Persona con el "tiro de gracia" encontrada en las exhumaciones del monte de Estépar (Burgos) |
El pasado día 13 de este mes de octubre, en el Ateneo de Madrid sostuvimos un encuentro- charla los componentes de la Comisión de la Verdad, una plataforma que engloba a juristas de reconocido prestigio, asociaciones para la recuperación de la Memoria Histórica, grupos internacionales que luchan por los Derechos Humanos, como Amnistía Internacional, y sobre todo, familiares de los asesinados por el franquismo. Sería prolijo enumerar los entes representados en dicha reunión, simplemente hacer constancia de algunos nombres que pertenecen a la Comisión de la Verdad como el grupo Amesde (Asociación Memoria Social Democrática ), Martín Pallín, Jiménez Villarejo, Cristina Almeida. En dicho encuentro, decidimos movilizarnos frente al Congreso de los Diputados, desde una serie de manifestaciones que tendrán lugar en el curso de estas semanas por todo el país, hasta el día 10 de diciembre, fecha en la que se conmemora el día mundial de los Derechos Humanos para recordar al Gobierno, que el próximo día 31 de este mes de octubre, concluye el plazo que la ONU le ha dado para resolver las exhumaciones de los miles de fusilados que yacen en los campos y cunetas, montes y barbechos de esta sucia España. Las diversas amonestaciones y requerimientos que dicho organismo ha hecho al Gobierno, han sido desoídos cuando no despreciados. Hasta ahora, desde que gobierna el PP, han sido estas asociaciones las que han corrido con los gastos para recuperar a los asesinados. Zapatero aplicó débilmente la ley que entró en vigor el 26 de diciembre de 2007 para dignificar la memoria de las víctimas del franquismo. Esta ley fue atacada durísimamente por el PP y la derecha española, acusando al Gobierno socialista de revivir la Guerra Civil. Pusieron entonces en marcha una campaña para denunciar los crímenes de los comunistas. Las partidas miserables que destinó Zapatero hasta el 2010, apenas sí cerraron algunas heridas. Mientras tanto, las familias vagan entre fosas y collados, estepas y cunetas en busca de los seres amados que yacen en un brutal desasosiego infligido por un Gobierno lleno de rencor y venganza en cuyas filas están los hijos y nietos de muchos de los asesinos que llevaron a cabo el exterminio de los demócratas españoles, que el golpe de estado del General Franco propició con generales asesinos como Mola, Yagüe, Queipo de Llano y otros falangistas descritos perfecta y exhaustivamente por Paul Preston en su impresionante libro El Holocausto Español.
No tienen más que acudir a las hemerotecas y repasar los lugares de Estépar, Valdenoceda, Andaya o la Pedraja, donde, por cierto, el próximo día 1 de noviembre va a tener un acto en homenaje a los allí enterrados, con el traslado de los cadáveres exhumados este verano al cementerio de Villafranca Montes de Oca. Todo ello cubierto por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica dirigida por ese hombre excepcional, Miguel Ángel Martínez Movilla.
“España es un país sucio, muy sucio” dice en su última novela “ Así empieza lo malo”, su autor Javier Marías: se la recomiendo vivamente; entrevera anécdotas en la posguerra que desvelan la gran corrupción, la delación, el daño y el dolor vertido al paisaje humano, así como las satrapías cometidas a las mujeres por los canallas cercanos al Movimiento, la Falange y ralea de esta naturaleza, pinochetistas incluidos.
El laboratorio que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) tiene en Ponferrada (León), está abocado al cierre cuando finalice este año. Los cuatro voluntarios que allí trabajan sin cobrar, no pueden mantener las instalaciones. En ellas se efectúa la limpieza, identificación, documentación de los cadáveres que se encuentran en las fosas donde yacen los represaliados del franquismo. Ninguna institución pública o privada ha mostrado interés por la situación del laboratorio. Se fundó en el Bierzo, una de las zonas más reprimidas y violentas de la represión franquista. Más de 150 exhumaciones llevadas a cabo en cuatro años. Voluntarios de toda España y del extranjero, desinteresadamente lo han llevado a cabo, como en Estépar este verano, por ejemplo, con el grupo Aranzadi y Paco Etxeberria a la cabeza; o la Pedraja que antes hemos mentado.
La Junta de Castilla y León ha desvelado ser un ente afín a estos asesinos con su pasividad y desdén. Pero Atapuerca hará danzar sus huesos en el ballet de la ignominia con el oro vertido por los vividores de la Junta y sus muñidores. Una sinfonía esta de los huesos de la prehistoria que insulta gravemente a los huesos de la libertad.
Este daño, esta vileza instalada en el olvido por el Gobierno de España, que se ríe de los dictados de la ONU, no es otra cosa que la recolección que los crímenes del franquismo sembró en la Guerra Civil y la posguerra, nutridos sistemáticamente por una Iglesia cómplice y sádica en la que el perdón y la reparación no entran en su catecismo de delatores. Bien se ha precipitado este atrabiliario, cínico y teatral Papa en glorificar a sus represaliados, en tanto que ni una mísera oración ha salido de su boca para los demócratas españoles asesinados por el fascismo. Otro tanto cabe decir de los reyes pretéritos y presentes cuyos labios tampoco han pronunciado una palabra de consuelo para todos los afectados por esta miserabilidad de su Reino donde ellos cunden la corrupción.
Hay heridas morales que no cicatrizan jamás. Hay mujeres valientes, sufridoras, ejemplares que fueron violadas y ajusticiadas por estos canallas que palpitan en las sienes de tantos hijos y nietos españoles, que tenían que refugiarse en el regazo de padres y abuelos para no oír aquellas tenebristas noches de gritos y disparos y que ahora resuenan ecos de destierro, de odio. No resuelve el duelo España con esta calaña de gobernantes entretenidos en pudrir la libertad con sus mafias y corruptelas, sembradas por doquier. En tanto que esto no se resuelva, España seguirá siendo un país sucio, despreciable, cainita. Mujeres que tuvieron la heroicidad de sacar adelante a sus pequeños en unas precuelas y secuelas plagadas de dolor: un feminicidio, un desvalimiento, un río de lágrimas enlutadas, mujeres que lucharon en el frente de la libertad y que tantas veces obviamos y condenamos al silencio, son nuestra sangre más preciada.
Me decía el compañero de fatigas ya fallecido, el gran Juan Gelman, fallecido el pasado año, acaso uno de los más grandes poetas contemporáneos, que en las fosas anida el desasosiego. Que en tanto no se abran, las heridas que allí yacen y las trasladadas a los familiares no se orean, no cicatrizan. Por ello estos crímenes no prescriben jamás. Pero ya ven el escarnio que usa este país maldito con todo aquel que osa abrir este asunto. Lo hacen inaccesible para la memoria, lo destierran o desuellan si me permiten el término. La cólera se incuba en estas osamentas que laten desde que fueron precadáveres y la manifestaron a sus queridos. Tal vez los monólogos en esa intratierra donde esperan los asesinados su testimonio, emerjan un día con un lenguaje factual que nos hará estremecer, pues la historia nos la relatarán en puridad, con las palabras que el silencio han ido pergeñando en ese fascinante laboratorio del silencio. Un lenguaje omnisciente que nos inquirirá qué hemos hecho, por qué tantos años de pereza, de desamor.
La lucha es larga. Los asesinos permanecen. El dolor está en nosotros. Compartirlo es imprescindible para que el desasosiego encuentre la serenidad; por ello hay que seguir peleando ya que la verdad está en tumbas de tierra.
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