Entrevistamos a Raquel (Lucas Platero) (Madrid, 1970)
AUTOR DEL LIBRO
“TRANS*EXUALIDADES. ACOMPAÑAMIENTO, FACTORES DE SALUD Y RECURSOS EDUCATIVOS” (Editorial Bellaterra, 2014), que ya está en muchas librerías.
“TRANS*EXUALIDADES. ACOMPAÑAMIENTO, FACTORES DE SALUD Y RECURSOS EDUCATIVOS” (Editorial Bellaterra, 2014), que ya está en muchas librerías.
Desde el compromiso y la pedagogía social su ensayo aborda la intervención comunitaria sobre la infancia y juventud que rompe las normas de género y son transexuales, introduciendo el término trans con asterisco, trans*, como herramienta política. También muestra cómo combatir la transfobia, ofreciendo herramientas educativas y de intervención. Platero ha publicado otros libros como: “Intersecciones. Cuerpos y Sexualidades en la encrucijada” (Bellaterra, 2012); “Lesbianas. Discursos y representaciones” (Melusina, 2008) y “Herramientas para combatir el bullyng homofóbico” (Talasa, 2007).
-Hola
Lucas. El tema de la despatologización trans está en el candelero pero estamos
en un campo de intervención muy nuevo como para abordarlo a la ligera. Tu libro
aborda la transfobia que, a mi entender, a pesar de sus indudables conexiones, es algo diferente a la homofobia o la lesbofobia, igual que un tipo de
discriminación no es igual a otro, aunque las luchas puedan coincidir. ¿Cómo
ves tú estas distinciones?
Raquel (Lucas) Platero: Distinguir diferentes tipos de discriminación
tiene el valor de afinar nuestra mirada sobre cómo transformar nuestra realidad
social, con un impacto específico sobre las posibilidades reales de vida y de
vida digna de las personas, en este caso de las personas trans* y sus familias.
La transfobia no es mas que un término que señala toda forma de violencia, rechazo,
agresividad y actitudes negativas sobre quienes transgreden o no encajan en las
expectativas sociales sobre las normas de género. No se trata de un fenómeno
individual, sino que también incluye
formas institucionalizadas de discriminación, patologización y estigmatización.
La transfobia sin duda incluye formas concretas de sexismo, de clasismo, de
capacitismo, racismo y otras exclusiones que conforman una exclusión múltiple,
que podemos señalar como interseccional.
-¿Qué
aporta este libro que no tengan otros ya publicados sobre la transexualidad?
R.L.P : “Trans*exualidades” se propone como una
herramienta para la transformación social, de manera que no sólo contiene cosas
básicas como conceptos y un marco teórico, sino que aporta también cosas
novedosas como una atención cuidadosa a la infancia y a las familias. Desde un
marco teórico accesible y riguroso, se ofrece un análisis de los factores de
salud que impactan en la calidad de vida de las personas trans* y que
contribuye a combatir la transfobia social. Además, se muestra un mapeado
realizado con entrevistas con menores y adultos trans*, así como de sus
familias y profesionales en el ámbito. Finalmente, incluye herramientas
prácticas como actividades didácticas, personajes históricos y recursos
educativos. Creo que es muy libro completo, que puede ser útil para públicos
muy distintos.
-Al
abordar personajes históricos ¿no temes que la gente trans que no puede o no
quiere pasar a la “historia” se sienta por debajo de las expectativas? Ocurre
el mismo con el tema de la excepcionalidad en el caso de personas con diversidad
funcional o perteneciente a la etnia gitana. ¿O esto ya lo sabes y la intención
y el enfoque es otro?
R.L.P: El libro contiene una vocación muy práctica, y como ya he dicho,
incluye actividades para realizar en grupo y también referencias a algunos casos
concretos a lo largo de la historia. Estos ejemplos concretos tienen el valor
señalar que la transgresión de las normas de género es una constante de la
historia desde que la conocemos, que es inherente a la misma idea rígida de la
división social entre hombres y mujeres, tan propia de nuestra sociedad.
Incluir las actividades prácticas o los ejemplos en la historia no trata de
señalar la importancia de “hacer historia” o de la excepcionalidad, sino que
persigue provocar un debate sobre el papel de esta organización dicotómica y la
necesidad de entender la diversidad de las personas en cualquier momento
histórico y lugar geográfico. Por otra parte, presentar algunas historias
propias del contexto del Estado español contribuye a generar un imaginario posible
más cercano, sin tener que recurrir a ejemplos más lejanos, como pueden ser los
anglosajones, que por otra parte, están más documentados y que
sobre-representan los estudios LGTB.
D.P:
Conozco casos más o menos cercanos de trans FM o MF que me han llegado a
confesar que se operan u hormonan para ser tomados en serio en su entorno más
próximo. ¿Es tu libro “Transexualidades” también un arma contra la dictadura
médico-quirúrgica?
Raquel L. P: Deseo que Trans*exualidades sea un arma para que las
personas trans* de todas las edades, incluyendo los y las menores, puedan vivir
mejor y más dignamente, sea cual sea su manera de vivir su transexualidad. La
medicalización y la situación actual de derechos en el Estado español sitúa a
las personas trans* en un lugar de infantilización, paternalismo y tutela
constante por parte de legisladores, expertos y médicos que hace muy difícil
tener en cuenta la voz de las propias personas trans* de todas las edades. Esta
es una situación insostenible y creo importante que se den pasos para ahondar
en la idea de que la transexualidad no es una enfermedad, mientras que la
transfobia es y debe ser un delito.
