por la idea de que la humanidad está enferma y que esto se manifiesta claramente en la manera que tienen de asumir y ejercer su sexualidad. Pienso que esta idea se ha ido transformando en mí con el paso de los años pero no se ha modificado significativamente. Suelo escribir el guión teniendo en mente al actor que podría interpretar a cada personaje. No me gusta hacer castings, me resisto a ellos. Prefiero abandonarme a una suerte de flechazo inicial. 

Entre el director y los actores se establece una relación que en muchos sentidos se asemeja a una relación amorosa, de altísima intensidad, que tiene fecha de caducidad: 8 semanas. El sexo en mis películas responde a las necesidades de la historia. No busco crear un shock en el espectador. Existe un falso pudor al respecto de la desnudez, no solo masculina sino también femenina. Falso pudor y explotación descarada del cuerpo humano. En mis películas, los personajes se expresan fundamentalmente a través del cuerpo. La desnudez funciona entonces como un vehículo comunicador de las emociones de los personajes. Es en lo que se refiere  a la forma cinematográfica en donde radican mis mayores angustias. Hago planes muy elaborados y minuciosos sobre la manera en que debo realizar una película. Con frecuencia esos planes se modifican radicalmente durante la realización, el cine es un lenguaje vivo y como director debes tener la sabiduría de reconocer cuando la localización, los actores y el resto de tus colaboradores aportan algo valioso para concretar una idea acariciada durante largo tiempo. Aun así, hago todo el trabajo previo que me permita llegar a la filmación y darle espacio a eso que llaman la improvisación. 

Elegir el emplazamiento de la cámara es el momento definitivo  para un director, con el estás compartiendo tu visión ética y moral sobre las cosas que te rodean. Siempre es doloroso cuando aquello en lo que has puesto tanto empeño, y el trabajo de años, no logra su fin último que es encontrar almas afines que compartan contigo ilusiones y angustias; con todo el cine tiene la fortuna de que por pocos que sean los espectadores que lo vean siempre serán muchos, muchos más que los que logra cualquier otra expresión artística.

¿Cómo ve un joven realizador el México de los narcos, la corrupción,  la violencia y los crímenes sexistas? Supongo que tú tendrás tu visión de lo que ha sucedido recientemente y de las dimensiones sociopolíticas de todo ello en un país de gran riqueza cultural pero con un partido en el poder que no impide este tipo de cosas. No es bueno generalizar pero existen gobiernos que utilizan el miedo como herramienta, y no son pocos.

Julian H: Estamos viviendo un momento crucial en México, momentos de cambios, tensiones y resistencias. Desde hace alrededor de 20 años (1994) no vivíamos un momento de participación ciudadana tal. Los acontecimientos que ahora vivimos no son de génesis reciente, se forjaron a lo largo de los años del PRI en el poder, pero se potencializaron mucho durante los doce en que la derecha gobernó a sus anchas. La izquierda ha desaparecido corroída por sus propias corruptelas. Se pide la renuncia del Presidente, pero lo cierto es que no existe en el horizonte una figura capaz de canalizar las demandas de una sociedad enfurecida. Se dice con frecuencia: la lucha no es contra los hombres, es contra el sistema, un sistema insostenible . La historia se repite.

Tú procedes, como muchos cineastas, del corto y del documental que nunca has abandonado del todo. ¿Buscas financiación por tú cuenta o hay una industria del cine mexicano que no conocemos más que por cosas muy aisladas?

Existen fondos estatales para la producción cinematográfica. Acceder a ellos es cada vez más complicado, en un esfuerzo de democratización, se ha burocratizado en demasía el mecanismo. En mi caso particular, intento levantar los proyectos con recursos propios y solo buscar los apoyos para la conclusión de los proyectos. La llamada postproducción. Los cambios tecnológicos, la aparición de nuevos formatos generó durante algún tiempo que la producción se incrementara, pero como era previsible, los costos se equipararon rápidamente, de forma tal que realizar una película en formato digital es tan costoso como lo fue en su día realizarlas en negativo cinematográfico. Afortunadamente aparecen con alguna frecuencia nuevas miradas que nos hacen creer una vez más que es posible la total independencia.

