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sábado, 2 de mayo de 2015

La frustración de vivir en una ciudad cerrada como Burgos

Por Víctor Atobas

Desde la abierta desesperación

Las calles mojadas y frías y las sirenas azules; este es el mundo que habito, Ciudad Cerrada, ciudad de ciudades y mal de muchos enfermos, que Ella mastica en sangre burbujeante y escupe por los conductos de aguas sagradas, cuerpos y sexualidades mutiladas, sueños destartalados en el exilio de las ideas. Las mariposas congeladas en la punta de la lengua y el tiempo nos ha robado las alas; muertos los tiempos sólo cabe el renacimiento y la acción. Apaleándome con la culpa de la parálisis, aprisionado por las redes de araña, llego al centro.

Las miradas que leo con culpa; me observan como si yo fuera los espasmos de un animal atado y reprimido. Como dijo el indígena a los atónitos antropólogos; soy guacamaya. Soy un animal-cosa que ya no es capaz de comunicarse con el pico. Un pájaro con la cabeza roja y las plumas azules y los humos verdes que vuela en la sustancia gris de Ciudad Cerrada. Las sirenas azules me van a atrapar aquí y no voy a poder continuar, ya lo siento pero la voy a tener que volar más alto, hacia un lugar seguro. No quiero acabar en estas calles esparramadas como laberintos geriátricos, pero tampoco quiero ser cerrado en mí mismo, pero eso me fastidia tanto que siempre sea Nadie quien escribe. Nadie sujetado a frustraciones y fracasos, injerencias y chantajes.

Los demás se distancian en torres infranqueables y yo me mantengo alerta, defendiendo las pasarelas de un enemigo que no existe. Prendiendo las almenaras al divisar aquellos ejércitos de sombras danzantes, escudos y armas que aquejan esta pesadilla de vivir en Ciudad Cerrada, donde no existe el futuro porque dicen que sería insostenible, utópico, terrorífico, impredecible; y nos lo niegan en frío, después de haber congelado todas las fuerzas incandescentes. En las calles del centro, sólo animales-cosa encerrados en torres blancas, castillos sostenidos en vagas intuiciones de emborronado papel, castillos ambulantes que se cierran en lo inequívoco de algún valor o ideología; metas u horizontes hacia los que caminar.

De camino al confuso ruido de la cotidianidad: todas las mañanas, nos abandonan los ánimos para salir de nuevo a buscar trabajo o memorizar algún absurdo apunte. Internet, los vídeos y las redes sociales nos bombardean con la rabiosa actualidad, de forma que ya apenas atesoramos la memoria, pues todo parece fluir a una vertiginosa velocidad mientras caemos en la parálisis. Y todas las mañanas del neoliberalismo, la frustración se instala en nuestros pensamientos, aun debemos caminar hacia un lugar constructivo; el mañana.

 Pero el mañana ya es hoy. Porque ayer ya dijimos que las cosas cambiarían para nosotrxs; mañana encontraré trabajo, terminaré los estudios, dijimos, y al otro día solucionaré mis problemas de ansiedad sin culparme a mí misma, quizás al siguiente pueda haber ahorrado y alcanzado una cierta estabilidad, para tener una vida independiente de mis padres, que se criaron en unas condiciones autoritarias y por tanto “algo se les quedó”.  Lo que nos queda a nosotrxs; precariedad y desesperación ante la imposibilidad de planear un futuro, ya sea en pareja o en solitario.

La precariedad en Burgos: Rompamos el cierre

Y la frustración lleva a la agresividad que pudimos ver en nuestra ciudad durante los disturbios que se produjeron a principios y finales de 2014, con instantáneas de violencia política que provienen de la represión que ejerce el sistema y las desigualdades subsecuentes en el sentido de que la sociedad burgalesa se fragmenta, puesto que los espacios de la ciudad se han privatizado excluyendo a quien no puede pagar su entrada, persiguiendo las prácticas precarias como el botellón, ilegalizando colectivos, cerrando locales de música y fiesta auto-gestionados por lxs jóvenes. Ejemplos los encontramos a patadas: las ayudas públicas a la empresa Campofrío que generaron las protestas de lxs desempleadxs, la construcción de un aeropuerto que la inmensa mayoría no podemos utilizar, al igual que tampoco disfrutar de la oferta cultural. Recordemos que la denominada “calidad de vida”, depende la capacidad de consumo.