-Tu libro
“Intersecciones” hacía un análisis muy cercano a lo que está pasando aquí y
ahora, con respecto a la sexualidad no normativa en el Estado Español. También
los textos de Beatriz Preciado sobre las hormonas, el cuerpo y el poder son muy interesantes, pero son –a
mi entender- más brillantes que
prácticos. ¿Das voz a gente que no tiene por qué tener conocimientos exhaustivos
o teorías rompedoras?
R.L.P: Este libro tiene 434 páginas, imposibles de escribir sin hablar,
pensar y escuchar a muchísimas personas trans*, familias, profesionales e
investigadores con posicionamientos bien distintos; he tratado de representar precisamente
esa diversidad de opiniones y opciones vitales. No puedo sino admirar a las
niñas de 6 años que he conocido, que se atreven a ir al cole con falda y
horquillas de colores, en espacios muy hostiles donde les recuerdan que han
nacido como niños y que tratan de eludir su responsabilidad frente a su derecho
a recibir una educación que no les discrimine. Estas niñas y niños son expertas
en el esfuerzo de hacer valer sus derechos, son la fuente de inspiración de
este libro. Por otra parte, soy muy consciente de que ser una persona trans* no
te hace necesariamente disidente de todos valores dominantes – como ya ha dicho
muchas veces Mauro Cabral-. Mi trabajo no consiste en juzgar a las personas,
sino en hacer propuestas sobre cómo combatir la transfobia.
-Los
casos de discriminación salvaje salen a la luz, normalmente, pero el día a día
y sus ofensas (por ejemplo una trans en un equipo de béisbol, en el ejército o
en un grupo feminista “de los de antes”) no siempre son tenidos en cuenta.
¿Esto, afortunadamente, va cambiando?
R.L.P: La discriminación sigue
existiendo, a veces en forma de paternalismo que parece bien intencionado,
otras veces en forma de diagnóstico médico o de tutela legal, las menos pero
más dramáticas, en forma de actos violentos. Al mismo tiempo, cada vez más hay
personas trans*, familias y profesionales que se están revelando frente a este
futuro fatalista y plantean otras maneras de vivir. Gracias a este libro he
conocido historias preciosas de padres que ayudan a sus hijas a presentarse
como niñas en el parque frente a otros niños, dándoles la oportunidad de probar
si es eso lo que necesitan para ser felices. Este tipo de historias de
complicidad y cariño son revolucionarias, posibilitan imaginarse las vidas de
las personas trans* más allá de la transfobia y centrarse en otras cosas, como el
resto de las niñas y los niños. Las
personas trans* son mucho más que las normas que no cumplen.
-Hace
poco dije en una intervención para presentar una película titulada “XXXXXXXXX”,
que los dos libros más terribles de la Historia son la Biblia y el Manual de
Desórdenes Mentales. ¿Es ir demasiado lejos, ya que mucha gente sigue
necesitando atención psicológica o médica? ¿Se habla a veces, un poco a la
ligera, queriendo romper el prejuicio o, al revés, sostenerlo?
R.L.P: Nuestra sociedad está gobernada por instituciones que producen
documentos con los que nos disciplinan, en un intento de objetivar lo que es un
acuerdo social de parte de esa misma
sociedad. La enfermedad mental o las normas religiosas son buenos ejemplos de
esos acuerdos sociales sobre lo aceptado o no, que curiosamente, cambia y se
transforma a lo largo del tiempo. Ya no le cortamos una mano a quien roba, no
consideramos que la esquizofrenia sea un mal divino o se contagie. Como sociedad,
nos hace falta una revisión crítica y honesta sobre qué impacto tienen estos
regímenes de autoridad, sobre aquellos que sostienen que “la verdad” se refleja
en estos textos. No son fuentes neutrales ni objetivas, tienen un impacto
importante sobre la vida de las personas, especialmente de quienes más
desamparadas están.
-Finalmente,
solo quería que me dijeras además cuáles son las
principales resistencias que se ha encontrado la despatologización, en los
médicos e incluso dentro del propio movimiento?
R.L.P: Afirmar que la transexualidad es un trastorno, o algo moralmente
negativo, es interesado, nunca es neutral. Sirve para afirmarse como fuente de
autoridad, frente a unas personas que necesitan dar significado a sus
vivencias, a menudo, mientras todavía están tratando de entenderse a sí mismas.
La buena noticia es que lo que parecía una idea alocada propia sólo de
algunos pequeños grupos de activistas, familias y profesionales se está
convirtiendo en una noción estable y sensata, las personas trans* no están
enfermas, no tienen un trastorno. Sólo requieren de los apoyos de su entorno
para poder vivir acorde a cómo se sienten. Para algunos movimientos sociales,
partidos políticos o investigadores los derechos trans* no han sido “tan
importantes”, han sido relegados a un segundo plano demasiado a menudo, si bien
ahora mismo están siendo más visibles que nunca. Es imposible escapar al hecho
de que nuestra sociedad es plural y que las personas trans* tienen todo tipo de
edades, clases sociales y profesiones.
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