No sé si te molestan las etiquetas o no. Pero ¿supongo que los Festivales Internacionales de Cine LGTB te han abierto alguna puerta?

J.H: En alguna época, hace mucho tiempo, desperdicie un tiempo valioso tratando de aclarar que no consideraba que mis películas pudieran clasificarse como “gays”, argumentaba que a mi manera de ver en “cine gay” tenía, como la comedia romántica y el cine negro, ciertas características que lo definían y que según yo no estaban  presentes en mi forma de abordar el tema. Era un esfuerzo inútil por tratar de resistirme a las etiquetas, que no siempre acaban de funcionar. Me preguntaban si era abanderado de algo. Ahora si se considera que mis películas representan a alguien además de a mí mismo, me parece ¡increíble! Pero no es la intención. Hace unos 15 años apareció mi primer cortometraje y desde ese primer momento se dijo eso. Era más joven y me resistí. Ahora ya no. Pero si, las etiquetas me aburren. Pienso que los Festivales LGTBI  dan su lugar al cine que principalmente por razones económicas, no logra adaptarse a los criterios de la distribución comercial, pues aún cuando en la actualidad hay un proceso de asimilación de lo gay, existen temáticas que incomodan, lastiman o cuestionan. Creo además que, en muchas ocasiones, estos festivales cuentan con mejores programaciones, más propositivas y novedosas que festivales más antiguos y reconocidos.

 La crítica internacional enseguida te ha emparentado con cineastas como Resnais o incluso Antonioni por el “tempo” de tus relatos, la importancia de los símbolos y el movimiento de los personajes en el espacio. Pero realmente ¿Quién o quienes han influido en tu cine a parte de tí mismo?

J.H: Esa pregunta es terriblemente difícil. Me gustan muchos cineastas. Mi lista de preferidos se incrementa diariamente. Descubro con frecuencia realizadores a los que había pasado por alto y siempre estoy dispuesto a dejarme impresionar por los nuevos directores. Pero hay unos cuantos a los que regreso con frecuencia y cuyas películas tengo al alcance de la mano para verlas una vez más o para revisar un fragmento. Esos son: Emilio Fernández, Roberto Rosselini, Leonardo Favio, Pilar Miro, Glauber Rocha, Serguei Paradjanov, Robert Rossen, Pier Paolo Pasolini, Roberto Gavaldón, Leni Riefensthal, Mikio Naruse, Catherine Breillat, Rainer Werner Fassbinder, Derek Jarman, Cecilia Mangini, Michelangelo Antonioni, Otto Preminger, Friedrich Wilhelm Murnau, Basilio M. Patiño, Marguerite Duras, Luchino Visconti, Konrad Wolf, Fritz Lang, Marcel Carné. Esos son algunos de los que están a un costado de mi escritorio.

 Los comentarios preceden a tus películas como a las de muchos. ¿Pero veremos aquí tu último filme o sólo en sitios determinados?

Afortunadamente “Yo soy la felicidad de este mundo” (2014) ha encontrado rápidamente compañías interesadas en su distribución, a pesar de ser el menos convencional de mis trabajos. Algunas veces para exhibirse comercialmente en teatros y otras para salir en algunas de las muy diversas plataformas digitales que existen en la actualidad. Soy un soñador y aun creo que el cine es un fenómeno colectivo que tendría que experimentarse en una sala oscura. Esto se vuelva cada vez más complicado, lamentablemente. Habrá que adaptarse a los nuevos rumbos de la exhibición.


domingo, 13 de septiembre de 2015

Entrevista a Conchi Unanue

Por Eduardo Nabal 

Conchi Unanue Cuesta- nació en un pueblo de León. Diplomada en Trabajo Social-UNILEON, Graduada en Sociología-UNED, Licenciada en Antropología Social y Cultural-UNED. Máster en Coaching para los procesos de Cambio y Motivación Social. Doctoranda en Antropología. Investigadora: LGTB+ y Queer. Género y exclusión social. Activista feminista-queer y lgtb+. Redactora en MAGLES (revista para mujeres lesbianas). Profesora de Derechos Humanos en UNILEON. Profesora de los Grados de Sociología y Trabajo Social en la UNED. 