La centralidad de los flujos urbanos muestra que allí donde el comercio, el transporte y la hostelería se instalan, se abandonan las viviendas de la clase obrera y se emprenden prácticas especulativas, como las intervenciones del Bulevar y aquellas producidas en el centro, que redundan en los intereses económicos de una minoría. La juventud precaria que logra independizarse, en la mayoría de los casos, se instala en infraviviendas o habitaciones compartidas en los barrios periféricos, donde mayor es la contradicción entre las condiciones de vida de quienes viven allí; mujeres divorciadas de escasos recursos, inmigrantes y jóvenes precarios, y quienes tienen sus lujosas viviendas en el centro, la Castellana o Villa Pilar.

Evidentemente, los recortes en educación afectan más a las rentas más bajas, de modo que aun recolectando títulos de la depauperada universidad española, ni siquiera encuentran trabajos estables. Y así podríamos continuar toda una larga lista de recortes de servicios públicos, que el capitalismo concibe como cuerpos extraños, concesiones temporales a la clase trabajadora que impiden oportunidades de mercado.

Quienes sí encuentran trabajos estables son los “hijos de ese Burgos” conservador que se ha implantado a través de las redes clientelares en la mayor parte de las instituciones de tipo educativo, religioso, comunicativo, empresarial, administrativo,  en las cajas y en todos aquellos lugares donde se reparte el excedente social, o haya oportunidades de negocio y saqueo.

Los “hijos de ese Burgos” conservador no son gays ni lesbianas,  al menos de manera pública claro, ni tampoco negrxs o inmigrantes, apenas hay mujeres en los puestos más elevados de poder, y andan muy lejos de creer en la justicia social puesto que la razón instrumental convierte a los demás en medios para un fin personal. El poder lo ata todos los flecos a través de las redes clientelares que  impulsan el cierre de la sociedad a la dinámica  de cambio, que se expresa en momentos de frustración y agresividad, recordando no sólo los números disturbios ocurridos en 2014 sino también los frecuentes tumultos en Las Llanas y Bernardas, precisamente porque es una sociedad cerrada que expulsa, censura y excluye, donde los privilegios se reparten a través de posiciones alineadas; es decir, hay una estrategia de la casta para cerrar todas las posibilidades de cambio social, y el último ataque lo podemos ver con la Ley de Grandes Ciudades en la que Burgos ha sido incluido, y que trata de acabar con la identidad de barrio que tan bien ha funcionado como motor de movilización en la ciudad, que el año pasado contó con uno de los movimientos vecinales punteros del Estado.

Orígenes de la frustración: El alineamiento de la conducta

Si la filosofía es, como diríamos, la objetivación en conceptos de lo que ocurre en una sociedad determinada, y partiendo de mi experiencia vital en Ciudad Cerrada, propondría el concepto de “alineamiento”; así nos quiere el poder, pasivxs, narcotizadxs, deprimidxs, culpabilizadxs, como si fuéramos cosas controladas mediante la ingeniería social: seres predecibles que pueden ser administrados mediante distintas técnicas. Temo que no cambien las cosas, a que el cierre de nuestras vidas continúe mediante la conducta alineada.

Por fortuna, la realidad contiene múltiples dimensiones; podemos movernos en la profundidad del campo, construyendo espacios de movilización que aglutinen a las identidades y demandas de quienes se sienten cerrados, quienes ven a Burgos como un pueblo-geriátrico porque no pueden intervenir, ni plantear un futuro; sin espacios para follar, ni educación sexual, ni ocio, ni cultura, la beca recortada, tampoco podemos independizarnos ni planear un futuro con nuestrxs parejxs. ¿Para qué? Si aquí es imposible.

¿Probamos en Barcelona?



