Por Santiago González Vallejo
Comité de Solidaridad con la Causa Árabe
El olivo es un cautivo más de la ocupación. Los check point limitan la movilidad de
agricultores y cosechas. El muro que hunde sus raíces en tierra palestina, al
este de la frontera del 67, ha roto la vida de muchos árboles. Muchas veces hay
que atravesar verjas de inescrutable horario para que el campesino mayor, ya no
puede ser joven, vaya desde su vivienda en un pueblo, a su campo. Esto se ve muy
bien en ese impresionante documental ‘5 Broken Cameras’, 5 Cámaras Rotas.
Mientras hace ese paseo, podrá ver otros campos y
colinas expropiadas, simplemente robadas por los colonos y el Ejército israelí.
El agua, tan necesaria, un derecho humano, tendrá un reparto desigual. Él no
puede hacer ningún pozo. El agua es escasa. Pero quizá vea una piscina en la
casa del colono que acaba de adquirir la nacionalidad israelí, aunque provenga
de Burgos, mientras su hermano, exiliado o preso, no podrá volver a ver y
cultivar sus propias tierras. Si mira un recibo del agua, su precio es mayor
que la que paga un israelí. La economía palestina está colonizada. Está
financiando a la del colonizador.
Además sabe que su aceituna o su aceite, jabón y otros
productos no podrán llegar a Jerusalén. Los productos palestinos tienen acotados
sus zonas de venta y será difícil que su primo de Jerusalén pruebe sus higos.
Mientras, en la tienda del pueblo se amontonan los productos israelíes, algunos
de las propias colonias, como único suministro para la vida diaria.
En Gaza es peor. Ya dice un lema jesuita que si las
cosas están mal, pueden ir a peor. Han arrasado con cientos de metros los buldócer. Líneas de seguridad en todo el
perímetro del campo de concentración de Gaza donde no se puede cultivar. Gaza,
la que antes exportaba a Europa miles de toneladas de frutos y flores, no tiene
puerto, no tiene aeropuerto, no tiene más que unos puestos aduaneros que al
albur de militares israelíes o egipcios se abren. No hay tantas cosas. No hay
fertilizantes. No hay energía. Se corta el agua de las potabilizadoras. Las
cañerías rotas vierten y expanden el agua negra. No se trata el agua negra,…
Tampoco está claro, no hay certificado de su origen, si
las tallas de olivo que los turistas compran en la Tierra Santa. Pueden ser
olivos arrancados a los palestinos que los israelíes comercializan.
Comercializan hasta las lágrimas ajenas.
La ‘ayuda’ comprada por la UNRWA -con dinero de
Europa- proviene en muchos casos de productores israelíes. Ellos deciden que si
hay exceso de peras y están bajando su precio en Israel abren la puerta de la
prisión de Gaza a las peras, en lugar de las manzanas. Es un mercado cautivo
israelí y encima desde el exterior les pagan. Un chollo de colonización que no
tiene que dar cuenta del incumplimiento flagrante de las Convenciones de
Ginebra. Mientras, el Cuarteto (la ONU, Estados Unidos, Rusia, la Unión
Europea), los vigilantes del proceso de paz, los lunes,los martes y así hasta
el domingo de todas las semanas y años, mirando al sol.
Todo esto y mucho más es a lo que se enfrentan los
palestinos. Contra esto y mucho más es lo que intentan luchar las múltiples
iniciativas solidarias internacionalistas.
Desde las expediciones de solidarios que acompañan el
trabajo de campesinos y pescadores para que colonos y ejército israelí tengan
testigos molestos si pretenden destruir cosechas o impedir el trabajo; el Arca
de Gaza, una campaña que consiste en fletar un barco con productos palestinos
desde Gaza para comercializar los productos romper el bloqueo de Gaza; la
Campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones contra los productos israelíes o
las embajadas pseudo culturales que venden un Israel que no coloniza o que
quiere una ‘paz’ sobre el escarnio y el yugo del apartheid; el turismo solidario que alimente económicamente a
Palestina y de la espalda a los mercaderes de una Tierra Santa que viven a
costa del sufrimiento palestino.
Hay muchas formas de intervenir. Todas son buenas. No
se puede ser neutral ante el sufrimiento. Una ‘paz’ que se basa en la
colonización y el apartheid hay que combatirla. Hasta lograr una paz justa. Y
es el momento de organizarse y trabajar por una paz justa. Esa es la cuestión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario