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jueves, 29 de octubre de 2015

Plagas: Otra consecuencia del libre mercado

Picudo Rojo, insecto que se encuentra ahora en España por la importación de Palmeras de Egipto para chalets


Por Carles Gimenez

Vivimos en un mundo donde las mercancías son en su mayoría mejor tratadas que las personas, solo hace falta comparar la libre circulación de ambas y observar quién sale perdiendo.

El libre mercado, ese dios omnipresente e invisible, (se da por sentado, de ahí la peligrosidad de la ideología del siglo XXI -¿por qué iban a decirlo si el mundo es por naturaleza neoliberal, por lo visto-?), ha traído miles de consecuencias perjudiciales para las sociedades capitalistas y las que no lo son tanto. 

Todo el mundo sabe que el Libre Mercado trae "grandes avances posmodernos" como elevar las tasas de paro, empeorar la calidad de los productos para poder competir, convertir en no rentable cualquier tipo de actividad productiva, contribuir al esclavismo en países emergentes etc… En este artículo vamos a resaltar una pequeña característica más de la que pocas veces se suele hablar: el intercambio de pequeños visitantes no invitados dentro de las mercancías y sus consecuencias.

¿Recuerdan aquél caso en el que para las obras del muelle de Gijón fue utilizado carbón de Asia porque el carbón asturiano era más caro? Pues hubo otro caso similar ligado a la burbuja del ladrillo en España. Al parecer, con la construcción masiva de chalets de veraneo, se importaron palmeras para los jardines de dichas casas dado que la palmera de Canarias -española- debía tener un precio poco competitivo. Vía Egipto, el país intermediario exportador, llegaron palmeras de origen asiático con unos precios muy asequibles. Pero trajeron en su interior a uno de los visitantes que más daño están haciendo a todos los jardines de la cuenca mediterránea, el Rhynchophorus ferrugineus, más conocido como el Picudo Rojo, ahora el gorgojo más grande de España. Este coleóptero cría en el tronco de la palmera datilera, la palmera de Canarias y la Wasinghtonia, sus larvas carcomen el tronco y la palmera se va muriendo tomando la forma de un paraguas cerrado. En Andalucía, Cataluña y Levante muchas costas ya están adornadas con -otrora bellas- palmeras atrofiadas que han sido víctimas de este escarabajo. Se espera la llegada a los palmerales de Elche, patrimonio de la humanidad, pero por suerte ya se han encontrado dos modos para acabar con el insecto: un tratamiento fitosanitario y otro ecológico con hongos.

No ha habido tanta suerte en Castilla y León donde una recién llegada, la estadounidense chinche Leptoglossus occidentalis, lleva arruinando por tercer año consecutivo la cosecha de nuestro piñón con denominación de origen, y también el portugués y el italiano. 
Este curioso animalito que ha arruinado la actividad de miles de particulares ha llegado a nuestro país vía Italia con la importación de piñas para satisfacer la demanda. 
Se sabe que en Portugal ya casi han encontrado un remedio ecológico contra este hemíptero y Cataluña ya lo está investigando, una actitud que contrasta con la pasividad de la Administración de la Junta de Castilla y León, una de las comunidades donde más particulares y autónomos se dedican a la recolección de piñas de piñón.

Cataluña y zonas cálidas del mediterráneo levantino ya temen la consolidación de otro gran visitante muy agresivo que ha venido para quedarse: el mosquito tigre. A diferencia de nuestros mosquitos comunes es doblemente agresivo, comienza su actividad incluso por las mañanas y sabe viajar en los coches. Es capaz de criar sus larvas en un milímetro de agua por lo que su erradicación en España se da ya por imposible. Entró en nuestro país con la importación de residuos, concretamente desde Mauritania en camiones de neumáticos para reciclaje (se alojaba en el agua que quedaba en el interior de los neumáticos). Es un insecto inteligente, pero fácil de matar si es detectado dada su tenacidad por volver a atacar; lo que sucede es que rara vez suele ser percibido y esa ferocidad voraz se acaba traduciendo en varias picaduras consecutivas por minuto. Se esconde en garajes, bares, terracitas, coches, armarios, bajo el colchón e invade los hábitats de los mosquitos anofélidos ibéricos. Un problema más para el turismo rural y el ocio en playas y bares de veraneo.

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