"Desde los feminismos debemos cuestionarnos si seguimos asumiendo la heteronormatividad y la categoría mujer en ciertos aspectos, con todas las exclusiones que conllevan y fomentan, cuestionamiento básico para reaccionar y no dejar fuera a mujeres que ahora mismo no están incluidas en la legislación de violencia de género y que también la padecen".

Hola Conchi: ¿Qué tal? ¿Cómo ves el feminismo o los feminismos desde una perspectiva intergeneracional? ¿Y desde una perspectiva intercultural o de particularidades geográficas? ¿Y desde la economía y la situación de precarización?

Conchi Unanue: Hola Eduardo, buenos días. Bien, aquí sigo resistiendo. Desde una perspectiva intergeneracional, en líneas generales, veo que a pesar de que hay cierta continuidad, percibo algunas fracturas importantes , en algunos casos hay cierto hermetismo-limitante . 
Un hermetismo que personalmente no entiendo y no comparto, en el acceso de las más jóvenes a los feminismos. 
Hay quienes se piensan que debido a todos los años de activismo, el /los feminismos son de su propiedad, agradezco la lucha y el trabajo realizado, todo el legado, pero los feminismos como todo movimiento social están vivos, cambian y se adaptan a la realidad en la que están inmersos y, por tanto, necesitan nuevas ideas, nuevos puntos de vista, nuevas fuerzas y alianzas, relevo generacional, autocrítica y construcción de redes de trabajo, activismo, reflexión, etc.

He sido testigo de comentarios del tipo: “no son suficientemente feministas” refiriéndose a grupos de mujeres rurales que empiezan a organizarse, a trabajar y luchar por sus derechos y su espacio vital, como si desde una posición de supuesta superioridad teórica, se pudiera permitir o denegar el acceso a los feminismos a otras mujeres. 

También cómo para realizar algunas acciones de reivindicación en las calles, acciones más novedosas, impactantes y transgresoras, se informa al grupo feminista más antiguo de la ciudad y se espera su opinión y aprobación para continuar. Son algunos ejemplos de lo que me parecen prácticas y estructuras patriarcales que se reproducen inconscientemente.
Cosas así hacen inoperativos y estáticos a los feminismos, los sacan de la realidad y de las calles y desde luego reflejan una especie de clasismo que crea jerarquías y estructuras contra las que precisamente se debería luchar, y sobre todo alejamos y sacamos fuera a mujeres, algo que me parece insólito y demencial. 

En las ciudades pequeñas el control social también tiene lugar dentro de los feminismos y esa es mi realidad más próxima, afortunadamente en ciudades más grandes la continua retroalimentación entre diferentes generaciones, entre la parte más reflexiva y teórica y la más activista de calle, entre diferentes perspectivas, etc. está dando unos resultados diferentes y que, al menos a mí, me atraen mucho y me parecen estimulantes, interesantes y necesarios. 

Y por otra parte creo que cuestiones que pensábamos ya asimiladas y superadas, están haciendo mucho daño a las más jóvenes como por ejemplo todo lo relativo al “amor romántico”; creo que debimos congelar a Walt Disney mucho antes de lo que se hizo para evitar esos daños colaterales que desde la infancia se intentan grabar a fuego en nosotrxs.
En cuanto a la cuestión intercultural / geográfica, pienso que a menos que abandonemos el discurso que se inicia con “la mujer…” y “el feminismo…” estaremos dejando fuera y sin voz a muchas mujeres, a todas aquellas que no cumplimos con las características de la mujer-norma: no hay un estereotipo-norma que encierra a todas las mujeres existentes y por tanto el discurso/los discursos deben modernizarse y abrirse urgentemente si pretenden ser representativos e inclusivos. 

No podemos ni debemos caer en divisiones como la de “nosotras frente a las otras”, no debemos reclamar legitimidad al precio de usurpársela a “las otras”. 
Creo que eso está en la base de algunas actitudes paternalistas/maternalistas de supuesta protección con respecto a mujeres a las que apenas se escucha, pero se decide lo que mejor será para ellas en un intento por liberarlas, x ej. musulmanas, gitanas, rurales, etc. 
Tanto en cuestiones intergeneracionales, como interculturales y de particularidades geográficas, pienso que el cuestionamiento continuo nos aportará vida, espacios de crecimiento y diálogo muy interesantes, de igual modo que el permitir que diferentes disciplinas compartan, convivan y nutran nuevas perspectivas y formas de abordar y analizar las realidades. 


