Hace unos días, en
concreto el 6 de mayo, en Burgos se organizó una charla
para promover la Banca Ética, y lo que supone de diferente a
las entidades bancarias convencionales, animados por el importante
desprestigio que ha sufrido esta última. Este hecho, por sí
solo, no nos hubiera llamado la atención, y es que se enmarca en la
propia campaña que está realizando FIARE, como Banca Ética
para enraizar en nuestro país. Sin embargo el día 6 en el Centro
Cívico de San Agustín y como ponente, además de Jesús Leandro
Velasco Vicente, vicepresidente de FIARE en Castilla y León, estaba:
AGAPITO GÓMEZ MARTÍNEZ. Y la presencia de este segundo ponente es
lo realmente llamativo, porque es miembro de la comisión ejecutiva
de AIBUR, es decir la Asociación de Impositores de Caja Burgos.
Su sola presencia, quizá
ya sea el mensaje. ¿Qué ha tenido que pasar para que los
ahorradores de la banca convencional, o mejor dicho de las extintas
cajas de ahorro se estén planteando cuestiones éticas en las
operaciones financieras? Pues ha pasado lo que todos hemos vivido, un
tsunami que ha arrasado unos cuantos mojones que daban aparentes
certezas a nuestras vulnerables vidas. Entre ellos la desaparición
de las centenarias cajas de ahorros. El asunto puede deslizarse por
complejidades de mucho calado porque está teniendo profundas
consecuencias en la vida diaria de la ciudad y la de sus ciudadanos,
y me quiero resistir en esta ocasión a dejarme llevar por tan
tentadores derroteros.
Lo que sí comprobamos,
en los tiempos del asfixiante paradigma neoliberal es que las
instituciones, públicas o privadas, tienen que tener una función
social, más allá de la mera rentabilidad económica de sus
accionistas o propietarios. Y que esta reflexión se extiende cual
mancha de aceite, más allá de iluminados, reformistas y
heterodoxos, alcanzando a ciudadanos que hasta hace bien poco
confiaban tranquilos en las bondades del sistema. Hemos asistido
impertérritos al desposeimiento de unas entidades financieras, que
aunque mal gestionadas y al servicio de la siempre voraz élite
extractiva burgalesa (ejemplo palmario lo encontramos en José María
Arribas Moral), eran de alguna manera cercanas y formaban parte del
conglomerado de lo público. Aprovechando que se trataba de entidades
públicas, se ha atribuido este tipo de gestión a su fracaso y se ha
liquidado su patrimonio en manos privadas, lo que se supone una mejor
gestión, lo que no se cuenta es como fueron manoseadas por inicuos
intereses privados que jugaron alegremente con pólvora ajena, ya que
ocurriera lo que ocurriera, pagaba “el rey”. Algún valiente
tendría que atreverse a contarnos la verdadera historia de las cajas
de ahorro burgalesas.
Pero más allá de todo
esto, y eso que no querría deslizarme....está la pregunta clara,
directa y concisa: ¿para que sirve una entidad financiera a la
sociedad? Ya sabemos cuál es la respuesta de los libros, y haciendo
una elipsis sobre ella, continuaré así: cuando no ayudan a cumplir
los proyectos de los ciudadanos, cuando no tienen presente una
rentabilidad social, cuando el carácter local les importa un bledo,
cuando les interesan las ganancias rápidas y no los procesos de
crecimiento propios y enraizados en el entramado ciudadano, cuando
invierten en asuntos que destruyen a la gente o las redes sociales,
cuando favorecen la existencia de una Ley Hipotecaria cruel e
inhumana...¿nos interesa sostener y mantener un tipo de entidades
financieras así? ¿Qué réditos sociales contribuyen a una vida
mejor, cuando lo único que interesa son los dividendos de los
accionistas?
Parece ser, que a la luz
de la experiencia, incluso para los antiguos impositores de Caja
Burgos, las nieblas empiezan a aclararse y el deseo de entidades
financieras, en sobre las que tengamos algún poder de decisión los
propios ciudadanos es mirado con mayor interés. Atrás comienza a
quedar la mirada que sólo se centra en el interés otorgado: un 2 ó
un 3 % TAE; más allá de eso, comprendemos que no podemos dejar
nuestro dinero en manos de organizaciones que invierten en armas, en
fondos de capital riesgo que cierran empresas o juegan a ganar si
Grecia quiebra, en proyectos de nula rentabilidad social o que
incluso generan dolor en alguna parte del mundo, porque inefablemente
la ola del tsunami también nos llegará, lo hemos comprobado en
nuestras carnes. Situar en la balanza la rentabilidad social en pie
de igualdad con la económica es un gran paso adelante, y eso es lo
que se pretende con proyectos como FIARE.
Cada uno tenemos una
importante responsabilidad en el cambio social. Y no es pequeña en
la cuestión de la elección de la entidad financiera en la que
depositar nuestros ahorros. Invito por ejemplo a indagar en donde
invierten nuestros capitales las entidades financieras con ayuda de
organizaciones fiables como: SETEM, www.finanzaseticas.org,
Centro Delás Justicia y Paz y otros que seguramente conozcáis. Así
comprobaremos como algunos de los bancos españoles que más ganan
como BBVA o Banco Santander, están manchados de sangre por sus
inversiones en armamento controvertido. Lugares en los que también
aparece la Caixa y otras sorpresas que dejo a vuestra
responsabilidad. El futuro está en
nuestras manos y en nuestras opciones, nosotros hacemos el futuro.