Por Lucas Mallada
Redundar
en lugares comunes no suele ser un ejercicio demasiado estimulante,
tomémoslo por tanto como una especie de construcción de una
tradición oral, que no por sabida y reiterada, pierde actualidad.
Algunos
afirman con emoción que estamos viviendo momentos históricos,
momentos críticos, llenos de oportunidades y no exentos de temores y
riesgos. De reojo, y de forma inevitable, sobre todo por los más
talluditos, se echa una mirada a los tiempos de la llamada
Transición, tiempos con los que es inevitable una comparación.
Cuestión que exaspera a los más pimpolludos, porque lo perciben
como un intento descarado de taparles la boca. Los que estamos entre
Pinto y Valdemoro, a veces nos inclinamos por las razones de aquellos
y las más por los últimos, ¡qué carajo, cada momento histórico
es único!.
De
cualquier modo, no está de más echarse al morral algunas de las
enseñanzas que nos ofrecen los procesos históricos del pasado, de
entre las muchas que podríamos escoger, me voy a centrar en la de
los llamados “descamisados”. Sí, así creo que llamaban a los
novísimos militantes de un PSOE ausente durante el franquismo, que
crecieron como setas con las lluvias otoñales en todos los barrios y
ciudades de España. Algunos de los novísimos cuadros socialistas de
los setenta provenían de otras agrupaciones más militantes pero con
escasas posibilidades electorales, es decir de llegar a pintar algo,
más allá de una incendiaria pintada en una tapia desconchada.
Estoy
resbalando por donde no quería, y no pretendía comparar al PSOE de
la 2ª Restauración Borbónica (o Transición), con el PODEMOS, que
lucha a brazo partido contra el bipartidismo del Régimen, no es éste
fenómeno lo que quería contar. Traía a colación el asunto de los
“descamisados”, y de los que aterrizaron oportunamente en el PSOE
de la segunda mitad de los 70, para alertar. Todos sabemos que esto
va a ocurrir, y tampoco será necesario establecer una caza de brujas
frente a este fenómeno, tiene algo de natural, de agrupamiento de
fuerzas, reconociendo quizá el discurso más clarividente, la
necesidad de aportar y unirse a otros muchos que empujan en el
proyecto de transformación.
Sin
embargo, la comprensión hacia este fenómeno no nos puede convertir
en seres acríticos, o que cerremos los ojos a cuestiones que tienen
que ver con las posibilidades de transformación de la izquierda
política. A medio plazo nos haríamos un flaco favor, porque toda
transformación política y social se basa en principios éticos, que
en esta ocasión, están claramente marcando el paso político.
Tenemos que saber que la transformación social será ética, o no
será, o desaparecerá como la niebla matutina, con el sol de la
tarde. Efectivamente, ni todo vale, ni toda acción pesa éticamente
lo mismo.
Me
contaban la otra tarde, que en Segovia, se ha subido al carro de
PODEMOS, un concejal díscolo del PSOE (¡cómo cambia el cuento!),
pero añadían que no era muy recomendable, que sus actitudes vitales
y las decisiones que toma no tienen nada que ver con su discurso, en
fin apuntaban a su incoherencia, por tanto, este tipo de fichajes
suponen un lastre para el cambio ético que necesitamos. Sin embargo,
lo hermoso de todo es que la Asamblea de Segovia, o sea un sabio
colectivo ciudadano, ha logrado esquivar sus ambiciones.
También
me ha llegado que en Burgos, un dirigente del PCE regional y de IU
local abandonó estas formaciones por “motivos personales”, y que
a las pocas semanas apareció en PODEMOS. En este caso lo censurable
de la actuación no es el cambio de partido, si no las formas. Y es
que en la “nueva política” las formas son el fondo. Pedro de
Palacio, se marchó de IU sin explicar sus motivos, perdiendo una
estupenda oportunidad política para cambiar ideas y estrategias, o
al menos fomentar la reflexión desde aquellas, no ha mostrado mucha
consideración por la formación en la que ha detentado puestos de
responsabilidad. Ese fue su primer error. Sin embargo, a mi entender
lo más grave, ha sido que su desembarco en PODEMOS no se ha hecho en
la Asamblea local de Burgos, como un militante más, respetando a los
que llevan trabajando meses. No sólo no se ha dignado a reconocer a
sus “nuevos camaradas”, si no que ha tratado de cooptar a
personas elegidas por la Asamblea de Burgos para la Ejecutiva
Regional a la que él se ha postulado, con la candidatura “Claro
que Podemos”. En su justa medida, podría retrotraernos al
transfuguismo de José Moral y otras dos concejalas del grupo
municipal de IU al del PSOE, conservando los galones en la
transacción. Examinando las declaraciones de Pedro en la red, nos
tropezamos con varias en las que reivindica la capacidad de la gente,
del pueblo, para ejercer el poder democrático en las
instituciones... no parece muy congruente con su actitud reciente...
confiamos en que en su nueva formación política, de nuevo los
ciudadanos que se han tomado muy en serio lo de que el poder surge de
abajo a arriba, le exijan militancia de base, respeto al trabajo de
los demás, reconocimiento natural de su pasado y explicaciones.
Y para
terminar y regresando a los lugares comunes como una cantinela
constante, no quisiera dejar pasar la oportunidad de recordar que
cualquier organización tiende a crear estructuras, formales o
informales, pero estructuras de cualquier modo. Lo importante es cómo
son éstas, y cuán claro son las formas de acceso y de toma de
decisiones. Es también muy importante que éstas sean transparentes
y estén formalizadas. La aparente ausencia de reglas, oculta el
poder y esto favorece siempre a las personas mejor posicionadas. El
poder es como el aire que respiramos, tenemos que vivir con él y
acostumbrarnos a sus efectos (Foucault), no es unidireccional y
además en determinados momentos puede transformar en débil lo que
otrora era poderoso. Por ejemplo, los militantes de base tienen la
responsabilidad y el poder para decidir si les conviene lo que les
proponen desde arriba. La legitimidad la dan o la quitan las bases, y
esta tiene que ser la ley de hierro de las democracias, si no
queremos caer en la otra ley de hierro de las oligarquías que expuso
Robert Michels en su ensayo: “Los partidos políticos”,
en 1911, por eso desde entonces esta cuestión lleva mucho manoseo a
sus espaldas.....