Óleo de Manolo Pardo |
El libro llevaba años en la estantería. La que está más a mano. No recuerdo cuándo lo compré pero sé, ahora, que nunca antes lo había abierto. Porque abrirlo y terminarlo han sido una misma cosa. ¡Qué placer el de despertarse para seguir leyendo! El título, puede que fuera el título. La sonrisa etrusca que, a mi humilde entender, es una sonrisa vaga, apenas dibujada, sin grandes ademanes de felicidad, reflejo de una alegría más consciente, más sabia, más vivida.
Ternura, un camino de algo más de doscientas cincuenta páginas hacia/de/por la ternura. Ese sentimiento, no, espera ¿Qué es la ternura? ¿una actitud? Una-forma-de-estar-en-el-mundo. El niño, el viejo, el hijo, el doctor, la asistenta, el viejo, la nuera, el joven, la mujer, el niño, el viejo. Todos son tan reales, cobran forma a través de esos ojos que una no puede dejar de imaginar como los del propio abuelo, arrugados, brillantes, honestos. Porque han visto y porque ya saben lo que no pudieron o no quisieron ver. La clase de ternura que hace llorar y reír y llorar otra vez. Se me cayó una lágrima en el penúltimo capítulo. Aún recuerdo la primera vez que lloré leyendo una novela. Fue con “El Camino” y fue, supongo, porque estaba lejos de casa y aquel muchacho Daniel “el mochuelo” me recordaba a mi padre, a su infancia contada a trazos. Desde entonces, cuento con una mano los libros que son capaces de transmitir la emoción hasta ese punto. La sonrisa etrusca es, a partir de hoy, uno de ellos. ¿Y de qué va? Y QUÉ IMPORTA...es la vida apresada en cadenas de letras...
Una novela que una quisiera que no acabara nunca. Cosas del destino, he tenido el placer de leer esta novela hoy, ahora que al fin olvido (me hacen olvidar con besos) ese verso que tanto he recitado “la vida, en mayúsculas, siempre está en otra parte”. Ahora, ahora que lo entiendo: la vida es en minúscula, entrelazada, imposible saber dónde empieza la “i” y dónde acaba la “uve”. Imposible saber cuándo o quién nos va a sorprender pero intuyendo el cómo: con amor, con cariño, con ternura y confianza. La única vida, parece decirnos José Luis San Pedro, es la que se comparte, la que se ve a través de la mirada del otro, la que se siente en el tacto del otro, asombrada de haber llegado hasta aquí, careciendo de aquello que ahora es lo más importante.
Lean...lean y compartan su alegría...Lean y recuperen la esperanza, la sonrisa...
Largo Caballero
un hombre simplemente maravilloso.Que en paz descanse,un saludo de acuario.
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