-¿Cómo ves el tema de la violencia de género y las diferentes estrategias de respuesta? Personalmente no me gustan demasiado los presupuestos en que se basan las campañas institucionales. No digo que no sean necesarias, al revés, digo que deberían enfocarse de otra forma. Pero supongo que dentro del feminismo habrá diferentes formas de abordarlo. 

Conchi Unanue: La violencia de género es algo espeluznante, atroz, terrible, este verano lamentablemente asistimos a unos asesinatos que parecen retroalimentarse, ante la pasividad de quienes deben activar y garantizar la seguridad de la ciudadanía, y creo que en parte esa es una de las cuestiones del problema ¿quién es ciudadanía y quién no lo es?, ¿quién merece urgencia en las medidas y quién no?, ¿qué dolor importa y qué dolor no?, ¿qué cuerpos importan y qué cuerpos no?, ¿qué es prioritario y qué no lo es a la hora de aplicar recortes?... 

Deberíamos analizarlo desde la desigual distribución de la vulnerabilidad, de la atención mediática y del duelo. Creo que el resultado sería muy clarificador, ¿por qué los asesinatos machistas, que son más de 750 en la última década (según cifras “oficiales”), no tienen la atención mediática, los espacios en los medios de comunicación que tendrían otros asesinatos u otro terrorismo?, ¿por qué ese desajuste entre el cómputo oficial y el de la sociedad civil?... 

Estas serían algunas de las cuestiones a plantearnos, el hecho de que es algo cultural lo sabemos, como sabemos que el seguir transmitiendo y perpetuando determinadas actitudes, referencias, valores y silencios desde la sociedad, los medios de comunicación, las familias y las instituciones educativas principalmente, aseguran el “no cambio” de la situación, la continuidad de las desigualdades, todo eso lo sabemos y conocemos, como también conocemos que la confesión del asesinato machista sigue considerándose atenuante, a pesar de que el 74% se entrega voluntariamente y el 16% se suicida tras el asesinato, lo que implica que son plenamente conscientes del asesinato que han cometido y por tanto no es entendible, y mucho menos permisible, que esa entrega facilite o reduzca la condena. 

Si continuamos planteando leyes desde el punto de vista coloquial-opiniones, en vez de profesional y operativo, estamos posicionándonos claramente en un “no querer cambiar” en no ceder privilegios, no es entendible que la respuesta que se obtenga en los juzgados desde el punto de vista de medición de riesgos y respuesta ante los mismos, sea la misma respuesta que podría dar a una víctima cualquier persona de su vecindario. 
Eso lleva implícito un mensaje bastante claro de que lo secundario no requiere la contundencia ni los medios de lo que es urgente y prioritario, es un claro “esperad que solucionemos lo importante y después, ya si eso, nos ocupamos de lo vuestro, no es nada personal, es cultural y claro… cuesta demasiado cambiarlo, nosotros también somos víctimas de ello”. 

A nivel social, me llama poderosamente la atención que el argumento de las denuncias falsas se sostenga frente a las cifras de asesinadas. He buscado y no encuentro ningún tipo más de delito de esta magnitud, en el que frente a la petición de medidas, implicación, justicia y soluciones respecto a los asesinatos, la respuesta de cierto sector sea “hay denuncias falsas”. Y estoy segura de que en ningún otro caso se permitiría utilizar ese argumento, que no deja de ser un ataque más. 
Y desde los feminismos debemos cuestionarnos si seguimos asumiendo la heteronormatividad y la categoría mujer en ciertos aspectos, con todas las exclusiones que conllevan y fomentan, cuestionamiento básico para reaccionar y no dejar fuera a mujeres que ahora mismo no están incluidas en la legislación de violencia de género y que la padecen.