6 comentarios:

  1. ¿Barcelona? Lo que hay que hacer, si queremos tener un futuro, es marcharse de España. ¡O del mundo! Podemos ir a Marte por ejemplo, igual hay más suerte.

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  2. En todos los lados cuecen habas..no comparto este articulo, para mi solo proyecta el estado interior del autor, y ese estado interior te lo llevas a cualquier sitio que vayas..la idea no es cambiar de lugar sino cambiar la consciencia. Se proyecta una imagen de un Burgos en blanco y negro de los años cincuenta, yo en cambio vivo un Burgos de color, de relaciones, de amistades y de vida...Pero que no comparta el contenido no quiere decir que reconozca que esta muy bien redactado. felicidades

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  3. Estoy cansado. Si esto fuera una ciudad tan libre ¿Porque anonimo? Mira Burgos ha avanzado, es imposible no hacerlo pero también se han refinado esas estampas de los años cincuenta. O ¿el Alcalde inaugurando una Plaza de Toros no os suena? En fin, estoy cansado de que nos acusen de pesimistas a los que queremos cambiar algo. Empezando por el equipo de gobierno. ¿Cual es la diferencia entre el estado interior de uno y de otro?. Puff, me da que hay cierta envidia. Me alegra que hayas encontrado tu Burgos de color pero no siempre dura mucho.

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  4. Como comenta Edu; no es una ciudad tan libre, desde luego, sino muy autoritaria. Cuando me refiero a la "ciudad cerrada" denoto aquellas puertas cerradas, aspiraciones y deseos que después de años siguen siendo imposibles aquí, a la normatividad social y estigmas hacia personas que no cumplen dichas normas no escritas, a que las personas LGTBi tengan que marcharse fuera de Burgos para salir del armario, a las agresiones a homosexuales (a mí me han llamado maricón a grito pelado en el El Espolón, pero hay casos de agresiones en Cortes), trabajo sin reconocer como tal, suicidios silenciados y otros más sonados como el de Magariño y así un largo etcétera de escenas en blanco y negro.

    Claro que existe un Burgos en color, Burgos Dijital es una puerta abierta por ejemplo. ¿Pero cuántas hay realmente para quien no tiene trabajo, ni rentas o vivienda propia? ¿Qué pasa con la gente que ni siquiera puede disfrutar de su sexualidad? Creo que el Burgos de color es precisamente ese Burgos-Abierto que se contrapone a todo el entramado político que se reserva las "posiciones alineadas" con los intereses hegemónicos en esta ciudad; y qué mejor que no significarse políticamente y auto-censurarse, para medrar. ¿Qué mejor modo de "ascender" que convertir a los demás en medios, a través de la razón instrumental?. Aquí podríamos mencionar a Pedro de Palacio y otrxs oportunitas como Laura Domínguez. Pero, como decíamos, eso genera frustración; el motor de la movilización. Y Burgos es un gran ejemplo de frustraciones y exilio de las ideas.

    Pero como dice Edu, aquí estamos para cambiarlo, aunque nos fallen los ánimos en ocasiones.

    Salud !!!

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  5. Siendo de Burgos, ni me gusta el paisaje, ni el paisanaje. En cuanto tenga la mínima posibilidad, auf viedersehen!

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  6. Hay muchas lecturas de las cosas; Eduardo, hay personas que prefieren el anonimato en Internet y tampoco se les puede culpar por ello. En cuanto al artículo, cada persona busca su manera de vivir o de sobrevivir. Está claro que Burgos no es la ciudad más abierta, desde luego, pero es algo muy común en capitales pequeñas de interior. La cuestión es que debemos tratar de poner colorido a las cosas, entre todas y poco a poco vamos cambiando y mejorando. Ánimo a toda la gente valiente que hace cosas para mejorar su entorno. Y ese entorno, a menudo, empieza por las personas. Cuidemos a quienes tenemos al lado y eso hará que las cosas vayan mejor. Y enseñémosles que se pueden hacer las cosas de otra forma. Los pequeños cambios, juntos, hacen cambios grandes.

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