Dice
una canción de Sabina que cuando menos te lo esperas el diablo va y se pone de
tu parte, algo así he pensado cuando he visto que trabajadores de la ONCE en
Burgos se manifestaron el pasado día 13 contra la competencia desleal que les
hace la venta de cupones ilegales de la OID (Organización Impulsora de
Discapacitados). Pues bien, aunque no les quito la razón, esto me plantea
varias cuestiones como persona con discapacidad. Al mismo tiempo, como
militante de Alternativa Socialista, no puedo más que cuestionar algunas
acciones de excompañeros. Pero vamos por partes.
Esa
concentración fue realizada por trabajadores de la ONCE, según se dice durante
toda la noticia publicada en la prensa local, pero el caso es que estos
trabajadores hablan prácticamente como empresa, interviniendo en un conflicto
empresarial, de hecho, la campaña federal es una campaña contra el juego
ilegal, no tanto en favor de los
derechos laborales.
Como
persona con discapacidad que ha “trabajado” en la OID, me hubiera gustado que
la defensa hubiese ido más encaminada a defender los derechos de las personas
con discapacidad que, efectivamente, “trabajan” sin contrato, sin seguridad social
y por una comisión de 30% por boleto, exponiendo la imagen personal, incluso la
salud en una ciudad tan fría como Burgos. Pero, aunque el culpable es quien
hace esto, la OID, quien esté libre de culpa que tire la primera piedra.
Por
un lado, mi pareja y yo llevamos años en una bolsa de empleo de la ONCE, viendo
el poco resultado de esta petición de empleo, por probar otras posibilidades,
empezamos a vender los boletos de la OID en las condiciones antes mencionadas.
El sentimiento de humillación y el daño a la imagen personal fue grandísimo,
por aproximadamente 100€ al mes de ganancia. Afortunadamente, nuestra situación
económica no es del todo mala, tenemos ayuda de nuestras familias cuando la
necesitamos y pudimos dejarlo sin problemas, pero, al igual que Karlos Marx
cuando vivió en el barrio londinense de El Soho, vimos, de primera mano a
personas que realmente vivían de esa miseria y que no se podían permitir
dejarlo.
En
segundo lugar, aunque me complace ver que finalmente UGT ha reaccionado a esta
explotación laboral salvaje, hace ya algunos años, mi compañera y yo nos
afiliamos a este sindicato, como socialistas que éramos, somos y seguiremos
siendo. Una vez afiliados/as, les comentamos el caso de explotación laboral que
sufríamos y nos dijeron que ya habían recibido quejas, pero que no podían hacer
nada al no poder demostrar la relación laboral. Hasta
aquí mi opinión basada en mis experiencias personales y las de mi pareja.
Hablemos ahora del error, espero que bien intencionado, del Gobierno de PSOE
que concedió una excepción en el monopolio del juego del Estado a la ONCE.
Como siempre,
cuando algo se ilegaliza, su actividad se realiza de forma insegura y sin
ninguna regulación. Yo creo que en estos temas no debe haber privilegios y como
socialista creo que es el Estado quien debe tener el monopolio del juego y
reinvertirlos en Servicios Sociales, y no hacer supuesta filantropía con una
organización que se ha convertido en una empresa, una empresa que, entre otras
cosas, hace campaña por un copago “justo” en dependencia, en vez de decir que
no hay copago justo en esa materia.
En
resumen. Pediría a los trabajadores de
la ONCE que actúen centrándose en los derechos de las personas explotadas, en
vez de centrarse en la competencia ilegal, que también es bueno. Una buena
forma de hacer esto sería buscar mejores salidas profesionales a esas personas
y sus familias. Creo que lo primero es reparar el daño hecho a las víctimas.
En
segundo lugar. Pediría que no se diese ningún trato de favor a una organización
empresarial como la ONCE, ya que el Estado debe asumir sus propias
responsabilidades sociales o, como la propia ONCE diría en su spot, asumir su
papel. En cuanto a la creación de empleo, hay otras formas de potenciar ese
objetivo y de manera más equitativa para todo tipo de discapacidades.
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