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Edificio de Plaza de Vega antes de su demolición |
Por Víctor Atobas
Burgos es como un conjunto de ciudades (o burgos). Barrios como San Pedro de la Fuente con mil dos cientos años de historia, otras periferias como El Crucero, San Agustín y San Cristóbal, o Gamonal, todas ellas con algo en común; han sido centros de uno de los movimientos sociales más punteros. Aparece el movimiento vecinal como arma de defensa frente a un mercado inmobiliario que se expande incontrolado, con las consiguientes consecuencias respecto al sistema de estratificación; todo el mundo lo sabe, hay barrios de ricos, y otros de pobres.
Esto lo podemos advertir cómo la clase trabajadora ha sido expulsada del centro, donde también se produjeron protestas vecinales. El centro de Burgos definido en relación a las periferias; para hablar del centro, nos fijaremos asimismo en el resto de la ciudad. Cualquier transformación supone la modificación total de la misma; actuar en el conjunto de relaciones y flujos que configuran el espacio social que es una ciudad, repercute en el precio del suelo, influyendo en las ganancias de los propietarios y los gastos de los arrendatarios, así como en la concentración social y el resto de flujos interdependientes: transporte, trabajo o comercio.
La inversión o el abandono de una calle, la expropiación o la demolición de un solo edificio, por ejemplo; actuaciones concretas que, sin embargo, cambian toda la zona mediante el flujo del capital especulativo y la expulsión de las rentas más bajas hacia otras zonas, a su vez transformadas. La ciudad se expande a través de la dinámica de desestructuración – reestructuración; el casco histórico ha sido reestructurado para albergar nuevas funciones, al igual que Gamonal ha sufrido profundas transformaciones; pero primero había que eliminar todo lo antiguo, el pueblo de los gamones.
Uno de los problemas de la planificación urbanística propia al capitalismo es que arroja una planificación espacial que trata de ordenar todo, constituida sobre la totalidad de la ciudad como si fuera una, cuando geográficamente Burgos no es más que un conjunto de parcelas privadas sobre las que es difícil intervenir de manera directa, aunque existe el recurso de la expropiación que, en numerosas ocasiones, ha sido utilizado para expulsar la clase trabajadora. Así, la mayor parte de la planificación urbanística es entregada al mercado.
Que el centro haya perdido tanta población, que han ganado otras zonas, se entiende en la política sobre el suelo. Cuando vamos recorriendo Laín Calvo o cualquier otra calle del centro, nos encontramos con que la pequeña burguesía ha establecido allí sus comercios; el centro, dedicado al sector servicios, re-estructurado como un espacio de representación dedicado a los turistas.
La inversión se ha canalizado hacia el centro de la ciudad, donde se encuentran los intereses comerciales; la peatonalización, las continuas intervenciones, restauraciones y dotaciones, las demoliciones de la Plaza Vega y la especulación, la política de incremento de precios en el barrio de San Esteban, entre otros ejemplos.
La planificación espacial de la sociedad capitalista ha sido caótica; Burgos, ciudad conocida como mal ejemplo de ordenación urbanística, y el ejemplo más claro lo encontramos en Gamonal, que a partir de los años 40 y 50 se reestructuró de pueblo a suburbio; varias décadas después, algunas zonas del barrio parecen en transición, pero los cambios que ahora nos interesan se encuentran en cómo la relación centro-Gamonal definen los usos sociales en el espacio.
La llegada de la industrialización, durante los años 50 y 60, supuso el florecimiento del “capitalismo urbano”, presa de una planificación caótica. Los capitalistas que invirtieron en la expansión urbanística de Burgos eran, por un lado, capitalistas productivos que tenían su inversión en las fábricas, pero que se convirtieron también en capitalistas especulativos; cuando la construcción pasó a “fondo seco”, los capitales se centraron en expoliar sectores públicos como la sanidad y la educación.
Mientras los propietarios vivían lejos de sus fábricas y del humo, los obreros; que no disponían de vehículos ni de trasporte público, buscaban la vivienda cerca del trabajo.
Al tiempo que Gamonal congregaba en sus calles y plazas, fábricas y viviendas de baja calidad, huertas y una falta total de aparcamientos, así como de servicios públicos o de dotaciones, el “segmento del centro” concentraba el poder político, institucional y social, concentrando a las rentas más elevadas.
La clase trabajadora fue expulsada del centro de la ciudad y la mayor parte de los flujos; comercio, distribución, hostelería, transporte, ocio e inversión en dotaciones, se distribuyeron en el centro de Burgos, de modo que aumentó el precio del suelo y aumentaron los costes de los alquileres, a lo que habría que sumar el aumento del precio del transporte hacia los polígonos.
De modo que el ayuntamiento de Burgos, durante los gobiernos del PP y el PSOE, ha apostado siempre por una planificación entregada por entero al mercado. En un barrio podremos encontrar casas desvencijadas y en mal estado, a las que se niega el mantenimiento y la reforma, porque precisamente cuando sea imposible vivir en dicha vivienda por las malas condiciones y los inquilinos la abandonen; entonces se producirá la especulación con el valor del suelo, incrementándose tanto que las rentas más bajas resultarán expulsadas de la zona.
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Calle de Vitoria |
Estas mismas viviendas en deplorable conservación que
referíamos, contrapuestas apenas unos metros más allá con lujosas viviendas,
dotadas de cámaras de seguridad, y unas condiciones de vida que difieren mucho
de otros que sufren nuestros queridos vecinxs. De ahí que el movimiento vecinal
haya plantado cara a la dinámica de expansión urbanística, en casos tan
conocidos como Eladio Perlado o el Bulevar de Gamonal. Luchando por su barrio;
las dotaciones abandonadas por doquier: bibliotecas, guarderías y centros de
salud en mal estado, goteras, falta de aparcamiento, entre otros ejemplos.
Con el Bulevar intentaban hacer de Gamonal una nueva
centralidad. Pero ya conocemos las consecuencias de esto, una pista nos la
proporciona la construcción de nuevas periferias para albergar a las rentas más
bajas de las zonas depauperadas de Gamonal, frente a la que hubiera sido zona
del Bulevar llena de comercios y de viviendas re-valorizadas. Pero entonces el
barrio hubiera perdido sus habitantes oriundos; trabajadores y parados,
pensionistas, niños, jóvenes precios, los recuerdos de los exiliados,
desplazados ante las prácticas especulativas hacia zonas más asequibles, con
malos materiales de construcción y en puntos dispersos al acceso a dotaciones y
servicios públicos.
Pero no vamos a permitir que se lo entreguen todo al
mercado. No lo podemos consentir porque,
mientras, nuestros familiares, amigos y conocidos sufren desahucios, no pueden
pagar la calefacción, se les inundan los baños y revientan las cañerías,
pierden la casa y se van donde los padres, o no pueden independizarse o hacer
planes de futuro.