¿Te imaginas un país donde, tras caer en desgracia, un grupo de desalmados te pudiera arrancar con violencia de tu íntima morada y te despojaran del sagrado espacio donde conservas tus recuerdos, donde amamantabas a tu bebé y le viste crecer, donde imaginaste futuros cercanos y sueños posibles, donde compartiste tu vida con tus seres queridos, donde guardabas tus secretos inconfesables, donde quedaron las huellas del tiempo en sus paredes, donde encontraste el amor y el deseo en cada uno de sus rincones, donde protegiste a los tuyos…? ¿Un país donde estuvieras obligado a dejar tras de sí toda una vida para malvivir en la ignominia?
¿Y un estado que no atendiera dignamente a sus enfermos, que tratara su Sanidad como una fría estadística a mayor gloria de sus gestores, que condenara a sus habitantes a esperas interminables en los tratamientos y en los diagnósticos, que convirtiera la supervivencia de sus habitantes en un oscuro negocio de mentes criminales, que inyectara el miedo a borbotones a aquellos que pendieran del frágil hilo de la vida, que tratara a sus enfermos como trozos de carne sin alma, en el que se te recordara día tras día que el valor de tu vida no reside en tu dignidad como ser humano sino en el peso de tu plata…?
¿Podrías siquiera pensar en una tierra, compañero fraterno, donde los hombres y mujeres sin documentos acabaran en un limbo sin más ley que la del silencio ante mil y una vejaciones, entre paredes grises y frías como barras de acero, con pienso de primero y miedo de segundo; en un infierno donde los hombres no fueran más que un mero armazón de músculos y huesos conectados a un ojo que observara con pavor la densa atmósfera de la jaula y a un oído preparado para oír la definitiva sentencia que les devolviera a la desesperanza, a la miseria, al hambre, a un lugar donde la vida no tiene precio… porque no vale nada?
¿Y en un reino en el que los hombres hicieran simplemente fortuna con los intereses “bien invertidos” de su fortuna, en el que no se preguntaran si sus ganancias provienen de sueños quebrados en otra parte del mundo, de la compraventa de armas en todas las guerras que fueron y que serán, de la explotación y la esclavitud de millones de almas, de la destrucción de la vida, de la especulación miserable… Un reino en el que se hiciera dinero con la estafa y castigara la honradez, en el que la responsabilidad fuera una carga insoportable para alcanzar el éxito…?
¿Sería digna una nación donde el Estado dejara la educación en manos de profesionales del dogma y compradores de prejuicios, donde se acabara con la libertad de cátedra, donde se incentivara la división de los niños por su condición sexual, donde las escuelas fueran meras fábricas de trabajadores, donde se negara el libre pensamiento, donde el mérito y la capacidad no fueran suficiente para demostrar la valía, donde se segregara a los niños por la riqueza o la pobreza de sus padres para crear ghettos y perpetuar castas, donde los padres trabajadores pagaran con el sudor de su frente la educación de los hijos de las élites mientras los suyos se vieran condenados a ser meros sostenedores en el futuro de un orden inmoral e injusto?
¿Te imaginas un trozo miserable del planeta donde los que menos ganaran fueran saqueados y devorados por un ejército de bestias que viviera de los botines de su eterna guerra económica, de las innumerables astucias a su disposición para no desprenderse si quiera del oro que se les quedara entre las uñas, de la beneficios de la violencia ejercida sobre quien 8, 10, 12 horas al día bajara metódicamente la cabeza y mordiera su lengua esperando una dádiva en forma de sueldo, de la secular avaricia de quien sabe que el mundo y sus placeres se hicieron para él y los suyos… Donde sus criminales bestias llenaran el Paraíso de inmisericordes dragones para proteger sus tesoros?
¿Es posible que exista un sitio en el universo donde las élites, acabada la orgía crediticia y ladrillera, “colocaran” a sus parientes y amigos en importantes puestos en la Administración Pública con derecho a sueldo de notable, a gratificaciones extraordinarias, a móvil, a coche, a chófer, a tarjeta con un buen crédito mensual y a decenas de pagos y favores “en especie”. Donde el nepotismo no fuera un delito y la demostración de los delitos contra la Administración fuera el oscuro objeto de deseo de cualquier juez decente. Donde los afortunados hijos de las clases trabajadoras que aún pudieran estudiar en la Universidad fueran condenados al destierro una vez acabados sus estudios y cualquier hijo bobo de las élites políticas y corporativas accediera a los mejores puestos inventando su currículum y adornándolo con un Máster en la Universidad de Wichita?
