Quizás, quién sabe, mientras el tren recorría a toda máquina por montes, predios, valdíos y tierras cultivadas, un famoso tango resonaba en la cabeza de nuestro protagonista solitario en un vagón. Volvía otra vez a su segunda tierra de adopción donde había vivido maravillosos momentos cabalgando en la cresta de la ola, con mando en tropa como le gustaba recordar.
O quizás, quien sabe, otros hombres con nombre y sin él en ese mismo preciso momento escuchaban ese mismo tango al unísono y sin saber el porqué, mientras recordaban la doméstica y cotidiana humillación sufrida de una pequeña tiranía, de la animosa altanería permanente de su superior, de su sádico e injusto castigo diario...
Sí, él volvía como un bumerang, cargado con las mismas miserias morales con las que se fue, y con las mismas acusaciones…
El joven inspector médico recordaba sus inicios bregándose en las Pitiusas ya hace muchos años, y como de allí saltó rápidamente tras la realización de un importante Máster en Economía de la Salud al estrellato político: aún tenía en su memoria el sonido del teléfono que levantó para comunicarle el imparable inicio de su “cursus honorum”. Sin que él fuera consciente por aquel entonces ya estaba en el universo “popular” y fue nombrado rápidamente Director General de Organización y Planificación Sanitaria en el INSALUD durante la primera legislatura aznarina. Luego, al poco tiempo, pasó a ser entre 2001 y 2002 el responsable territorial del INSALUD en Aragón, siendo aquí donde deja una imborrable huella y un gran número de amigos que más tarde se convertirán en su salvavidas…
Aún intenta recordar cual fueron las causas que le llevaron a moverse y aunque él lo sabe, prefiere pensar y bromear para sí que en realidad sólo estaba cansado del ternasco y de la fruta escarchada, y prefirió probar por aquel entonces el lechazo asado y la morcilla. Así que, seguro fue eso, tras meditarlo profundamente decide recalar en estas tierras, convirtiéndose por obra y gracia de nuestro Presidente Herrera en Jefe del Área de Salud de Burgos.
Pero en realidad su destino le aguarda una misión mucho más venturosa y prometedora: convertirse en el último Gerente del viejo hospital Yagüe y llevar a buen puerto la pionera experiencia neoliberal en tierras castellanas, que para eso contaba él con ese Máster.
Desde el 2005 al 2011 pilota con mano de hierro el traspaso de enseres, servicios y poderes para dar brillo al bonito sueño herreriano de “economía mixta”: el capital privado adelanta la pasta, su desarrollo no computa como deuda, pero luego la Administración, es decir nosotros, devuelve mucho más capital pero a lo largo de mucho tiempo para que duela menos y el marrón político y económico se lo coman los que vengan detrás.
En cualquier caso él es un hombre de valores y responde como un resorte al principio de autoridad por encima de todo. Trabaja con tesón y no deja que nada se le escape, parece que todo va sobre ruedas hasta que un día cualquiera algo se le va de las manos. Trata de recordar como comenzó todo. Que hizo que una carrera tan merecida y brillante se viniera abajo.
Quizás todo empezó en aquel momento en el que no quiso darse cuenta que ante sí tenía un enemigo duro, quien sabe si un alma gemela pero en bandos diferentes. Recuerda de nuevo esos días de discusiones impertinentes con un inferior: al fin y al cabo que es un jefe de informática en un hospital, y para colmo interino. No podía consentir que discutiera su autoridad delante de cualquiera: quién era ese tal Ricardo para decirle que había cometido un error al contratar una empresa para cambiar el modelo de gestión informática; quién era para espetarle que había cometido ilegalidades en el concurso de adjudicación; quién era él para hablarle de tú a tú de la política hospitalaria; quién era ese bellaco para no dejarse amedrentar ni amenazar… Por supuesto que ese Señor Cuadrado de tres al cuarto se mereció lo que tuvo: ser despedido. Pensó para sí: - ¡Cualquiera en su lugar habría hecho lo mismo!
Pero la cosa se enredó, el tal Cuadrado se las sabía todas, y como en este país cualquier petimetre te ponía una denuncia pues resultó que se salió con la suya. Le readmitieron, y no contento con eso denunció prevaricación y acoso moral. - ¡Ja, acoso moral!- Sonrió con una mueca de desagrado.
El tren, tras varias paradas, se acercaba ya a su punto de destino: Burgos. Mientras tanto Tomás que así se llamaba nuestro hombre se acercó a la barra del bar, que estaba situada dos vagones más allá del suyo, para pedirse un bourbon. Algo potente que le hiciera despejar esos nubarrones que de vez en cuando aparecían entre sus pensamientos. Entre sorbo y sorbo volvió al pasado, aunque éste más reciente, y recordó como esos grandes amigos que dejó en Aragón le sirvieron para salir del callejón sin salida en el que le habían metido por cumplir con su deber, y tras unas cuantas llamadas de teléfono consiguió el pretendido nombramiento de Director Gerente del Servicio Aragonés de Salud. Al fin y al cabo, a pesar de su mala suerte, Roma no pagaba a traidores, pero él nunca le había fallado a Roma.
Allá por el 2011 comenzó su nueva andadura escapando de los falsos rumores levantados contra él y de esa Justicia que parece no le estimaba. Poco duró su alegría pues un año y poco después, a finales de 2012, los malvados tribunales cual “Deus ex machina” intervienen para cambiar la vida de este pobre mortal, un peón más en el damero de los dioses, y acaba siendo destituido en enero de este año.
Se pide un segundo bourbon y viéndose como un héroe caído pronuncia su nombre entre los dientes: TOMÁS TENZA. Piensa: - Naciste para algo grande.
Aún no entiende como en pocas horas volverá humillado a su despacho como un simple inspector médico, con lo que él había dado a este país. Y el tango vuelve a su cabeza: “…Tengo miedo del encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida. Tengo miedo de las noches que pobladas de recuerdos encadenan mi soñar. Pero el viajero que huye, tarde o temprano detiene su andar. Y aunque el olvido que todo destruye haya matado mi vieja ilusión, guardo escondida una esperanza humilde que es toda la fortuna de mi corazón. Volver con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien. Sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, qué febril la mirada errante en las sombras te busca y te nombra. Vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez”.