Carolina Blasco Delgado,
además de Teniente de Alcalde, es la Concejala de Personal del
Ayuntamiento de Burgos. A mayores lleva la Viceportavocía y es
también la responsable del Área de Desarrollo Sostenible. El
Ayuntamiento de Burgos, cuenta con cerca de 1500 empleados (entre
funcionarios, laborales y trabajadores de servicios como Agua,
Deportes, Autobuses y otros). Esto parece indicar que es una persona
de importancia en el organigrama del Equipo de Gobierno Municipal. No
tiene dedicación exclusiva, por tanto no parece que perciba salario
alguno de la Casa Consistorial, amén de dietas y esas menudencias
por asistir a reuniones de consejos, comisiones y demás.
Sin embargo, hemos de
añadir, si nuestras informaciones no fallan -y si no que nos
corrijan y completen- que Carolina Blasco, recibe un buen salario,
digno de su escalafón. Ha sido una persona vinculada a la
Universidad de Burgos (je, je, no es la única concejala con
tentáculos en la Uni...), y que tiene intereses en conservar un
nivel 30 en la administración, adquirido en esta institución, como
funcionaria. Esto, para que nos entiendan es de “general para
arriba”. Un nivel 30 en la Universidad implica un elevado salario
asociado al mismo. Para conservar este nivel, para toda su vida
laboral, necesita su continuidad durante algún tiempo, dos años
según el RD 364/1995. Por ello, y a pesar de ser la responsable de
casi 1500 personas, generosamente parece renunciar a su salario como
edil, para seguir recibiendo el de la Universidad de Burgos, que
según sus probables cálculos, le reportará más réditos en un
futuro. Para las personas de a pie, que percibimos el salario -los
que lo cobren- de la empresa o lugar en el que se trabaja, estos
cambalaches -o favores, o lo que sean- son muy difíciles de
comprender. O sea que las copas las paga la Universidad de Burgos,
pero los servicios los presta al Ayuntamiento, y aunque seguramente
esto sea perfectamente legal, en España, estamos acostumbrados a las
pifias legales, a las indemnizaciones millonarias perfectamente
legales a auténticos chorizos impresentables. Son cosas del país.
De todos modos, hoy
quería ahondar más en el caso de Carolina Blasco, proveniente de la
Dirección General de Telecomunicaciones de la Junta de Castilla y
León. Persona tan capaz, que no sólo recibe su salario de la
Universidad de Burgos (quizá siga con algún trabajito), no sólo
tiene todas esas responsabilidades que hemos ennumerado al comienzo,
si no que es la Presidenta del Centro Europeo de Empresas e
Innovación (Villafría)..., aparte imagino que tendrá vida privada
como todo hijo de vecino... Y ahora pregunto: ¿será capaz de
ofrecer la intensidad y concentración que requieren todos estos
puestos y responsabilidades? Ya saben, aunque sea un lugar común no
me resisto a comentar la evidencia, del manido refrán castellano:
“quien mucho abarca....” por eso, entre otras cosas,
probablemente el otro día no acudió a una reunión con trabajadores
del Ayuntamiento. Por otro lado ¿se imaginan al responsable de
recursos humanos de una empresa de más de 1000 trabajadores con
triplicidad de empleos? Creo que el Consejo de Administración le
pediría inmediatamente que se ciñera a realizar satisfactoriamente
una tarea y que se dejase de ejercer de figurín en todas las demás.
Carolina Blasco no hace las tareas, sencillamente porque es humana, y
como todos, cuenta con 24 horas al día, así que llega a las
reuniones, tarde, sin preparar y sin planteamientos dignos de ese
nombre. Lo que tampoco se la puede perdonar, ni a ella ni a ningún
representante de la casta dirigente son recomendaciones morales, del
tipo: “tenemos que hacer sacrificios entre todos, es necesaria
solidaridad y esfuerzo...” Cuando uno escucha frases así se
imagina en una película de Berlanga, en la que el Marqués de
Chorrapelada pasa la colecta a los mayordomos exigiendo donativos
para pagar los gastos de la vajilla que ellos mismos están
sirviendo... Una persona que se blinda respecto a su presente y a su
futuro, que acapara puestos, salarios y prebendas, no puede ni
plantearse pedir solidaridad y sacrificios al resto, ya no por
cuestiones éticas, si no por mero sentido del ridículo. Signo de
los tiempos, lo que hay que ver y oír.
Lucas Mallada.