¿Encontrarías un punto en la geografía gobernado por individuos que trabajaran durante 8 horas ganando el sueldo de cinco personas, que utilizaran la soberanía popular para crear leyes en favor de una minoría de amigotes y aliados, que generara indefensión jurídica en todos sus gobernados, que se demostrara su alineamiento con tramas mafiosas sin que ocurriera nada por ello, que se volcaran en la destrucción de los derechos y libertades de sus representados, que utilizaran toda la munición a su alcance para masacrar a quien protesta?. ¿Un hediondo punto del planeta gobernado por “los violentos” y “los antisistema”?
¿Serías capaz de visualizar un terruño donde la Realidad fuera un activo más de la Bolsa de valores que fluctuara en función de la cartera que la detente, que esa Realidad sólo pudiera ser transmitida y contada por unos cuantos que cobraran del mismo saco. Donde la información se descongelara, se preparara y se cocinara para que llegara a los platos de millones de personas. Donde se manipulara la Verdad en nombre de la defensa de no se sabe qué Orden. Que glorificara a quien se disfraza y masacrara a quien se desnuda. Que pagara a traidores cuando ni Roma lo hacía?
¿Podría existir un inmenso páramo baldío envuelto en una viscosa y sucia niebla negra y púrpura que convirtiera a sus habitantes en ovejas vigiladas por perros con corbata y conducidas por pastores con sotana, dispuestos a castigar la libertad y recompensar la mansedumbre. Que consideraran las diferencias sociales como una penitencia o una bendición divina. Que fueran dueños de mentes y de vientres, que traficaran con tus secretos, que condenaran y maldijeran la libertad de tu sexo… ladrones de credos e instigadores de mataderos?
¿Te imaginas un pozo sin fondo, una trinchera de inmensa anchura, cuyas fronteras fueran paredones de fusilamiento de hombres y mujeres que escapan del infierno. Una infinita cuneta en cuyos límites se protegiera a asesinos y torturadores mientras se ocultara a los muertos, donde los compradores del Orden fueran los vendedores del Caos, donde los defensores de las leyes pulverizaran las Tablas de la Ley, donde no se exigieran cuentas a quien no quisiera darlas?
¿Sería posible una tierra dirigida por injustos e indecentes seres inanes que no respetaran las leyes que nos dieran y que las utilizaran como privados cotos para reprimir conciencias. Una tribu de bárbaros que cuando sembrara cizaña y tempestades apelara a su “presunción de inocencia” mientras privara por “prevención” de ese derecho y de la libertad a los que ofendieran su honor y su razón incontestable? ¿Una tierra en la que mientras se desterrara a los jueces al osar entrar en la casa del privilegio de las élites, sepultara a otros entre papeles, recursos y prescripciones judiciales, que son prebendas, y toneladas de tiempo, mucho tiempo, el necesario para que la memoria del pueblo desfalleciera… y si no, siempre quedaría el indulto? ¿Una tierra en el que dos hurtos te llevaran a la cárcel y en el que un saqueo que dejara a cientos de miles de personas en la calle fuera un provechoso negocio sin castigo ni pena? ¿Una tierra en la que el pobre pareciera entrar siempre en los tribunales como acusado por no tener si quiera defensa?
¿Y a una “madre patria” o un “padre matria” donde a su tahúr Gobierno se le llenara la boca de ella y alardeara hasta la nausea de hacer honor a sus “defensores” mientras el mar se olvidara de ellos. Que fuera necesario que los familiares clamaran públicamente por sus muertos para que el vendedor de armas, que sólo a los vivos que alimenten a la Muerte quiere, moviera sin quererlo tierra y cielo. Una patria cuyo Gobierno fuera una lavadora de manchas criminales provocadas por hombres uniformados dispuestos a matar a sus semejantes, ¡sí, semejantes!, ¡mal que les pese!; a triturar voluntades; a hacer del mar una fosa común de la dignidad y de la esperanza. Un Gobierno dispuesto a decir que quien condene a estos animales es enemigo de su patria?
Ahora piensa que fuera posible que este desgraciado y miserable sitio existiera o hubiera existido en los mapas o en la memoria de los viejos. ¿Aún crees que no tendría un Gobierno dispuesto a encarcelar y a amedrentar con toda su violencia a quiénes pidieran en las calles Pan, Techo y Trabajo? ¿No crees que sería capaz de intentar hacer callar a todas las voces disonantes? ¿No crees que utilizaría todos sus medios para reventar las protestas? ¿No crees que crearía el escenario perfecto para una interesada carnicería? ¿No crees que pondría en peligro incluso a quien está obligado a defenderle para aplastar definitivamente la indignación del pueblo con torticeras leyes, hijas del odio y del miedo?
¿No crees que exista ese sitio o simplemente es el miedo de creerlo?
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