-¿Cómo ves el futuro del movimiento? ¿Y la resistencia del feminismo a lo queer o el lesbianismo visible, si es que existen realmente esas resistencias? 

Conchi Unanue: Espero que la autocrítica y el cuestionamiento desde dentro generen nuevos espacios, en los que superemos definitivamente los binarismos de género y sexuales y el heterocentrismo que se sigue arrastrando, y que ocultan o niegan la existencia de mujeres diversas, con realidades y vivencias múltiples, diversas y diferentes. 

Esa resistencia me llama la atención, porque cuando he escuchado críticas a lo queer, incluso con desprecio a ciertas autoras, temas y libros, he preguntado las razones de esa crítica y en no pocos casos la crítica era infundada, era una crítica “porque sí” y no era un cuestionamiento de ideas o de posicionamientos; era un cuestionamiento a personas, en especial a Butler y en algunos casos a Beatriz Suárez Briones, a las que sigo y me parecen muy lúcidas, certeras y necesarias (casi imprescindibles). 

Creo que en el fondo es una cuestión de resistencia a los cambios y al esfuerzo de apertura y aprendizaje que implica todo cambio, cierta pereza ante nuevas ideas que desconozco y pueden conocer otras personas. 
El pensar, equivocadamente, que si deconstruimos la identidad también deconstruimos la política; desde ese error parece que surge la catástrofe de la desaparición del “ente mujer”, pero no somos conscientes de que ese “ente mujer” asfixia a la diversidad de realidades mujeres y las/nos excluye (resistencia lesbiana entre otras).
Creo que la intersección de variables en el análisis nos dará nuevas perspectivas desde las que tendremos en cuenta multitud de identidades, de prácticas y en el que no fomentaremos la existencia de “fugitivas”, ni “proscritas”. 

-¿Crees que se han creado redes de solidaridad suficientes o que estamos en un momento socioeconómico muy delicado para los avances? ¿Percibes, como yo, una juventud con ideas nuevas en un momento socioeconómico complejo? 

Conchi Unanue: Movimientos como el 15M son esperanzadores, toda la renovación y cambio que suponen son imprescindibles y se ha visto que los que despectivamente eran “lxs notas de siempre”, “cuatro perrxflautas” han terminado por hacer temblar la comodidad de un sistema desgastado, poco o nada representativo de la realidad social, e incapacitado para la empatía con la ciudadanía y su sufrimiento. 

La solidaridad social, crear redes, poner en valor todo y a todxs aquellxs que han sido desposeidxs incluso de su propia legitimidad debido a su éxodo de lo normativo, es vital, para un posicionamiento político de resistencia en la calle y en las instituciones, reapropiarse de lo que es de la ciudanía e incluir en esa lucha y resistencia a todxs es esencial, si pretendemos cambiar un sistema caníbal y depredador, por uno que conlleve la calidad y calidez humana suficiente como para poner en el centro a las personas. 
En este sentido creo que se ha visto cómo las distintas acciones han configurado las distintas identidades y no al revés como se pensaba tradicionalmente, lo que confirma el dinamismo y la diversidad de las identidades y no su permanencia estática e inmutable. 

Los movimientos sociales de calle deberían ser algo permanente, algo que recuerde en todo momento a quien gobierne que su legitimidad, su autoridad, proviene de la ciudadanía, sin olvidar que todo sistema de liderazgo más o menos injusto, requiere no sólo nuestra sumisión física, sino también nuestro consentimiento y cooperación. Por ello es vital el cuestionamiento que los grupos sociales de resistencia hacen en la deslegitimación de la ideología utilizada para gobernar y aplicar medidas abusivas como puede ser ahora mismo la “ley mordaza”, la reforma del aborto, políticas de miedo, sometimiento y desposesión que crean precariedad de vidas y violencia. 

-El término transfeminismo o feminismos queer son, de entrada, muy interesantes y me gustaría que entiendes tú por todo ello, dentro y, sobre todo, fuera de la academia. La gente joven tiene ahora mucha información pero no saben como empezar. A lo mejor porque dentro de su entorno, núcleo de amigos/as o formación política, no se propicia el surgimiento de voces nuevas o jóvenes. 

