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Imagen de archivo Manifestación en Burgos "No a la guerra" 2003 |
Por Basilio el Bagauda
Desde la brutal masacre de los atentados en París no se
habla de otra cosa y se han borrado de un plumazo todos los asuntos que los
medios del “sistema” metían en
nuestra vida cotidiana para “obligarnos”
a tomar posición.
Ahora, en este peliagudo asunto, ni si quiera podemos opinar,
ya que debemos alinearnos sí o sí a las
tesis neoliberales sacándose de la manga una fea y estúpida palabra que llevaba tiempo poblando los espacios de
opinión más ultraconservadores con la justificación de una pretendida rebeldía ante lo políticamente
correcto: el “buenismo”.
Con ello se busca la
identificación perversa y simplista de toda persona que no esté de acuerdo
con todas las urgentes medidas que nos quieran imponer los gobiernos europeos,
meros peones en el tablero de la OTAN.
Que quede claro, y este es mi punto de vista, que cuando
tienes dentro de tu casa a unos cuantos matones fanáticos dispuestos a
asesinarte a ti y a los tuyos no te queda más remedio que actuar. No es una cuestión ideológica, sino de
supervivencia y, por lo tanto, un@ tiene hacerlo rápidamente con todos los
medios a su alcance: servicios de inteligencia, tribunales de justicia y
fuerzas del orden. ¡No van a servir siempre para reprimir y acabar
subrepticiamente con los opositores a los poderes copados por la burguesía!
Sinceramente no tenía muchas ganas de opinar y aún menos de
escribir sobre esto, pero tras leer el enésimo artículo de opinión en la misma
dirección y realizado el 23 de noviembre
por John Carlin, uno de los columnistas fijos de “El País”, no he podido
evitarlo.
Lo titula “¿Por qué no podemos llevarnos tan bien?”
y en él hace una crítica demoledora de los discursos mantenidos por el nuevo
líder del laborismo inglés, Jeremy Corbin, y por el aspirante a la candidatura
del Partido Demócrata americano frente a Hillary Clinton, Bernie Sanders.
Al
parecer a Carlin le han tocado en el reparto a los anglos y sajones en esta
nueva batalla dialéctica iniciada por los y las defensoras más acérrimas de las
virtudes de las democracias liberales: ésas que consisten en que votemos más o menos cada 4 años a un@s
representantes que acaban ejecutando líneas y acciones políticas decididas en
organismos supranacionales que no conocen el concepto de “soberanía
popular”: la Comisión Europea, el FMI, la OCDE, la OTAN, la Comisión Trilateral
o el Club Bilderberg…
El articulista comienza caricaturizando a estos líderes
políticos poniéndolos en el lugar de un presidente norteamericano ficticio que
apela a la paz y a la bondad entre los pueblos mientras una invasión marciana
acaba violentamente con los habitantes terrícolas: se trata de la metafórica comedia estrenada en 1996 “Mars Attacks!!”
Mal argumento elige el creador de opinión cuando, en nuestro
caso, quien ataca en nuestras calles no es el bloque tecnológicamente más
poderoso, afortunadamente, y, por lo tanto, poco tiene que ver con esos
malvados marcianos, sino es porque ambos, terroristas y extraterrestres, sólo
quieren hablar un idioma que sólo ellos entienden.
Más bien los marcianos de la peli se podrían comparar a l@s
amig@s de Carlin que son los que mienten y mueven todos los hilos, pues el
verdadero poder lo tienen ell@s y lo utilizan sin dudarlo.
Haciendo una
comparación anacrónica y alucinada del presidente “buenista” y progre americano
sería algo así como el jefe de una tribu indígena americana que se encontrara
por primera vez al líder buscavidas procedente de una familia aristocrática de
la vieja Europa y que pensara en un agradable intercambio comercial con
banquete fraterno incluido, creyendo que los cañones de las armas que portaban
eran simples objetos de decoración. ¡¡No somos tan ingenu@s como para pensar en
semejante caricatura de cualquier Presidente del gobierno de cualquier nación
europea!!
Por otro lado, se nos
pide permanentemente que olvidemos las razones de que estos criminales sean
mucho más que 4 suicidas dispuestos a inmolarse, que no justifiquemos nuestra
negativa a tener un relato único con el análisis de los antecedentes que
nos han hecho llegar a esta situación.
Yo, desde luego, no picaré este anzuelo
porque para mí lo sucedido hasta ahora tiene que ver íntimamente con decisiones
políticas, económicas y militares que han tomado las grandes potencias para
proteger intereses ocultos a la mayoría.
