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jueves, 31 de mayo de 2012

Esta casa es una ruina (o ¡Porque tú lo vales, Piluca!)

Y llegó la hora de la verdad: la presentación de los presupuestos reales de las comunidades autónomas en el Consejo de Política Fiscal. Llegó con las amenazas a andaluces, valencianos o catalanes de que serían deshauciados (digo, intervenidos) de su casa por su mala cabeza, llegó con rumores de deberes mal hechos y desafíos malvados por parte de administraciones no marianistas. Pero llegó también como llega la primavera, con sus constantes y variables cambios meteorológicos… Así fue, justo en el momento preciso quien falló al pobre Montoro, que ya no sabe dónde meterse, fueron tres díscolas administraciones, de las cuales dos contaban con toda su lealtad y beneplácito: Madrid y Castilla y León.

¡Castilla y León! ¿es posible? Pero si Piluca nos aseguró que estaba todo en su sitio: - Ya sabes D. Cristóbal, nosotros nunca hemos dado guerra, al menos no a los nuestros. Como vamos a hacerte esa puñeta a ti y a España, que está por encima de todos nosotros. No te preocupes el 17 de mayo lo tendrás todo como Dios manda.

¡Pero entonces como pudo ocurrir! Pues nada, Piluca lo expresa y nos demuestra con claridad meridiana que en realidad ese pequeño desvío de 190 millones de euros de nada, se debe a que tenían unas cuantas facturas relativas a la sanidad metidas en el cajón a 31 de diciembre de 2011, y que con las ayudas del pago a proveedores lo que hizo fue airearlas para que se pudiera pagar lo que se debía: - Pero Piluca, ¿te estás dando cuenta de lo que dices? Pero si fue la coartada que utilizamos en La Mancha y en Andalucía para dar a los sociatas hasta en el cielo de la boca… Y ahora, ¿cómo se lo explico yo a Don Mariano? Mira de momento cállate una temporadilla que cada vez que abres el pico sube el pan, y ya hablaremos con tu jefe.

En fin, no es que a mí me importe demasiado a estas alturas las frías cifras con  las que nos levantamos y acostamos todos los días. De hecho estoy hasta la coronilla del déficit, del pib, de indicadores y demás gaitas que hacen cada vez más incomprensible la realidad que nos rodea, pero llama poderosamente la atención como en este jodido país se cambian las reglas de juego constantemente en función de quien sea el individuo o colectivo que se vaya a poner a examen: a estas alturas Piluca tendría que estar cesada de su cargo y dando las gracias por no haber redactado la tan temida sanción penal en la famosa Ley de Buen Gobierno por atentar contra la estabilidad presupuestaria. Pero aquí, al contrario, se saca pecho, su sube la cabeza, y se cuenta la mentira que corresponda para salir del paso. ¡Chisssstttt! Y a callar, que quede todo en su sitio.

Siempre he pensado que por estas tierras en las que nos ha tocado vivir las cosas funcionaban sin saber muy bien porqué, y no te digo ya si te comparabas con las tribus bárbaras del norte: ¡qué crisis existencial!, ¡qué complejos de inferioridad!. Siempre andábamos detrás de ellos en todos los números posibles, hasta que llegó el gran descubrimiento español: el ladrillo. Ahí estábamos nosotros navegando con viento a favor y a toda leche, con unas ganas tremendas de pasarles por encima con nuestros flamantes BMW, Audis, Mercedes… Mientras nos seguían hablando de tonterías como el fracaso escolar, la desastrosa política de investigación, la falta de productividad… ¡La falta de productividad, qué chorrada si estamos ganando pasta por un tubo…!

"Casa en ruinas de Flickr" por Roberto Alcalde
Pero el edificio se cayó como no podía ser de otra manera, como todos nos imaginábamos que ocurriría algún día, y ahora, con todas las prisas del mundo, se quiere limpiar el patio trasero de mierda acumulada hasta las cejas y sanear las fachadas para que por fuera se vea bonito. Parches y más parches, y lo llaman reformas: la reforma  laboral es un claro ejemplo de las falacias con las que nos desayunamos todos los días. En principio creada al efecto para generar empleo y para ganar competitividad, y como consecuencia productividad. Lo primero no sólo no se ha conseguido, sino todo lo contrario, y en cuanto a lo segundo pues ni está ni se le espera, y quizás este sea el mayor cáncer de este país, y me explico: nos hemos pasado años y años hablando de la dichosa falta de competitividad secular mientras se le echaba la culpa a las chapuzas organizativas de nuestros jefes, a la pícara vaguería de los trabajadores, a la falta de puntualidad de los proveedores, al derroche absurdo de todos, y al lucero del alba si hacía falta. Era imposible, intentáramos compararnos con quien fuera en Europa, con algunas pequeñas excepciones en una geografía paralela, que produjéramos lo mismo en el mismo número de horas de trabajo.

Y digo yo, ¿a qué se deberá todo esto? ¿tendremos acaso algún problema genético? ¿nuestro acerbo cultural nos lo impide? Escarbad un poco…, y os daréis cuenta que tras este fino barniz de seriedad y profesionalidad que tantos dirigentes, representantes de instituciones de todo tipo, directivos y jefes de medio pelo o de pelo entero, se esconde una gruesa capa de mezquindad, envidia, cinismo, elitismo casposo, soberbia, desconfianza, deslealtad y cobardía, mucha cobardía. Desde aquí os pregunto: ¿cuántas veces  vuestras expectativas en el mundo universitario, en el laboral, en el profesional…, tras unos méritos ganados a pulso, se han visto defraudadas por la inexistente recompensa?

Cuando un familiar que vivía y trabajaba en Londres hasta hace unos pocos años nos comentó que tenía “morriña” y que se vendría sí o sí a España, le advertimos: “Muchacho, ten cuidado… Tú eres un tío currante y aquí trabajes lo que trabajes, no vas a recibir los mismos parabienes, quizás ni una palmada en la espalda por el trabajo bien hecho…”.  Y mucho me temo que esta es una de las grandes fracturas de este país cuyos resultados entre otros son: la inexistencia de ética en el trabajo, la no asunción de responsabilidades, el escaqueo generalizado, el abuso de poder, la imposibilidad de generar una meritocracia que suponga la posibilidad de ascenso social por parte de cualquier ser humano que nazca en esta tierra, y especialmente la persistencia de una endogámica casta de mandamases intocables que están mandándonos a la mierda, mientras siguen acumulando pasta en sus cuentas suizas y poder en sus enfermos cerebros, sin que parezca que a nadie le importe.

Supongo que todo esto suena a actual, pero desgraciadamente viene de lejos. Últimamente se habla mucho de las castas: la de los políticos, la de los funcionarios, la de los empresarios… Así es, vivimos en un sistema podrido de élites cada vez más impermeables, y esa endogamia acaba creando monstruos que yerran y cambian las reglas del juego para demostrar en una nueva pirueta torticera que ellos no se equivocan nunca, que “asesinan” socialmente y condenan al ostracismo al que quiere romper ese juego de poder. Lo estamos viendo todos los días, mientras todo se va a pique, nadie asume responsabilidades, nadie corrige sus indeseables comportamientos, nadie pide perdón… Todo vale y nosotros se lo seguimos permitiendo. Así que no te preocupes Piluca, que tú seguirás en tu puesto hasta que prestes tus buenos servicios, y mientras Juan Vicente lo quiera así… AMÉN.


ALONSO QUIJANO

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