Conchi Unanue: Dentro de la academia también hay muchas voces críticas a lo queer, y otras voces que “no saben si defienden o atacan” pero que, ante la duda, ya se sabe que la mejor defensa es un buen ataque. 
Como ya he comentado, esto también se da en ciertos grupos feministas. 

La academia y los movimientos sociales están compuestos por personas y dentro de esos grupos hay personas de todo tipo, afortunadamente cada vez dentro de la academia hay más voces disidentes, que como no podía ser de otra forma terminamos por encontrarnos y formar una especie de resistencia periférica, personalmente me siento más atraída por esta periferia y por las personas que me encuentro en ella, que por la estabilidad en ciertos aspectos que hay en los lugares centrales y quienes allí viven, es estimulante sentirte dentro de las incesantes corrientes de ideas que te obligan a aprender y desaprender continuamente, a construir y deconstruir, aunque reconozco que el precio a pagar por ello es en ocasiones alto y no siempre visible. 

En parte este espacio del que hablo podría ser a lo que Judith Butler se refiere como el encuentro de lxs rarxs y la certeza de que no hace falta ser o pretender ser normales para tener legitimidad. Una vez que cae la obsesión por ser aceptadxs, por ser normales, solamente quedan potencialidades: la de ser nosotrxs mismxs, la de poder cambiar cuantas veces necesitemos, la de no poner límites a las posibilidades, de hacer alianzas que transciendan lo individual y lo grupal, vale estamos en la periferia, en los límites, pues muy bien vamos a trabajar y a crear vidas y espacios vivibles que merezcan la alegría, porque la pena y lo no vivible ya lo teníamos en el centro.
Creo que se terminará por ver la oportunidad y libertad que suponen la destrucción del binarismo sexual y de género, la ruptura de la norma heterosexual, la asunción como natural e inamovible de cuestiones que solamente son construcciones culturales y por tanto pueden y deben ser cambiadas. 

En ese sentido como tu denominas el transfeminismo o los feminsimos queer han puesto sobre la mesa la necesidad de incluir a sujetos diversos que hasta ese momento no estaban en “el orden del día de la agenda feminista” o no lo estaban suficientemente, a pesar de que algunas de esas personas habían trabajado muchísimo en la lucha feminista, como es el caso de las lesbianas. 

Como he comentado ya anteriormente, el desterrar “la mujer” y “el discurso”, es el primer paso para poder incluir la diversidad y con ello ser conscientes de las diferentes variables y realidades que atraviesan a cada mujer, y analizar si están relacionados y cómo nos afectan a cada una. 

Todo sin perder el contacto, el intercambio, la puesta en común, que es lo que genera un potencial imparable. No solamente me refiero a espacios de diálogo, espacios en los que poder hablar La clave también estaría en la aparición de espacios en los que escuchar otras voces y otras realidades. Pero todo ello dejando abierta la posibilidad de ser, es decir una identidad que no es acumulativa , es abierta y desde esa identidad abierta aparecen interacciones , alianzas y espacios sumamente interesantes. 

viernes, 7 de agosto de 2015

Entrevista a Antonio García Rubio

Por Eduardo Nabal


Antonio García Rubio es un veterano militante del PCE e IU. Concejal de IU en Torrecillas de la Tiesa, un pueblo de Extremadura.  Es coordinador de la Asamblea Local.

"El programa político debe prevalecer sobre los personalismos"



Hola Antonio. La ilusión que hemos percibido con el triunfo de Manuela Carmena en Madrid y Ada Colau en Barcelona no se ha reproducido en otros lugares, o no de la misma forma. Todo el panorama social y político del estado español, derechas e izquierdas, se encuentra algo revuelto. ¿Qué ha pasado con IU en Extremadura?

