Por Antonio Pérez
A la memoria del antropólogo mexicano Miguel Ángel Gutiérrez Ávila (1955–2008), torturado y asesinado por investigar los
ataques contra la emisora Radio Ñomndaa -Palabra del Agua en lengua amuzgo-.
Desde
el 26.septiembre.2014, es conocido mundialmente el nombre de una minúscula
aldea mexicana de sólo 84 habitantes: Ayotzinapa, en el estado de Guerrero. El
triste motivo de su fama se debe a que, cerca de esa aldea, en la ciudad de
Iguala, y en esa fatídica fecha, fueron asesinadas siete personas y
desaparecidas otras 43. Está archidemostrado que la autoría del crimen recae en
la alianza entre narcotraficantes y policías con la necesaria complicidad del
ejército –quien controla Guerrero so pretexto de la lucha contrainsurgente-
todos ellos instigados y protegidos por las autoridades civiles.
Los 43 desaparecidos –léase secuestrados, torturados y
asesinados- eran jóvenes estudiantes que se preparaban en la Escuela Normal
Rural (ENR) de Ayotzinapa Raúl Isidro
Burgos para ser maestros rurales, bilingües en su mayoría. Hoy, los 43 son
conocidos como “los normalistas” pero los medios de desinformación olvidan un
matiz fundamental: que la inmensa mayoría eran indígenas. Esta nota pretende
subsanar ese ‘olvido’.
Antecedentes de Guerrero
Hasta
principios del siglo XVII, Ayotzinapa fue territorio exclusivo de los indígenas
Námncue –antes, “amuzgos”- quienes, según su historia oral, provenían del mar y
de las islas hasta que la Invasión les obligó a refugiarse en las montañas.
Actualmente, la población indígena de Guerrero se distribuye según los
siguientes porcentajes: Nahuas (Nahoas) 40 %; Mixtecos (Na’Savi) 28 %; Tlapanecos
(Me’phaa) 22 % y Amuzgos (N’amncue Nomndaa) 8 %.
La
historia contemporánea de Guerrero y, más en concreto, de la ENR Ayotzinapa, es
inseparable de las guerrillas de Genaro Vázquez Rojas –alumno de la ENR- y de Lucio
Cabañas (1938-1974), egresado de la misma ENR. Para conocer la política que el
Ejército siguió para aplastar la insurgencia guerrillera –indígena, si se
quiere-, disponemos de una excelente historia novelada de la que extraemos este
párrafo en el que hablan los milicos:
“-[Mi sargento, mi cabo]
No hablan español, no son gente de razón, pues.
-
Pero mira sus ojos, fíjate como está entendiendo. Tú sigue. Si para medianoche
no han querido hablar en español, mátalos.
…
dos de ellos tenían los brazos rotos; eso aumentaba la sensación de que eran
cosas inflamadas, carne abombándose, amoratada y negra como el lodo, como
distinta de los cuerpos, que ya defecaban u orinaban sin proponérselo… El
soldado había empezado su tarea [asesinarlos lentamente] Uno de los cuerpos se
estaba acabando… la lucha del tórax se detuvo, entre un pequeño charco de
sangre y excremento. “¿Cómo es posible que les salga mierda todavía?”, murmuró
para sí el cabo mientras salía de la habitación, pensando que desde hacía varios
días no habían comido nada los indios” (Montemayor: 80-82)
Aquellas guerrillas fueron derrotadas militarmente pero
la represión continuó alternando la mano dura con la durísima. Ejemplos: a) el
día 05.VI.1996, veinticinco Amuzgos de Coachapa fueron sumergidos en aguas
fecales y colgados de los miembros por la policía para obligarles a confesar el
robo de una ternera perteneciente al hermano del gobernador estatal. b) el día
12.XII.2011, la policía asesinó a dos normalistas de Ayotzinapa. Por tanto, la presente matanza de
normalistas en general y de indígenas en particular no es un episodio insólito
sino el último eslabón de una vieja cadena de iniquidades en la que, ahora, el
narcotráfico ha pasado a ser el agente catalizador. Pero este agente tampoco es
nuevo como ponían de manifiesto en el año 2009 las declaraciones del comandante
Ramiro, uno de los mandos militares del Ejército Revolucionario del Pueblo
Insurgente, heredero de las guerrillas de los años 1970’s:
“Los
cárteles de la droga, en especial el que dirige Joaquín El Chapo Guzmán, están ayudando al gobierno en labores de
contrainsurgencia en la región. Esa estrategia de combatir al narco es falsa.
Aquí en Guerrero, por ejemplo, los narcotraficantes participan en las reuniones
que lleva a cabo el Ejército y el gobierno del estado, golpea a un cártel y
protege al otro, pero en esencia son iguales, porque asesinan, secuestran, y
torturan”.
