Por Eduardo Nabal
ENTREVISTA AL ESCRITOR NEOYORKINO LAWRENCE SCHIMEL
CON MOTIVO DE LA PUBLICACIÓN DE SU LIBRO DE RELATOS “UNA BARBA PARA DOS”
(EDITORIAL DOS BIGOTES)
Nacido en Nueva York en 1971, Lawrence Schimel reside en Madrid desde
1999.
Escribe tanto en inglés como en castellano y ha publicado más de cien títulos como autor y antólogo, en diversos géneros y para todas las edades, entre ellos el poemario “Desayuno en la cama”; tres anteriores libros de relatos: Dos chicos enamorados, Bien dotado y Mi novio es un duende; el cómic Vacaciones en Ibiza; y muchos libros infantiles, como ¡Vamos a ver a papá!, Amigos y vecinos y Volando cometas.
Escribe tanto en inglés como en castellano y ha publicado más de cien títulos como autor y antólogo, en diversos géneros y para todas las edades, entre ellos el poemario “Desayuno en la cama”; tres anteriores libros de relatos: Dos chicos enamorados, Bien dotado y Mi novio es un duende; el cómic Vacaciones en Ibiza; y muchos libros infantiles, como ¡Vamos a ver a papá!, Amigos y vecinos y Volando cometas.
Ha ganado el premio Lambda Literary en Estados Unidos por sus
recopilaciones First Person Queer y PoMoSexuals: Challenging Assumptions About
Gender And Sexuality, entre otros premios. Sus textos han sido traducidos a más
de treinta idiomas, incluyendo islandés, maltés, estonio, esloveno, turco y
coreano. Ha colaborado con muchas revistas y periódicos.
“Sin las fantasías, el mundo y la
sociedad se convertirán en un infierno para cualquier ser humano”.
-Hola Lawrence. Tus
relatos son difíciles de clasificar porque las etiquetas son siempre terribles
en el caso del erotismo, el humor erótico, la pornografía, lo sexual, lo
sensual, lo lúdico. Tú tratas muchos temas aunque en casi todos está presente
la sexualidad al descubierto
Lawrence Schimel: Eso fue la
idea del libro, de explorar el sexo y el erotismo a través de la lupa del
microcuento o miniffición. Todos los relatos son un máximo de 500 palabras, es
decir, dos caras de un sólo folio.
El reto era de intentar plasmar el morbo en
un espacio tan comprimido. Por eso, los relatos narran los momentos previos al
sexo (que muchas veces son más morbosos que el sexo en sí), o justo después, y
por supuesto, hay muchos que ocurren en media res o a mitad del trayecto
-El libro se abre con un relato
brevísimo e irónico que muestra el tiempo de “austeridad” en el que vivimos.
¿Afecta la austeridad a la sexualidad o la creatividad?
Lawrence Schimel: No creo
que la creatividad sea algo aparte de la sexualidad, o por lo menos, no debería
serlo. Pero en cuanto al arte y el sexo,
yo creo que la austeridad (como cualquier obstáculo o impedimento) sí es
siempre un estímulo, y suele resultar en arte o un polvo más sorprendente y satisfactorio
que algo producido bajo condiciones menos adversas. La monotonía y comodidad no
son buenas musas--y son el anatema al morbo.
-Una pregunta un
poco tópica. ¿Estos cuentos tan sabrosos vienen de la experiencia del autor o
de su imaginación o hay un poco de todo?
L. Schimel: El
dramaturgo Tony Kushner (Angels in America) dijo en un ensayo que uno puede
tener sexo y no revelar nada de uno mismo, pero que era imposible escribir
sobre el sexo sin revelar todo sobre uno mismo.
Creo que estoy presente en todo
lo que escribo, que está inspirado en mis experiencias personales (que incluye
todo lo que he aprendido o absorbido de la vida, la gente a mi alrededor, lo
que he leído, visto etc.).
Muchas veces, el sexo no consumado
es la mejor fuente de inspiración para
la narrativa (o cualquier arte), porque el morbo y la fantasía siguen vivos. Por eso, hay de todo: cosas que he robado
de mi vida personal (y las vidas de amigos y conocidos) y también cosas que
deberían de haber ocurrido–o de haber ocurrido de otra manera.
-¿Puede ser la
fantasía un motor creativo o también tiene sus riesgos en la sociedad en la que
vivimos?
Lawrence Schimel: Sin la
fantasía, el mundo y la sociedad se convertirán en un infierno para cualquier
ser humano. Por eso existe la utopía, como concepto, y la lucha para un futuro
mejor–a nivel personal y a nivel social, global. La esperanza es no solo lo
último que se pierde, sino un tipo de fantasía también.
Sin esperanzas (de
todos tipos, incluso lo sexual), no vivimos. La felicidad llega cuando podemos
vivir nuestras fantasías plenamente, pero dicha felicidad no es un destino
único sino paradas en el trayecto de nuestras vidas. Siempre necesitamos más
fantasías, aspiraciones, etc. para orientarnos.
-¿En tus historias
se mezcla la paradoja, situaciones irónicas o incluso muy gráficas?
¿Piensas que hay que trabajar mucho para
decir algo interesante o, cuando menos, subyugante en pocas líneas?
Lawrence S: La
brevedad es un reto. Es mucho más difícil comprimir una historia en tan pocas
palabras, sin sacrificar todos los recursos narrativas. Y más aún para
transmitir morbo, o una observación sobre los mores sexuales de hoy en día,
para provocar una erección o una sonrisa (sea de vergüenza ajena o reconocimiento
o humor).
-¿Crees que en el
universo de las lesbianas la sexualidad o el erotismo funcionan ya ahora con la
misma naturalidad o descaro que muestran algunas, no todas, de tus historias?
L.S: Nuestros mundos homosociales
tienen mucho en común, pero creo que el sexo y la sexualidad son distinto para
cada ser. Creo que hay hombres (que se autoidentifican como gays o
heterosexuales) que no se identificarán en absoluto con ninguno de las
historias del libro, y mujeres (de cualquier orientación) que sí encuentran
morbo en éstas historias.
Es cierto que el mundo de las lesbianas no ha
desarrollado tantos espacios para encuentros sexuales (saunas, cuartos oscuros,
etc.) como ha ocurrido en el ambiente para hombres gay, pero eso no implica
para nada que la sexualidad lésbico no sea tan amplia y diversa en sus
posibilidades, posiciones, fetiches, juguetes, etc.
Sospecho es que es probable que haya
más en común en el impulso del deseo masculino, entre homosexuales y
heterosexuales, aunque difieren en el objeto deseado, que entre gays y
lesbianas. Y creo que eso se nota en el hecho de que la sexualidad es un
espectro no binario y no tiene que ver siempre con los actos sexuales que
practica uno o no.