 Antonio García: Ya, pero no podemos comparar a los partidos que afortunadamente han desbancado a la derecha en Madrid o en Barcelona con otras regiones. Aquí había ocasión de gobernar con el PSOE o abstenerse y el resultado por mayoría ha sido la abstención, para nada pactar con el PP como se ha llegado a pensar y a decir. No se debe caer en personalismos. Aquí presentamos en varios sitios una candidatura única como Ganemos en las principales capitales de Extremadura pero algunos militantes de Podemos y también de mi formación política han mostrado que su experiencia universitaria no implica experiencia política ni necesariamente coherencia ideológica. No debemos caer en protagonismos sino procurar que la gente vote a un programa y que nos atengamos a él y a su verdadero contenido. A mí la experiencia, algo que debe apreciarse,  me ha enseñado que ni el oportunismo ni el ansia de poder son nada sólido en el tiempo. Gente sin trayectoria política dando lecciones no puede dar buen resultado, no porque sean jóvenes, ya que hay una cantera juvenil muy importante que no aparece en los shows de la tele. Hemos de acercarnos a la gente.

Aleas-IU (Área Afectivo Sexual de Izquierda Unida) se ha formado sin problemas en Andalucía, Canarias, Madrid, Extremadura, incluso en Castilla-La Mancha, aunque sin gran soporte. No ha ocurrido lo mismo en Castilla y León. ¿Cómo ves tú el tema del exilio a las grandes ciudades siendo concejal de un pueblo hace muchos años?

Antonio García: Yo nunca he ocultado que soy gay y no podemos desligarlo de otras luchas. Afortunadamente sí percibo como tú has comentado una juventud más abierta dentro de las formaciones de izquierda con el tema LGTB y el feminismo, aunque quede mucho camino por recorrer. Muchos, yo incluido, hemos tenido que viajar para poder respirar un aire de libertad que luego aquí al menos sí han recogido los y las jóvenes militantes, independientemente de su orientación sexual. Una ruptura con modelos que favorece el aislamiento en pequeñas localidades que no favorecen el asociacionismo frente a un tejido social fragmentario. Debemos estar cerca de la gente.

-Se ha aprobado la Renta Básica en Extremadura. Un logro notable.

A.G: Sí, se ha aprobado y sin el voto del PSOE, lo que es una lástima. Ya lo están disfrutando cientos de familias. Creo que el bien común es un tema prioritario, en estos tiempos por encima de personalismos e incluso de siglas. Lo que ocurre es que Extremadura es una región muy rural y esperamos que las demandas de las gentes de los pueblos lleguen a quienes toman decisiones. Uno de los grandes fallos de la izquierda española, al contrario que por ejemplo la portuguesa, es la falta de unidad, lo que ha favorecido a los de siempre.

Hablando de diversidad. Muchas mujeres feministas y gente LGTB al menos en el Centro y Norte de España se han alejado de los grupos de izquierda porque no recogían sus demandas o no de la manera esperada.   ¿Esto ha ido cambiando?

A.G: Yo aquí sí percibo ese cambio, aunque no ha sido fácil. Muchos jóvenes hicieron pegatinas diciendo que con mi ejemplo les había ayudado a salir del armario. Ocurre lo mismo con los derechos de las mujeres; aunque claro, hay más modelos presentes y más rodaje. Yo planteo que de cara al futuro planteemos un orgullo del mundo rural al margen del jolgorio de las grandes capitales. No nos importa tirar de las carrozas con tractores. La visibilidad es un paso más.

lunes, 20 de julio de 2015

De Charlie Hebdó a la ley contra la LGTBfobia: discursos de odio y censura estatal.(Parte 2)

Por Pablo Pérez Navarro

Libertad de expresión, homofobia y censura estatal.  


Al fin y al cabo, es muy cómodo defender la libertad de expresión cuando no es nuestra sensibilidad la que se ve directamente atacada por su ejercicio. Y nada significa esa “libertad” cuando se administra a voluntad en función de los intereses políticos concretos de quienes la enarbolan como bandera. 
Si bien esto resulta evidente en el caso del cinismo de la derecha europea e internacional que se manifestó la semana pasada por las calles de París, la ocasión resulta más que propicia para arriesgarnos a pensar más allá, en relación con las llamadas a limitar la libertad de expresión que se hacen desde escenarios más próximos a la militancia de izquierdas.



