Yorgos Mitralias, el activo representante de Syriza, el movimiento de la izquierda griega, y otros muchos hombres y mujeres del antifascismo europeo hace tiempo que nos hemos puesto en marcha para atajar el rebrote de la extrema derecha neofascista, tanto en Grecia, como en otros puntos de Europa; fruto de esa reacción es este Manifiesto antifascista europeo. Animamos a todos los que lo suscriban a apoyarlo y a difundirlo activamente, igual que está sucediendo simultáneamente, en estos momentos, en Italia, Grecia, Alemania, Francia, Gran Bretaña y otros países de la Unión Europea. Pues, cuando una determinada forma de entender Europa está agonizando, debemos defender y apoyar otra idea liberadora, creativa y auténticamente democrática, esto es, de los pueblos que integran nuestro continente.
Manifiesto
antifascista europeo
Sesenta
y ocho años después de la Segunda Guerra Mundial y la derrota del fascismo y
del nazismo, se asiste en casi toda Europa al ascenso de la extrema derecha.
Pero, fenómeno aún más inquietante, se ve cómo se desarrollan a la derecha de
esta extrema derecha fuerzas directamente neonazis que, en ciertos casos
(Grecia, Hungría…) se enraízan en la sociedad formando verdaderos movimientos
populares de masas, radicales, racistas, ultraviolentos y pogromistas cuyo
objetivo declarado es la destrucción de toda organización sindical, política y
cultural de los trabajadores, el aplastamiento de toda resistencia ciudadana,
la negación del derecho a la diferencia y el exterminio -incluso físico- de los
“diferentes” y de los más débiles.
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Fotografía del Museo de Tarbes (Francia) |
Como en
los años veinte y treinta, la causa generadora de esta amenaza neofascista y de
extrema derecha es la profunda crisis económica, social, política y también
ética y ecologica del capitalismo que, tomando como pretexto la crisis de la
deuda, está llevando a cabo una ofensiva sin precedentes contra el nivel de
vida, las libertades y los derechos de los trabajadores, contra todos los y las
de abajo.
Aprovechándose
del miedo de los pudientes ante los riesgos de explosión social, así como de la
radicalización de las clases medias alcanzadas por la crisis y las draconianas
políticas de austeridad, y de la desesperación de los parados marginados y
pauperizados, la extrema derecha y las fuerzas neonazis y neofascistas se estan
desarrollando en toda Europa; y adquieren una influencia de masas sobre las
capas desheredadas a las que dirigen sistemáticamente contra tradicionales y
nuevos chivos expiatorios (los inmigrantes, los musulmanes, los judíos, los
homosexuales, los minusválidos...) así como contra los movimientos sociales,
las organizaciones de izquierda y los sindicatos obreros.
Es
cierto que la influencia y la radicalidad de esta extrema derecha no son las
mismas en toda Europa. Sin embargo, la generalización de las políticas de
austeridad draconiana tiene como consecuencia que el ascenso de la extrema
derecha sea ya un fenómeno casi general. La conclusión es evidente: el hecho de
que el ascenso impetuoso de la extrema derecha y la emergencia de un
neofascismo ultraviolento de masas no sea ya la excepción a la regla europea
obliga a los antifascistas de este continente a enfrentarse a este problema en
su justa dimensión, es decir, ¡en tanto que problema europeo!
Pero
decir esto no basta si no se añade que la lucha contra la extrema derecha y el
neonazismo es de una urgencia absoluta. En efecto, en varios países europeos la
amenaza neofascista es ya tan directa e inmediata que transforma la lucha
antifascista en combate de primerísima prioridad, en el que está en juego la
vida o la muerte de la izquierda, de las organizaciones obreras, de las
libertades y de los derechos democráticos, de los valores de solidaridad y de
tolerancia, del derecho a la diferencia. Decir que estamos en una carrera
contra la barbarie racista y neofascista corresponde ya a una realidad
verificada cada día en las calles de nuestras ciudades europeas...
Vista la
profundidad de la crisis, las dimensiones de los desastres sociales que
provoca, la intensidad de la polarización política, la determinación y la
agresividad de las clases dirigentes, la importancia de los objetivos
históricos del enfrentamiento en curso y la amplitud del ascenso de las fuerzas
de la extrema derecha es evidente que el combate antifascista constituye una
opción estratégica que exige una seriedad organizativa y una dedicación
política y militante a largo plazo. En consecuencia, la lucha antifascista debe
estar estrechamente ligada al combate cotidiano contra las políticas de
austeridad y el sistema que las genera.
Para
resultar eficaz y responder a las expectativas de la población, la lucha
antifascista debe organizarse de forma unitaria y democrática y ser producto de
las propias masas populares. Ciudadanas y ciudadanos deben organizar su lucha
antifascista y su autodefensa ellos mismos. Al mismo tiempo, para resultar
eficaz esta lucha debe ser global, confrontando a la extrema derecha y el
neofascismo en todos los terrenos donde se manifiestan el veneno del racismo y
de la homofobia, el chauvinismo y el militarismo, el culto de la violencia
ciega y la apología de las cámaras de gas (y de Auschwitz). En suma, para ser
eficaz a largo plazo, el combate antifascista debe proponer una visión
diferente de la sociedad, diametralmente opuesta a la propuesta por la extrema
derecha: es decir, una sociedad fundada en la solidaridad, la tolerancia y la
fraternidad, el rechazo al machismo, el rechazo a la opresión de las mujeres y
el respeto del derecho a la diferencia, el internacionalismo y la protección
escrupulosa de la naturaleza, la defensa de los valores humanistas y democráticos.
¡Este
movimiento antifascista europeo debe ser el heredero de las grandes tradiciones
antifascistas de este continente! Debería plantear las bases de un movimiento
social dotado de estructuras, con una actividad cotidiana, que penetre toda la
sociedad, que organice a los ciudadanos antifascistas en redes según sus
trabajos y profesiones, su lugar de residencia y sus sensibilidades, que lleve
a cabo un combate en todos los frentes de las actividades humanas y que asuma
plenamente la tarea de la protección incluso física de los más vulnerables de
nuestros conciudadanos, de los inmigrantes, de los gitanos, de las minorías
nacionales, de los musulmanes, de los judíos o los homosexuales, de todos aquellos
y aquellas que son sistemáticamente víctimas del racismo de estado y del hampa
fascista.
Porque
la necesidad de la movilización antifascista a escala europea se hace cada día
más urgente, quienes firmamos este manifiesto llamamos a la constitución de un
Movimiento Antifascista Europeo unitario, democrático y de masas, capaz de
enfrentarse y vencer a la peste parda que levanta la cabeza de nuevo en nuestro
continente. Haremos todo lo posible para que el congreso constitutivo de este
Movimiento Antifascista Europeo, cuya urgente necesidad sentimos, se celebre en
Atenas en la primavera de 2013, y venga acompañado de una gran manifestación
antifascista europea en las calles de la capital griega.
¡Esta vez la historia no debe repetirse!
¡NO PASARÁN!