La
Normal de Ayotzinapa
Un
estudio resume las generalidades de las ENR: “Las normales rurales se originan
con las escuelas normales regionales y las escuelas centrales agrícolas que se
construyeron a principios de los años veinte. Las normales regionales debían
formar maestros que en breve tiempo estuvieran capacitados para enseñar a leer
y a escribir, e introducirían nuevas técnicas de agricultura. Las centrales
agrícolas se formaron… como un proyecto que, con moderna maquinaria y una
organización cooperativista, debía mejorar la producción del agro mexicano. A
principios de los años treinta, las dos instituciones se fusionaron… Los estudiantes
serían de origen campesino y la estructura cooperativa haría posible una
autosuficiencia que, se esperaba, complementaría las necesidades de las
comunidades aledañas” (Padilla: 85; para un estudio del caso de una Normal,
concretamente en Chiapas, ver Baronnet)
La
ENR de Ayotzinapa fue creada en 1926 en Tixtla pero, poco después, fue
trasladada a su actual emplazamiento en la periferia de aquella ciudad. Desde
entonces, ha egresado 88 promociones de maestros rurales. No se limita a la
población guerrerense sino que su fama se ha extendido por todo México; de ahí
que, actualmente, acoja a estudiantes que vienen de Oaxaca, Chiapas, Puebla, Distrito Federal, Morelos, Tlaxcala, Sonora y
otros estados. Es una veteranísima institución que siempre ha mantenido una
posición reivindicativa en lo social y modernizadora en lo pedagógico. Eso
significa indefectiblemente que es una institución indigenista y semi-bilingüe
como lo demuestra que, hoy, se den clases en lenguas náhuatl, tlapaneco, amuzgo
y mixteco. Por ello, un
normalista egresado en la década de 1970 de esta ENR, declara:
“haber
tenido como estudiantes y colegas a muchos destacados maestros y estudiosos de
la educación indígena, como los fundadores de la Escuela Normal Indígena
Intercultural Bilingüe y también a integrantes del movimiento zapatista”
(Baronnet: 104)
El
carácter indígena e indigenista de Ayotzinapa se manifiesta en las
declaraciones de N. (clandestinidad obliga) al periodista Paris Martínez que
fueron publicadas el 07.X.2014:
“Aquí hay normalistas que aprovechan su conocimiento
previo de alguna lengua indígena, porque provienen de alguna de esas
comunidades y se forman como maestros bilingües, y hay otros que sin saber una lengua indígena tienen la convicción de que
ésta es un área que debe atenderse y, entonces, aprenden aquí lenguas
indígenas”
Por otra parte, basta observar los murales que la
decoran para confirmar que el fermento indígena, a veces semioculto, permea la
Normal cohabitando con otros motivos característicos de lo latinoamericano y de
lo liberador pedagógico. Ejemplos: en una pared puede verse al Ché
Guevara diciendo “Volveré y seré millones”, un famoso lema propio de la
revolución indígena andina. Asimismo, la disputa jurisperita occidental y
universal se manifiesta cuando la sentencia “Protestar
es un DERECHO, reprimir es un DELITO” aparece entre las representaciones del ubicuo Lucio Cabañas y de un policía
aporreando… separados ambos por el emblema de las Naciones Unidas. En cuanto al
método pedagógico utilizado en Ayotzinapa, se proclama desde mantas y paredes
con inequívocas citas de Paulo Freire como la siguiente: “El estudio no se mide
por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros
leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas sino de
crearlas y recrearlas”
Ante
semejante panorama, es lógico que el Estado mexicano haya intentado
desembarazarse de tan incómoda Normal y es archi-lógico que ahora lo intente
recurriendo tanto a pretextos tecnocráticos como a la guerra sucia. El primero
queda sintetizado en esta frase: “Antes se recurría al fantasma del comunismo
para cerrar normales; ahora se emplean argumentos sobre estándares, calidad y
eficiencia” (Padilla: 93) El segundo, fue resumido hace años por el antes
citado Cdte. Ramiro, una fuente discutible pero poco sospechosa de indigenismo
exaltado: “Ahora el problema está en que los cárteles de la droga le están
haciendo el trabajo sucio al gobierno mexicano” (entrevista en Milenio, mayo 2009)
Pues
bien, todo ello es suficientemente manejado por los medios de desinformación,
los mismos que en sus prolijas noticias omiten el dato -a nuestros ojos,
clave-, de que los normalistas de Ayotzinapa eran indígenas en su inmensa
mayoría. Es decir, que el narcoestado mexicano cuenta con la complicidad de los
medios para seguir machacando a sus
indígenas. Para asesinarlos, con plomo-narco la primera vez y la segunda, con
el olvido impune característico de todas las matanzas ‘de indios’.
BIBLIOGRAFÍA
Y CIBERGRAFÍA
BARONNET, Bruno. 2008. “La Escuela
Normal Indígena Intercultural Bilingüe Jacinto
Canek. Movilización étnica y
autonomía negada en Chiapas”; Págs.
100-118 en TRACE nº 53 (Junio 2008) Centro
de Estudios Mexicanos y Centroamericanos. México, D.F. ISSN: 0185-6286
MONTEMAYOR, Carlos. 1991. Guerra en el Paraíso; Diana Literaria, México DF; 380 Págs.; ISBN:
968-13-2120-0
PADILLA, Tanalís. 2009. “Las normales rurales: historia y
proyecto de nación”; pp. 85-93 en El
Cotidiano, nº 154 (marzo-abril, 2009), Universidad
Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, México; ISSN (Versión impresa): 0186-1840
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