Preocupante resulta, en este sentido, el amplio consenso que goza, entre los colectivos LGTB, la recientemente aprobada ley contra la lgtbfobia en Cataluña.
Muy en especial respecto al valor de su parte punitiva –el resto, es decir, las medidas para fomentar el trato igualitario de la diversidad sexual en ámbitos diversos como el educativo, el del deporte, la salud o los medios de comunicación, podrían ser una gran herramienta en la lucha contra la lgtbfobia-, que tipifica como faltas administrativas, castigables con multas e inhabilitaciones para cargos públicos, el uso de expresiones vejatorias homofóbicas, bifóbicas y transfóbicas, además de cualquier acción que conduzca a la discriminación o menosprecio de las personas LGTB.
Acciones que incluirían la propia difusión de los discursos homofóbicos, y hasta la distribución de ciertos libros, como pone de manifiesto la denuncia –eso sí, aún por resolver-, a El Corte Inglés por vender el libro “Curar la homosexualidad”. Denuncia que gozará de las simpatías, muy probablemente, de muchas de las que ahora defienden sin paliativos el “valor occidental” de la libertad de expresión, empezando por la que concierne a las publicaciones más claramente islamofóbicas del Charlie Hebdó. 

Por mi parte, y no sólo por las razones con las que argumentaba Judith Butler en Lenguaje, poder e Identidad que “la censura estatal [del discurso del odio] produce discurso del odio”, y que siempre merece la pena revisitar, creo que la homofobia, la bifobia, la transfobia y, ahora más que nunca, la islamofobia, exigen a la vez mucho más y mucho menos de nosotras.
Mucho más, porque ciertos discursos deben salir mucho más caros que la recepción de una simple multa, y no precisamente en términos penales o económicos. Debemos seguir siendo –o, mejor, serlo siempre más que nunca- capaces de organizar respuestas colectivas que, como la que está a punto de conseguir que la homofóbica y casposa letra que la murga Ni Fu Ni Fa preparaba para los carnavales de Tenerife sea retirada, no sólo desautoricen a quien nos pretende agredir con sus palabras, sino que tomen cada discurso de odio como punto de apoyo para señalar y combatir las mil y una formas de discriminación que conforman eso que llamamos “espacio público”. 

Pero también exigen mucho menos, ya que reforzar el poder del estado para limitar la circulación de cualesquiera discursos, para decidir cuáles merecen, y cuáles no, la intervención de la censura en cualquiera de sus formas es siempre un arma de doble, triple o cuádruple filo. Una cultura de lo “políticamente correcto”, que no tolerase, por la vía penal o administrativa, ni Charlies Hebdós, ni obispos de Alcalá, ni Ni Fu Ni Fas, antes o después se volvería contra nosotras, en nombre de la defensa de las sensibilidades religiosas, de la paz social o de la seguridad ciudadana: contra las que se besan al paso del papa, contra las que se manifiestan en capillas como la de Somosaguas, contra las que hacen parodias del PP con capuchas etarras, contra las que cocinan cristos, contra las que se manifiestan frente al congreso, contra las que cuelgan pancartas en la fachada de cualquier edificio; y un largo etcétera que conocemos ya, por desgracia, demasiado bien. 

Visto el consenso, la distopía en la que solicitaremos en respetuoso silencio multas administrativas mientras se nos prohíbe manifestarnos ante la sede de quienes publiquen sus revistas satíricas a nuestra costa o nos insulten desde sus púlpitos podría estar preocupantemente cerca.
Mucho más urgente sería, en la Europa que conocemos y en la que tan orquestadamente nos preparan, recorrer justamente el camino contrario. El de limitar el papel del estado a la hora de censurar el flujo de discursos –y de cuerpos- en el espacio público. Incluyendo los que nos ponen como objetivo a diversas minorías, ya sea que procedan de semanarios de izquierda o de derechas, de las murgas carnavaleras o de las jerarquías eclesiáticas.
Entre otras cosas para no tener que hacer recuento de leyes mordaza cada vez que salgamos a las calles para hacerles frente. Las políticas combativas y contestatarias pueden exigir más energía, pero tienen la ventaja de que su potencial transformador es de mucho mayor alcance que el de las políticas de la censura. Y quien crea que son compatibles, mal que nos pese a veces, se engaña.

Relacionado:
De Charlie Hebdó a la ley contra la LGTBfobia: discursos de odio y censura estatal. 1ª parte