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domingo, 15 de marzo de 2015

De huesos y hombres (los huesos de Cervantes)

Óleo de Juan Vallejo: Don Quijote y Sancho Panza 2005


Por Juan Vallejo

  Aparecen en Etiopía los huesos más antiguos del ser humano, 2,8 millones de años les contemplan dejando extasiados a los antropólogos. El trozo de mandíbula con cinco dientes hallado en Ledi-Geraru, envejece nuestro deambular por la tierra en 500.000 años. La búsqueda del resto primigenio, el ancestral, no ha terminado todavía. 

Los científicos no pararán hasta dar con la crisma de Dios. Hurgarán en su entorno para analizar las herramientas que utilizó para hacer del caos un juego de dados, acaso de diábolo por aquello del big-ban.
Otros huesos, los del escritor Cervantes, andan jugando al escondite por las tumbas del cenobio de las Trinitarias por donde el maestro Etxeberría ausculta la anatomía del genio. Curiosamente, en marzo de 1615, se da el imprimatur para la edición de la segunda parte del Quijote, es decir, hace 400 años.

La mejor novela de todos los tiempos, completaba de esta suerte las andanzas del ingenioso caballero descritas con un lenguaje vivo pescado de las expresiones y de la mentalidad de un pueblo. El refrán, la frase hecha, el donaire, nutren el Quijote. La palabra de buhoneros, soldados, golillas, etc, hablan por Cervantes. Antonio Machado lo describe perfectamente en sus Meditaciones del Quijote. ¿Qué hizo Cervantes con la lengua española en su Quijote? No se ha contestado todavía a esta pregunta; de ahí la inmortalidad de su obra.
Uno es apasionado del Quijote. Del inmenso bagaje de ediciones sacadas con motivo del 400 aniversario de la primera parte, cabe destacar la que hizo el Instituto Cervantes, dirigida por el profesor Francisco Rico; en esta primera parte, en el capítulo sexto, trata del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron de la librería del insigne caballero ( en este capítulo han bebido centenares de novelas, de escritores que han llevado a sus narraciones algo parecido. Incluso cineastas que han hecho del fuego el elemento perverso para destruir la sabiduría ). 

Arrojan a la lumbre toda clase de novelas llenas de duendes y perturbadores diablos que enloquecían a don Quijote. Entre ellos estaba Las sergas de Esplandián, hijo del muy esforzado y virtuoso caballero Amadís de Gaula, editado en folio, Burgos, 15 de mayo de 1526 por Juan de Junta. Don Belianís, otro libro editado en Burgos en 1587 por los impresores Alonso y Esteban Rodríguez, apellido de extensa y prestigiosa raigambre editora, fue salvado de la quema aunque el cura prohibió su lectura. Sacado de lengua griega en la cual le escribió el sabio Fristón, relata las andanzas del hijo del emperador don Belianís de Grecia. Es una delicia leerlo. Posee un ejemplar la Biblioteca Nacional de Madrid. 
Del condenado al fuego creo que se conserva una edición en la Biblioteca de Catalunya en Barcelona. Emociona leer a Cervantes por boca de sus protagonistas; qué libros leía, de los cuales se inspiraba como los cuatro de Amadís de Gaula, el primer libro de caballerías editado en España.

Inolvidables aquellos “Quijotes” escolares editados por Santiago Rodríguez, que leíamos en las escuelas de Gamonal por los años cincuenta y tantos. O la maravilla impresa por Saturnino Calleja para difundir el Quijote en los centros de enseñanza. En un prólogo de mayo de 1905 con motivo del tercer centenario del Quijote, Calleja se dirige “A los señores profesores de primera enseñanza”. En dicho texto, advierte de la degeneración del lenguaje, acusando a los escritores de carencia de voces, y de la decadencia del estilo. Estos quijotes reducidos, nos leían la frescura de una lengua que invitaba a la fuga del espíritu, a la búsqueda de territorios por donde la imaginación pudiera caminar lejos entre las piedras y los peligros reales o imaginarios. Pero lo genial eran los dibujos y grabados que ilustraban estos libros maravillosos. 
De aquellas estampas sacábamos los rudimentos y aperos por donde armarnos caballeros a la vez que sus nombres nos decían de la belleza de nuestra lengua. Ni que decir tiene que copiábamos y reinventábamos aquellas piezas y ajuares de la cotidianidad de don Quijote y Sancho. Los maestros, Godofredo, don Luis y don José Bernal Sedano, de las escuelas de Gamonal, repartían por los pupitres aquellos libros por los que generaciones de muchachos aprendimos el sentido de la libertad, de la palabra. Desde entonces, desde la advertencia de don Saturnino Calleja, poco se ha hecho por conservar el espíritu del Quijote; todo lo contrario.

Ahora, el fascismo más abyecto tritura el humanismo de las escuelas, de las universidades. La obsesión de estos asesinos de la libertad, es instalar el nacional catolicismo de Franco en las aulas. Esta idiocia y lavado de cerebro que ministros como Wert o presidentes como Rajoy, quieren incrustar en los colegios, no es otra cosa que el destierro de la libertad, de la imaginación, de las artes de las humanidades para manipular a su antojo al pueblo. 
Nunca como ahora es necesaria la rebeldía contra tanto canalla que con los dineros de los ciudadanos corrompen la vida de un pueblo que dio luz a genios como Miguel de Cervantes Saavedra.
Que tus huesos no se encuentren querido Cervantes. Esta calaña de gobierno que nos toca en el centenario cuatrocientos de tu obra cumbre es capaz de venderlos al mejor postor.


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3 comentarios:

  1. Cuánta razón hay en estas palabras, Juan. Gracias por este inspirador artículo.

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  2. Muy acertado el artículo, justo cuando se buscan los huesos de Cervantes como se buscaban las reliquias de los santos. Para hacer negoció. La mejor herencia de Cervantes, sus textos, donde se destila una humanidad, valentía y talento que tanta falta nos hace ahora, son cada vez más ignorados.

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  3. Bravísimo como siempre. Chapeau!!!!
    Gracias BurgosDijital por dar voz a la libertad y a la verdad.

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