Me han pedido mis compañeros que comente algunos temas de actualidad. Y aunque me pesa terriblemente –la actualidad, digo- no quiero desairarlos. Abordaré, pues algunas cuestiones con puntos de vista, probablemente disonantes –según es nuestro estilo-, con el discurso dominante esparcido desde los altavoces de los medios de comunicación oficiales, en nómina de la oligarquía carpetovetónica, tan cainita ella, según su tradición más truculenta.
Veamos, lo cierto es que con ciudadanos como Juan Carlos Borbón Borbón, no necesitamos republicanos de pro en este país. Él solito, al igual que su abuelo Alfonso Borbón, el decimotercero, se curran a conciencia los cambios de régimen, e incluso hasta el advenimiento de una nueva República, ¡olé!… Y es que la irresponsabilidad constitucional de Juan Carlos le sitúa en un limbo institucional, sólo protegido por el oscurantismo tradicional de los ya mencionados medios de comunicación del régimen. Su irresponsabilidad es tan consecuente, que no se aplica a sí mismo, ni los beatíficos mensajes de los discursos públicos que sus escribas le componen y que no lee más que en la propia exhortación pública, cuando le piden que responda de su empleo, que no es otro que el de Jefe de Estado.
Como tal, como primer funcionario y servidor del Estado, digo yo, estaría obligado a dar ejemplo, no aceptando regalos, (a algunos representantes públicos valencianos algunas corbatas les han costado caras…). Porque no nos vale que un empresario hispanosirio o príncipe saudí hayan costeado –esta y otras veces- agasajos de esta entidad. Sabemos que todo tiene un precio, y a los ciudadanos nos gustaría saber, que precio paga España a un país tan democrático y respetuoso con nosotras las mujeres como la finca que la familia Saudí, posee en Arabia.
Las peligrosas amistades del Rey, ¡ay!… ¿por qué esto no podemos debatirlo los españoles y decidir qué amigos nos conviene que tenga nuestro Jefe de Estado? ¿No será que los negocios del ciudadano Urdangarín no son mas que un pálido reflejo e imitación de lo que son los majestuosos negocios del ciudadano Juan Carlos Borbón, que dada la censura y el apagón informativo no llegan al gran público?, como sugiere, nada más y nada menos que el señor Anasagasti, exdiputado de las Cortes Españolas.
Cuantas preguntas sin respuesta resuenan en este país, barrunto yo si esto será sano para la salud de su pretendido sistema democrático..., ¡cómo pesan con el tiempo las sombras de la Restauración Borbónica o transición, como gustan llamarla algunos!
La actitud de Juan Carlos Borbón, irresponsable constitucionalmente, lejos de ser una excepción, es lo habitual, sólo que esta vez, se cayó, y nos hemos enterado. Porque según la información oficial de la Casa Real, no había ido a ver a su nieto, ya que estaba muy “afectado”, sí muy afectado dándole al gatillo – o al gatillazo- en las sabanas africanas, fíese usted de las informaciones oficiales…cada vez se parecen más al nodo…
Lo mejor de todo, no obstante, siguiendo con su irresponsabilidad constitucional, ha sido la INEPTITUD, esta con mayúsculas, del Gobierno de España, que se ha querido ir de rositas, primero haciéndose el sueco, -mintiendo probablemente de nuevo-, asegurando que no conocía el viaje. Esta sí que es buena, si el Jefe del Estado es irresponsable constitucionalmente, alguien tiene que responder de sus actos, digo yo. No queda otro que el propio Gobierno con su Presidente a la cabeza. ¿Ustedes han oído explicaciones meramente sensatas o que pretendan enmendar el error a algún miembro del Gobierno? Si lo han oído cuéntenmelo…
Y aún quiero decir más. Ha sido entrañable como, tras el traspiés, reconocido por casi todos, los más conspicuos medios de comunicación han elaborado, raudos y veloces un discurso de descarga, en el que pretendían dos objetivos, uno atenuar lo más posible el “patinazo” –excepcional-, según ellos, de Juan Carlos Borbón, elevando su extraordinaria capacidad de reconocer el error y de pedir perdón, y por otra parte salvaguardar la institución de la monarquía, exaltando las capacidades y reflejos de su sucesor, el ciudadano Felipe.
Humildemente, a mí las disculpas, me recuerdan, una vez más, a las de una persona profundamente irresponsable, cansada ya de una doble vida, que le ha procurado grandes comodidades y algún que otro sobresalto, alguien que da muestras de una profunda indiscreción, que ha llevado toda la vida, pero que su incipiente senilidad ponen de manifiesto con rabiosa actualidad.
Y el problema de tener como Jefe de Estado a un monarca, es que no puede dimitir, como ocurrió hace no muchos meses en Alemania, su dimisión sería una “abdicación”, palabro de tiene connotaciones más traumáticas.
No obstante los creadores del discurso dominante, conscientes de esta debilidad, asoman ya tímida pero decididamente el as que se guardan, atribuyendo capacidades de gobierno a otro ser irresponsable constitucionalmente, Felipe de Borbón, asignado por nacimiento, futuro Jefe de Estado. Y si falsearon otras noticias anteriormente, ¿Por qué hemos de dar crédito a esta, no será que se ha cocinado en algún despacho, porque interesa resaltar e ir creando la valía del necesario sucesor de un visiblemente declinante Juan Carlos? Si quieren mi opinión, huele a cocidito madrileño…
Y creo que tendré que dejar para mejor ocasión, el asunto de la gloriosa Armada Invencible defendiendo los intereses privados del señor Brufau y sus amigos, accionistas de Repsol, tachán, tachán…