Afirmar que la caja de caudales del
Ayuntamiento de Burgos recuerda a la patena del párroco de Las
Quintanillas, es algo que casi todo el mundo sabe o imagina, a tenor
de las decisiones que se vienen tomando. Partiendo por tanto del
hecho de que estamos sin blanca y que las reiteradas subidas de
impuestos y tasas son a todas luces insuficientes, añadiendo que el
Clan Baeza (así denominamos al equipo de cachorros de Lacalle,
incluido él mismo) parece que tiene que devolver los “préstamos”
realizados previamente a la campaña electoral por algunas
constructoras, se antoja evidente la necesidad de rascar “ande
sea”. Y si los burgaleses tenemos que pasar sed...pues para eso
hemos votado a una Corporación Municipal, cuyo mayor mérito ha sido
el aplaudir, despellejándose las manos eso sí, a sus mayores en el
banquillo pepero. Es vox populi, que carecen de experiencia
laboral,....excepto la gestión de un municipio que se acerca a los
doscientos mil habitantes... ¿no se les queda grande a esta pandilla
de becarios añosos? ¿qué pecado hemos cometido los burgaleses para
merecer este castigo cuasi divino?
Imagino que los aventurados lectores
querrán materiales nuevos y no afirmaciones que son comunes y
resabidas en los cuatro cantones de la Burgatti. Disculpen mis
disgresiones. El agua, que según aprenden todos los escolares es la
base de la vida, como también que somos en un noventa por ciento
agua. Pues bien, la depredadora ideología privatizadora y las
extremas necesidades de nuestro Consistorio hace tiempo que han
puesto los ojos sobre este bien tan preciado, y especialmente en
Burogos, donde la calidad del agua ha favorecido la instalación de
empresas señeras. Debemos recordar que hubo intentos previos, como
el propuesto en el 2004 por la entonces concejala Cristina Ayala, que
fueron abortados por la patronal empresarial, ya que suponían un
importante aumento del coste: imagínense a la cervecera San Miguel,
por poner un ejemplo, ¡a qué precio le iba a salir la producción
de cervezas!
Sin embargo, en estos momentos,
ahogado en su propia ambición y miseria, el señor Lacalle, necesita
vender. El primer paso fue transformar el Servicio Municipalizado de
Aguas en Empresa Municipal, siendo el Ayuntamiento el propietario del
100% de las acciones. Aunque esta maniobra se realizó para enmendar
una irregularidad,
no cabe duda que albergaba otras intenciones...
Y claro está, una empresa se puede
vender....la oferta parece que está sobre la mesa. A falta de
transparencia de los que saben no nos queda más remedio que apuntar
a la rumorología más fiable, y esta sugiere que la oferta sólo
abarca al 49% de las acciones. Las empresas dedicadas a la gestión
del agua observan atentamente los movimientos, es un mercado cautivo
tremendamente rentable. Otra rumorología más peregrina apunta a que
el propio Méndez Pozo, no sólo impulsa esta operación para que la
liquidez del Hay Untamiento le permita a él ganar dinero en las
obras que promueve,
si no que podría estar interesado en la compra, para así controlar
el agua que beben sus súbditos, después de leer en su periódico,
vivir en sus casas, y ser atendidos en su hospital con peaje en la
sombra. Lo cierto es que cualquier suspiro bajo los Soportales de
Antón lleva su melodía y no siempre es certera, pero... ahí queda
eso, porque tampoco es del todo descabellado.
¡Ay! ¡Que no nos sale novio para
moza tan aseada! Por el momento no parecen surgir compradores
demasiado interesados, y es que parece que el precio, -según dicen-,
es elevado, y a las empresas del ramo les interesa el control, o sea,
el 51% por lo menos. Esa podría ser la razón por la que no termina
de cerrarse la operación.
Por otro lado, no deja de sorprender
el funcionamiento del “Servicio de Aguas”, de este emirato casi
independiente cuyo Emir: José Carracedo
fue jubilado por obligación tras haber reinado más de cuarenta
años. A pesar de que en el Servicio de Aguas se ha entrado a dedo y
los cargos de responsabilidad responden a favores y redes
clientelares al más puro estilo de “La Familia”, tenemos
que reconocer que durante años se ha consolidado una red de
suministro completa y de gran calidad, que incluye todo el proceso
desde la toma de agua en Arlanzón, hasta la depuradora de
Villalonquéjar. Estas infraestructuras en prefectísimo estado,
sostenidas por las cuadrillas de mantenimiento suponen una golosina
para cualquier empresa del sector, que se ahorraría tremendas
inversiones durante años. Recordemos que está pendiente de asignar
la ampliación de la nueva depuradora (EDAR), sobre la cual el
Ayuntamiento tiene que hacerse cargo de un 30% (El otro 70%, el
Estado a través de la Sociedad Acuanorte)
Por tanto, ¿conviene a la ciudad
vender unas instalaciones y un producto, como el agua, de uso diario
y cuya compra no puede realizarse en un mercado competitivo?
Conocemos algunas de las consecuencias inmediatas para los
ciudadanos: seguro y significativo incremento del precio, para que la
empresa propietaria garantice sus beneficios, en régimen
monopolista. En la actualidad esto es imposible dado que se trata de
una compañía pública, todos los ingresos deben ser reinvertidos,
por ello, las instalaciones presumen de un mantenimiento de gran
calidad, envidia de otras ciudades.
La segunda consecuencia, más gravosa a
largo plazo, supondría el lento deterioro de la red de distribución,
dado que sólo se repondría lo estrictamente necesario, en una
lógica de beneficios empresariales puros y duros. La empresa
adjudicataria tendrá muy pocos estímulos para mejorar el servicio e
invertir en un sector que domina absolutamente y en el que no es
posible la competencia. Los mecanismos de control públicos podrían
no ser suficientes.
Entiendo con meridiana claridad, que
para los burgaleses sería un error deshacernos de tan preciado
patrimonio: nuestro agua y su distribución.
Sin embargo, se pueden ofrecer algunas
sugerencias para, salvaguardando la propiedad municipal, pueda
revertir algunos beneficios en el Ayuntamiento. Partimos de que todo
lo que ingresa la Empresa Municipal de Aguas tiene que ser
reinvertido en la conservación y mejora de las instalaciones. Pero,
lo cierto es que todos los espacios en los que se desarrolla su
actividad son propiedad del Ayuntamiento: almacenes, oficinas y
demás. ¿sería posible establecer un canon para abonar el coste de
este alquiler de la empresa Municipal a su accionista y propietario?
Esta u otras vías, podrían ser exploradas por la Corporación y
reflexionar antes de deshacerse alegremente del Agua, recuerden
ustedes, salvando las distancias, la película española: “Y
también la lluvia”, que
relataba la respuesta ciudadana ante la privatización del servicio
del agua en una ciudad latinoamericana... estoy convencida de que no
estamos tan lejos de sufrir las mismas consecuencias que los
habitantes de Cochabamba. En España hay buenos ejemplos de gestión
pública del agua, ¿por qué no miramos en esos espejos?
Clara Uribai