¿O es que acaso tenemos que pasar por alto que el gobierno
español y muchos medios de comunicación mintieron impúdicamente para acudir a una guerra con más del 80 % de la
población en contra? ¿Es democrático
que el pueblo no sea informado, ni si quiera en sede parlamentaria, de los
movimientos y los compromisos concretos en los que está involucrado nuestro
ejército? ¿Por qué hay una absoluta
opacidad en la información sobre la venta de armas? ¿Por qué se mantienen los instrumentos jurídicos que amparan el secreto
bancario cuando éste sirve para que los criminales llenen sus alforjas de
odio para usarlo contra la población que dicen proteger?
¡Claro que todo tiene que ver! No se trata de una ansiosa obsesión antiimperialista aunque, mal
que le pese, la izquierda que acepta valores humanos más profundos que la
ideología liberal debe de estar siempre
con los más débiles y eso incluye, a escala planetaria, a los pueblos de los
países que luchan ante gigantes por defender su soberanía ante la violencia
externa.
Aún resulta usted más grotesco y peligroso cuando afirma
literalmente que “el problema de ir por
el camino de que la culpa la tienen los gobiernos de Occidente es que propone
como eje original del mal a aquellos que en el fondo defienden lo que el Estado
Islámico desprecia (…): la libre expresión, la soberanía de la Ley y los demás
elementos básicos de la democracia que permiten que los Corbyn, Sanders,
Podemos, Siryza, incluso el Frente Nacional francés (…) puedan competir en el
terreno político (…)”. ¡¡Cómo no
habíamos caído antes!! ¡¡Los y las trabajadoras no nos hemos dado cuenta que
todos nuestros derechos y libertades se deben a la burguesía conservadora y
liberal!!
Si repasamos la historia comprobaremos que el sufragio censitario fue impuesto por las
hordas marxistas en el s. XIX, que la burguesía concedió maravillosas
condiciones de vida y de trabajo al proletariado a pesar de las huelgas y
boicots que algunos agitadores realizaban y que las mujeres aristócratas españolas
se inmolaban en el Retiro de Madrid en los años 20’ para pedir el voto femenino.
Pues mire usted, sr. Carlin. Para mí tengo que las
libertades se consiguieron con sangre, sudor y lágrimas, especialmente de l@s
más débiles en la escala social, peleando
tanto contra aquell@s que de sus privilegios extraían beneficios como con l@s
custodi@s de la moral que imponían violentamente conductas y comportamientos.
L@s primer@s ya sabe usted quienes son y l@s
segund@s se parecen mucho a los islamistas que matan en todos los continentes
en nombre de Dios.
Por cierto, también se me ocurre, que puede hablarle a los y
las trabajadoras sin ingresos que tanto abundan si pueden expresarse libre y públicamente, como lo hace usted en los
medios, si de ello depende poder acceder al trabajo y, por lo tanto, al salario
que les permita su supervivencia.
Por quedarme en casa, dé una opinión
amablemente liberal sobre el hecho de que un
trabajador que ha demostrado sobradamente su profesionalidad y su rendimiento
no pueda seguir trabajando en un astillero por pertenecer a Izquierda Unida,
organización política legal, de esas que gracias a gente como usted puede
intentar gobernar como el resto. ¡Qué ejemplo maravilloso de libertad liberal!
Para terminar, el
último valor al que apelan ustedes ahora es la unión: la de todos los países de Europa para disponer de todos
los medios económicos y militares en búsqueda de un objetivo común, acabar con
el Estado Islámico, y en última instancia de tod@s l@s europe@s para que sean
comprensiv@s ante la posible extensión de estados excepcionales como los que ya
sufren franceses y belgas.
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Burgos 2003 |
Ahora l@s liberales, que gobiernan con mano de hierro la
Comisión Europea, si quieren la empatía de todos los habitantes de la Unión, fraternidad que van a tener complicada
cuando han sido agitadores, desde el inicio de la crisis provocada, del
discurso del frentismo: países trabajadores frente a países vagos y desidiosos
(los “PIGS” nos llamaban); maravillosos emprendedores frente a funcionari@s
acomodad@s; sociedades responsables frente a derrochadoras; trabajadores
luchadores frente a individuos antisociales cuya precariedad se merecen.
La unión, en definitiva, será necesaria por una sencilla
razón que usted apunta al final: la
muerte, como la violencia integrista, no pregunta “si eres de izquierdas o de derechas, progresista o neoliberal,
imperialista o antiimperialista” y, apunto yo, rico o pobre. Cumplirá su
objetivo sin prejuicio y sin piedad.
La pena es que la
pobreza no nos alcanzara a todos por igual, como la muerte. Quizá sería la
única manera de que nos uniéramos para evitarla y el debate sobre la
superioridad de nuestros pensamientos socioeconómicos no serían más que
tertulias de bar.
P.D.- Querido John, cuídese de consultar mañana con su
asesor de banca privada. No vaya a ser que el fondo financiero que tan bien le
renta, esté financiando alguna actividad terrorista sin que usted lo sepa. Que ya se sabe que la “mano invisible” de
la competencia la carga el diablo.